Nullius in verba (7)

Llamar mono a un ser humano es una aberración científica

Realmente los blancos caucásicos son los más parecidos a los chimpancés, bonobos y gorilas

Imagen de la grada de Mestalla durante el partido entre Valencia y Real Madrid.

Imagen de la grada de Mestalla durante el partido entre Valencia y Real Madrid. / EP

Eduardo Costas, catedrático de Genética, UCM

Los blancos caucásicos son los realmente parecidos a los monos antropomórficos: ambos tienen la piel blanca, el pelo liso y los labios finos, como los que insultan al jugador brasileño Vinicius. El pasado esclavista de España todavía está presente, basado en la creencia de que Dios creó a los blancos superiores, cuando según la ciencia no hay suficiente diferenciación genética como para que existan razas: toda la humanidad procede de personas con la piel negra.

Durante el partido de fútbol que enfrentó al Valencia con el Real Madrid el 21 de mayo, el jugador brasileño Vinicius recibió insultos racistas llamándole mono reiteradamente. Injuriar al joven futbolista, al tiempo que le hacen muecas simiescas arqueando los brazos y dando saltos que pretenden imitar a un chimpancé, es un hecho que se repite con frecuencia en varios estadios españoles.

En este foro de ciencia no entraremos en cuestiones morales o legales. Pero resulta pertinente responder científicamente a la pregunta: ¿existe alguna evidencia que haga sospechar que Vinicius se parece más a un mono que cualquiera de los que le insultan?

Por su apariencia física y sus orígenes, con una elevada probabilidad, Vinicius tiene sus ancestros en el pueblo africano de los Mandinká, personas de piel oscura que fundaron el Imperio Maliense, conocido por su extraordinaria cultura, pacifismo, desarrollo y riqueza.

Esplendor ancestral

La antigua ciudad de Tombuctú -con su extraordinaria biblioteca o emperadores como Mansa Musa, considerado el hombre más rico de su tiempo-, dan fe del esplendor de los ancestros de Vinicius.

Desgraciadamente, cuando en el siglo XV portugueses y españoles empezaron su expansión, asolaron a ese ilustre pueblo, capturando por la fuerza durante siglos a millones de Mandinká como esclavos a Sudamérica. Se estima que unos 14 millones de africanos fueron capturados y vendidos como esclavos al otro lado del Atlántico.

Quienes llaman mono a Vinicius son en su mayoría lo que en antropología física se denominan blancos caucásicos. Seguramente la razón para que tilden de mono a Vinicius es que piensan que un negro se parece mucho más a un mono de lo que se parece un blanco. Pero ni siquiera es necesario tener conocimientos elementales de biología para ver que esto no es verdad. Tan solo hay que mirar, en vez de tener prejuicios.

Blancos caucásicos

Contrariamente a Vinicius, que tiene la piel de color oscuro, los monos antropomorfos (chimpancés, bonobos y gorilas) tienen la piel blanca, justo como los blancos caucásicos que llaman mono al brasileño.

Vinicius también tiene el pelo rizado, mientras los monos lo tienen liso, al igual que el pelo de los que le insultan. Vinicius tiene los labios gruesos, mientras los que le increpan los tienen finos, justo como los labios de los monos antropomorfos.

En buena parte de los caracteres morfológicos los blancos caucásicos nos parecemos más a los monos antropomorfos que los negros (Steven Jay Gould, el gran especialista en evolución de Harvard, elaboró una lista de estas concordancias).

Pero si en nuestro aspecto externo los blancos caucásicos nos parecemos más a los monos que los negros… ¿de dónde puede venir el prejuicio de considerar monos a los negros?

Mamáyev Kurgán es la colina que domina desde la altura la ciudad de Volgogrado, en el sur de Rusia.

Mamáyev Kurgán es la colina que domina desde la altura la ciudad de Volgogrado, en el sur de Rusia. / Александр en Pixabay.

Kurganes esclavistas

El racismo contra otras personas es algo que desde antiguo hicimos muy bien los blancos caucásicos. El pueblo Yamnaya caucásico de piel blanca del que descendemos los actuales europeos empezó la invasión de Europa hace 5.000 años, expandiendo su cultura esclavista y machista.

Produjeron la primera gran limpieza étnica de la historia: Entre los años 5.000 y 4.500, exterminaron a la gran mayoría de los hombres en Europa (que eran de piel oscura) y esclavizaron a sus mujeres. (Los interesados en el tema pueden ver aquí esta historia). Desde entonces las diversas civilizaciones europeas fueron esclavistas, algo que llegó al extremo en los aparentemente tan civilizados romanos.

