Esta semana se han anunciado lluvias en distintos puntos de la Península, y ante un panorama en el que buena parte de las carreteras van a estar empapadas, hay una norma de Seguridad Vial que es imprescindible que conozcan tanto conductores como no conductores: en el caso de los primeros para saber a qué se arriesgan si la incumplen y de los segundos qué derechos pueden exigir cuando andan por la calle un día de lluvia.

Las multas de tráfico son un dolor de cabeza para quienes las sufren: es es cierto, pero también son un mecanismo regulador imprescindible en nuestro sistema para evitar accidentes e infracciones que pueden causar daños materiales y humanos. Entre las multas por exceso de tráfico (que pueden ascender hasta los 600€) y las multas por no llevar precaución cuando hay precipitaciones (500€) hay otra práctica penada que conviene tener en cuenta: salpicar a los peatones cuando vamos con el coche.

Por mucha prisa que llevemos o muchos charcos que haya en los márgenes de la calzada, no está justificado que empapemos a las personas que transitan por la acera y puede caernos una buena sanción por hacerlo.

La sanción por salpicar a los peatones con agua

Según el artículo 46 del Código de Circulación, los conductores están obligados a disminuir la velocidad por la que transitan la carretera para evitar que los peatones se mojen con la salpicadura del vehículo al introducir la rueda en los charcos. Concretamente, la norma especifica que los pilotos tienen que bajar la velocidad "cuando pueda salpicarse o proyectarse agua, gravilla u otras materias a los demás usuarios de la vía".

La sanción, tal y como recoge el cuerpo normativo, puede llegar hasta los 200€ por no adecuar la velocidad del vehículo a las condiciones de la vía. Además, el artículo 2 del Reglamento General de Circulación propone como infracción leve a quienes "entorpezcan indebidamente la circulación" o ·causen peligro, perjuicios o molestias innecesarias a las personas, o daños a los bienes".