Las zapatillas deporte o de running son un complemento que solemos usar todas las semanas. Por ellas no solemos pasar por sitios que están precisamente limpios, ya que solemos pisar con ellas barro, charcos o arena, por lo que se ensucian con mucha facilidad y tenemos que limpiarlas con normalidad.

Sin embargo, esta tarea de limpiar las zapatillas de deporte puede ser una tarea muy complicada. Y esto da más rabia, puesto que pocas sensaciones mejores hay que observar cuando las zapatillas están completamente nuevas y relucientes.

Uno de los trucos más habituales es usar el bicarbonato de sodio, sin embargo, te proponemos otro truco que puede obtener incluso mejores resultados sin necesidad de usarlo. Hay que señalar que no se consiguen los mismos resultados cuando se limpian justo después de ensuciarse que cuando ya han pasado unos días. De hecho, si dejamos que pase mucho tiempo, las manchas se quedarán adheridas el tejido y será muy complicado que salgan.

No las metas en la lavadora

Muchas veces nos hemos preguntado qué pasa si se meten las zapatillas de deporte en la lavadora. En este punto hay que recordar que no son una pieza uniforme, como puede ser un calcetín, sino que están conformadas por diferentes costuras o pliegues.

Es por esto por lo que meterlas en la lavadora podría hacer que se estropee la parte exterior, se plieguen e incluso deformen. Es recomendable consultar la etiqueta en la que se indica específicamente, no solo cómo limpiarlas, sino también cómo secarlas.

Las zapatillas de deporte se ensucian con gran facilidad.

Usa jabón y cepillo suave

Es por eso por lo que, a la hora de limpiar tus zapatillas para dejarlas como nuevas, te recomendamos que uses jabón suave o, en su defecto, quitamanchas en gel o detergente de lavadora. Para llevar a cabo este proceso habrá que usar una esponja o un estropajo. Para secarlas no se hará recibiendo luz solar directa.

Se cogerá un barreño, que se llenará de agua templada, ya que, si está muy caliente o muy fría el agua podrían dañarse las zapatillas.

Después se cogerá un cepillo de cuerdas suaves o de dientes y con él se irá frotando en movimientos circulares, haciéndolo con mayor intensidad en las partes más sucias.

Hay que crear la suficiente espuma e ir humedeciendo solo el cepillo. También, lo recomendable es limpiar cada parte por separado, incluidos los cordones. La esponja servirá para rematar el trabajo y quitar el exceso de agua del interior, logrando una limpieza eficaz y sin olor a humedad.

En el caso específico de los cordones, si están muy sucios, pueden meterse en un vaso de tubo con agua y un poco de bicarbonato y dejarlo unos minutos actuar para que vuelvan a su color original.