Joaquin Phoenix es un hombre solitario a punto de firmar su divorcio cuando su nuevo sistema operativo, al que bautiza como Samantha, conquista su corazón. Joaquin Phoenix es actor, un muy buen actor, y la historia que resume esta frase, la sinopsis de una de sus películas, 'Her' (2103, Spike Jonze), también una muy buena película. Y una distopía basada en el colmo del Internet de las Cosas: una relación de pareja -casi- en toda regla con un ente de inteligencia artificial.

Aunque de momento solo haya sido posible en el mundo del celuloide, la fantasía tiene también sus briznas de realidad. A este lado de la pantalla, Samantha se llama Alexa, Siri, Ok Google, Aura, Movistar Home y tantos otros nombres como asistentes virtuales han ido e irán naciendo con el objetivo de hacer de la vida una sucesión de gestos cada vez más smart (inteligente) y convertir nuestro universo doméstico en una réplica casi perfecta de la más exquisita ciencia ficción.

El IoT (Internet of the Things, por sus siglas en inglés), quizá la mayor revolución desde la World Wide Web, es la fuente que alimenta este prometedor mercado entorno a la smart home, la casa inteligente. Una casa inteligente, pero que todavía no piensa. Paso que solo dará cuando los distintos aparatos, dispositivos, servicios, plataformas, redes y objetos virtuales que ofrecen soporte al IoT sean capaces de comunicarse entre sí. Y ese momento todavía no ha llegado.

Con todo y en datos de la consultora IDC, las previsiones apuntan un crecimiento del 26,9% del mercado global de aparatos para smart home este 2019 hasta los 832,7 millones de envíos, cantidad que, según sus cálculos, alcanzará los 16,9 billones de envíos en 2023 a medida que aumente la disponibilidad de productos y servicios y los consumidores adopten un mayor número.

Una transformación que va a vivir su gran eclosión con el uso masivo del 5G, y gracias a su potencial. Esto supondrá una transformación radical del hogar tal como lo conocemos: una lámpara, una silla, el frigorífico, la puerta de casa, el sistema de vigilancia, el móvil€ Todo estará conectado, cada elemento aprenderá de sus funciones y se adaptará a nuestras necesidades.

Hogares inteligentes

Conectados y enchufados a la nube. Ese es el futuro, incluso el presente, de nuestros hogares gracias al Internet de las Cosas, el big data y toda la tecnología destinada a mejorar la comodidad y la eficiencia de nuestras casas. El año pasado, este tipo de negocio movió más de 400 millones de euros en España y se prevé un crecimiento del 14% anual hasta el 2022, según la consultora Oliver Wyman.

Desde que Google desembolsó 3.000 millones de euros en 2014 por Nest, otros moradores de Silicon Valley como Amazon o Apple han querido subirse a la automatización doméstica. Los programas de estas tres firmas (Home, de Google; Alexa, de Amazon; Homekit, de Apple) manejan luces, aplicaciones de televisión, climatizadores o electrodomésticos de varias marcas. Pero no son las únicas.

Samsung ha sacado Houseinhand KNX, perfecta para elementos de domótica como iluminación o persianas en función de lo que se ve en la tele o de su reproductor musical. IFTTT (siglas de If This, Then That, "si eso, entonces esto") es un sistema para desencadenar acciones en función de lo que ocurre. Por ejemplo: silenciar el teléfono cuando entras en casa y subir el volumen al salir.

Relojes que hacen de mando de control multitareas, neveras que encargan la compra solas, inodoros que se autogestionan, secadoras que se activan tras la lavadora, cámaras de vigilancia, alarmas, cerraduras, utensilios de cocina...entre muchos otros. Cada vez más objetos incorporan tecnología smart para conectarse a dispositivos digitales y participar de las ventajas del IoT.

Los altavoces inteligentes -Alexa, Google Assistant, Siri- representan hoy en día el punto de partida perfecto para iniciarse en el Internet de las Cosas. Aunque son el gadget del momento, la cantidad de aparatos asequibles con los que generar una domótica suficiente es mucho más amplia: enchufes inteligentes, interruptor inteligente, frigoríficos con cámara, cocina desde el móvil, imprime desde cualquier dispositivo, básculas, teles con inteligencia artificial, la nueva iluminación, sábanas, colchones, wc y hasta ropa inteligente. Incluso existen camas que regulan la temperatura de los pies y espejos que analizan el estado de la piel.

Estos nuevos electrodomésticos actúan como sensores, recogen datos y, por medio del big data, ofrecen servicios adaptados. ¿Hay alguien durmiendo? Apagan las luces. ¿Falta comida en la nevera? Hace un pedido al súper. La oferta actual permite gestionar prácticamente toda la casa desde un smartphone o tableta.

Como una riada de fichas de dominó donde una golpea a la siguiente, estos avances han empujado al sector inmobiliario a pensar en modelos compatibles con una tecnología de muy buen potencial, siempre que se cumplan los requisitos de protección de datos y privacidad. Y, cargamos con el lastre de que la mayoría del parque inmobiliario español es antiguo en origen, de acuerdo con Cedom (la sociedad española de domótica), estamos viviendo un "incremento de las promociones que incluyen domótica o preinstalación en sus memorias de calidades, incluso en viviendas protegidas".

Más allá de la comodidad

Entre las conquistas de esta digitalización doméstica, destaca la eficiencia energética, una sencilla corriente alterna o redes inteligentes que conjugan electricidad, comunicaciones y sistemas de información que trabajan por los objetivos de eficiencia energética y los desafíos medioambientales.

La sociedad está cada vez más concienciada con la eficiencia energética. De hecho, el principal beneficio de las smart homes y la domótica en general pasa por el ahorro de fuentes de energía. Y, en lo que a inteligencia artificial y domótica se refiere, las instalaciones más demandadas son el control de los sistemas de iluminación y climatización. Los datos las avalan: el ahorro que proponen este tipo de hogares, entre el 25 y el 30% en el consumo energético, según Cedom.

A vueltas con la seguridad

A pesar del cambio de paradigma, esta tecnología plantea retos. Más dispositivos en el hogar o la oficina implica nuevas posibilidades de hackeo y más datos privados recolectados, más información a proteger. Ah, sí, la seguridad. No hace ni dos semanas de que dos hackers franceses descubrieran que el robot de cocina de Lidl que rivalizaba con Thermomix tiene un micrófono oculto, un altavoz y graves problemas de privacidad y seguridad.

Valga la paradoja, la seguridad es la razón principal por la que la mayoría de españoles (85%) adoptaría el hogar digital, junto a la posibilidad de conectar una cámara a su domicilio que le permitiese ver lo que sucede en él a todas horas, según ha revelado Tyco, uno de los principales vendedores de alarmas. Los motivos que le siguen son la comodidad de tener el control de la casa desde un solo dispositivo (20%), cuestión todavía difícil de alcanzar por el excesivo celo de las distintas compañías del sector en la predominancia de cada uno de sus productos.