Pero no hace falta ir tan lejos en el tiempo. En nuestro país el último esclavo recuperó la libertad en 1886, pese a que 6 años antes (el 19 de enero de 1880) el Congreso de los Diputados ya había votado su abolición. Los esclavos en venta se anunciaban en los periódicos sin el más mínimo recato.

Por ejemplo, el 3 de febrero de 1846, el periódico conservador “La Marina” anunciaba en su columna de anuncios breves: «Se vende una negra por no necesitarla su dueño. Congoleña, de veinte años y con una cría de 11 meses sana». El siguiente anuncio decía: «Se vende un negra recién parida, con abundante leche, excelente lavandera y planchadora, con principios de cocina, joven y sin tachas».

Anuncio esclavista en la España de 1846.

Anuncios esclavistas en la España de 1846. / Archivo.

Pasado esclavista

Nos guste o no nuestro país fue esclavista. Fuimos el último país europeo en acabar con semejante práctica y el comercio de esclavos está detrás del origen de las fortunas de varias de las familias más poderosas de la actualidad.

Sin embargo, para justificar la esclavitud los españoles no nos rompimos la cabeza. Echamos mano de la “verdad revelada”: Dios creó las distintas razas separadamente y en su infinita sabiduría hizo superiores a los blancos.

El racismo perduró en nuestro país por siglos y hoy en día sigue siendo un grave problema. Tengo delante mi libro de Ciencias Naturales de 5º de Bachillerato. Contiene un capítulo dedicado a las razas humanas. Sobre los negros dice literalmente “Esta raza, intelectualmente inferior a la blanca, lo es también desde el punto de vista físico”. El libro insiste en que los negros están muy próximos a los simios. Por supuesto no se esgrime argumento alguno que justifique tal aserto. Pero en ese tiempo los chicos teníamos que memorizar contenidos sin hacer preguntas.

Por el contrario, otras grandes civilizaciones esclavistas como los Estados sureños de Norteamérica realizaron un gran esfuerzo intelectual para intentar justificar, al menos con un ligero barniz científico, la superioridad de los blancos.

Justificación de la esclavitud

Para entender algo sobre las teorías racistas modernas podemos remontarnos a 1851. Ese año falleció Samuel George Morton. Numerosos periódicos del sur de Estados Unidos publicaron encendidas loas al difunto Morton con frases de este estilo: "Nosotros, los ciudadanos del Sur, deberíamos considerar al Doctor Morton como nuestro gran benefactor por ayudar materialmente a dar al negro su verdadera posición como una raza inferior".  Morton sostenía que “Dios creó a cada raza humana por separado y a cada una le atribuyó características específicas” y dedicó su vida a buscar una base científica para la poligenia. Asesoró a políticos como el Secretario de Estado John C. Calhoun sobre la justificación de la esclavitud.

Según Morton “Quienes componen la raza negra presentan el grado más bajo moral e intelectual de la humanidad. En su mayor parte son incapaces de un continuo proceso de razonamiento sobre temas abstractos. Son con frecuencia caracterizados por la superstición y crueldad y parecen ser aficionados a las empresas bélicas. Los negros no tienen habilidad para inventar, tan solo una capacidad de imitación.

Por el contrario, sobre los blancos escribió que: "La raza caucásica se caracteriza por una piel naturalmente hermosa, susceptible de todos los matices que dio a luz a sus más bellos habitantes… Esta raza se distingue sobre todo por la facilidad con la que alcanza las más altas dotes intelectuales.

Louis Agassiz, para quien las especies no evolucionan.

Louis Agassiz, para quien las especies no evolucionan. / William Shaw Warren.

Tesis poligenistas

Morton encontró un gran seguidor en Louis Agassiz quien llevó al extremo las tesis poligenistas. Agassiz consideraba a los distintos grupos raciales no solo como razas, sino como especies distintas y muy diferentes entre sí, creadas por Dios separadamente, sin ningún tronco o antecesor común. Por supuesto Agassiz defendió vehementemente que los individuos de la raza negra eran inferiores por naturaleza.

Louis Agassiz se opuso fanáticamente a la teoría de la evolución de Charles Darwin, defendiendo una visión fijista de la vida. Para Agassiz las especies no evolucionan y el cambio de unas especies a otras se produce debido a la intervención divina directa. Y Dios creó a los negros inferiores, según su razonamiento.

Morton el gran campeón intelectual del racismo, pretendió darle un barniz “científico”. Para ello, Morton realizó un estudio morfométrico midiendo cráneos de blancos caucásicos y negros. Dedujo que los blancos tenían mayor capacidad craneal que los negros y por eso eran más inteligentes.

