Ciencia y sociedad
Los perros piensan en “lo que se hace” con un objeto, no solo en “cómo se ve”
Algunos son capaces de extender etiquetas verbales a objetos nuevos basándose en su función, no en su aspecto

Algunos perros con talento para el vocabulario pueden hacer abstracciones. / Magda Ehlers/Pexels
Redacción T21
Los perros con talento para el vocabulario pueden hacer mucho más que diferenciar una cuerda de una pelota: son capaces de transferir nombres aprendidos a objetos completamente nuevos, siempre que el uso sea el mismo. No se fijan en el aspecto, sino en cómo y para qué se utiliza cada cosa durante el juego.
Los perros con un vocabulario específico para nombres de juguetes pueden transferir los nombres aprendidos a objetos completamente nuevos, no porque estos se parezcan, sino porque se usan de la misma manera.
Esto significa que, si un perro ha aprendido que la palabra “pull” se usa cuando juega al tira y afloja —es decir, ese juego donde agarra el objeto con los dientes y su dueño tira del otro extremo—, lo importante no es el tipo de juguete, sino la acción. Cuando se le presenta un objeto completamente nuevo y se juega con él de la misma manera, el perro comprende que ese nuevo objeto también entra dentro de la categoría “pull”. Así, la etiqueta verbal no se asocia solo a una cuerda, sino a cualquier objeto que sirva para ese tipo de juego, aunque nunca lo haya visto antes. El perro piensa en lo que hace con el objeto, no simplemente en cómo se ve.
Palabras clave
Este sorprendente hallazgo surge de una investigación publicada en la revista Current Biology que se ha centrado en lo que llaman “perros dotados para el aprendizaje de palabras” o Gifted Word Learners. En lugar de limitarse a reconocer objetos por sus características perceptivas, estos perros demuestran una notable capacidad para crear categorías funcionales basadas en la experiencia cotidiana y lúdica con sus dueños.
El procedimiento experimental demostró que, tras aprender los nombres de diferentes juguetes asociados a actividades concretas (como lanzar o traer), los perros son capaces de extender este conocimiento a objetos nuevos, guiados únicamente por la función que desempeñan en el juego, sin necesidad de una semejanza física.
Resultados claros
El experimento se llevó a cabo en un entorno natural, alejándose de los entrenamientos intensivos de otros estudios en animales y acercándose a la cotidianidad de los niños aprendiendo palabras. Este método permitió observar cómo los perros integraban el uso social de las etiquetas verbales durante sesiones de juego normales.
Tras confirmar que los perros sabían identificar correctamente los objetos usados habitualmente para jugar al tira y afloja (“pull”) y para lanzar y traer (“throw”), los investigadores les presentaron juguetes nuevos, muy diferentes en aspecto y material. La clave era que estos objetos se asignaron a los mismos tipos de juego: se utilizaban igual que los habituales, unos para tirar y otros para lanzar. De este modo, se comprobaba si los perros utilizaban la palabra “pull” o “throw” para responder, guiándose por la acción —el tipo de juego— y no simplemente por la apariencia del objeto.
Referencia
Dogs extend verbal labels for functional classification of objects. Claudia Fugazza et al. Current Biology, September 18, 2025. DOI: 10.1016/j.cub.2025.08.013
Capacidad de abstracción
Así, los resultados ponen en cuestión la visión tradicional sobre la clasificación animal, demostrando que estos perros pueden abstraer la función como base para la categorización y transferencia de etiquetas verbales. Es decir, piensan en “lo que se hace” con el objeto, no solo en “cómo se ve”.
La investigación invita a reconsiderar las fronteras entre el lenguaje humano y la cognición animal, señalando que la socialización y el aprendizaje compartido pueden originar procesos mentales complejos, incluso en especies que no desarrollan lenguaje formal.
Por supuesto, estas habilidades no son universales en toda la especie canina: los Gifted Word Learners representan casos excepcionales. Sin embargo, demuestran que la cognición animal puede alcanzar niveles insospechados de flexibilidad y abstracción cuando el aprendizaje ocurre en un contexto social, variado y humano, como el juego entre dueño y mascota.
Las implicaciones van más allá de la simple anécdota: abren nuevas vías para explorar cómo el entorno y la interacción social influyen en la evolución de los procesos de categorización y en la relación entre función, lenguaje y pensamiento en los animales y los humanos.
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