Fraude científico

Pero Morton no hizo ciencia. La ciencia se hace una pregunta. Plantea una hipótesis e intenta ver si es cierta. Morton pudo obrar de una manera científicamente correcta preguntándose si los negros eran inferiores a los blancos. También pudo plantear la hipótesis de que los negros tienen menos capacidad craneal. Entonces tenía que medir rigurosamente la capacidad de cráneos de blancos y negros. Hacerse con una representación significativa de cráneos adultos de blancos y de negros y medirlos empleando un sistema de doble ciego (mientras medía los cráneos no podía saber si eran de blanco o negros para no verse influido). Después debía analizar estadísticamente los resultados obtenidos comparando ambas poblaciones. Y publicar honradamente los resultados obtenidos.

En vez de hacer eso, Morton hizo lo contrario a la ciencia: falseó los resultados para defender sus prejuicios. Entre los cráneos de negros incluyó muchos cráneos de niños, mientras que los cráneos de blancos eran todos de adultos de gran tamaño.

Estatua de Darwin  Anis del Mono en el Pont del Petroli de Badalona, obra de Susana Ruiz.

Estatua de Darwin Anis del Mono en el Pont del Petroli de Badalona, obra de Susana Ruiz. / Txebixev

Incluso con Darwin

En España no estábamos para las sutilezas intelectuales de Morton o Agassiz. Pero en las etiquetas del licor “Anís del Mono” se imprimió una caricatura de la cara de Charles Darwin con un cuerpo de simio. Hace un par de años contemplé en el paseo marítimo de Badalona la estatua de un mono con la cara de Charles Darwin y una botella de Anís del Mono en la mano. Charlando sobre la estatua con la gente del lugar, la mayoría se mostraban orgullosos de la misma…

Indudablemente a los racistas le molesta la ingente contribución al conocimiento de Charles Darwin. Existe un dicho: “En biología nada tiene sentido si no es a la luz de la evolución”.

El desarrollo de la Teoría Evolutiva, que recibió un extraordinario empuje con el desarrollo de la genética molecular, nos permitió saber que todos los seres humanos de nuestra especie se originaron en África. Descendemos de ancestros comunes que eran de piel negra y durante la mayor parte de nuestra historia vivimos en África y seguimos teniendo la piel negra.

Muy pocos humanos salieron de África dispersándose por el mundo y consiguiendo que sus descendientes llegasen hasta hoy en día. Algunos de los que salieron de África se encontraron con otras dos especies de hombres más primitivos que nosotros: los Neandertales y los Denisovanos. Hibridaron con ellos y por eso una pequeña parte del genoma de algunos caucásicos tiene genes que proceden de los Neandertales, mientras que una pequeña parte del genoma de algunos asiáticos conserva genes procedentes de los Denisovanos.

Falacia poligenista

Pero genéticamente hablando entre las distintas poblaciones de seres humanos de hoy en día no hay suficiente diferenciación genética como para que existan razas. La poligenia solo es una falacia.

Además, los seres humanos que descendemos de los primeros humanos que salieron de África tenemos mucha menos variabilidad genética que la que tienen los que se quedaron allí. Tanto es así que hay mucha más variabilidad genética en los aproximadamente 250.000 personas Koi San que viven en el desierto del Kalahari, que en los aproximadamente 6.500 millones de personas que descendemos de los que migraron fuera de África.

No existe ninguna base científica para el racismo. Pero la estupidez de muchos blancos caucásicos es ingente. Un ejemplo: el 14 de mayo de 2022, Payton Grendon, un joven estadounidense de 19 años, ferviente cristiano e inculto supremacista blanco cargado de prejuicios, tiroteó a no blancos en un mercado de Buffalo.

Según sus palabras “pretendía asustar a la mayor cantidad posible de gente no blanca y no cristiana para que se vaya del país”. El crimen de Grendon está relacionado con un resurgir del racismo de una forma más sutil: la teoría crítica de la raza. Pero esta es una historia de la que hablar en otro artículo.

Referencia

Gould, S. J. (1981). The Mismeasure of Man. New York: W.W. Norton & Co. p. 20.

LOS PODERES, BAJO LA MIRADA CIENTÍFICA

 

•   Artículos para entender lo que nos pasa desde una óptica rigurosa

 

Nuestra vida cotidiana transcurre en un mundo extremadamente complejo. Entenderlo nos plantea un extraordinario reto intelectual. Los análisis dialécticos clásicos, por más elaborados que resulten, no parecen ser suficientemente capaces de explicarlo.

Mientras aumenta enormemente la dificultad de los desafíos a los que se enfrenta la humanidad, cada vez hay más adeptos incondicionales de las ideologías simples polarizadas en extremo. Numerosos bulos y fake news, teorías de la conspiración, a cuál más irracional, se abren paso atrayendo a decenas de millones de personas.

Algunas de estas creencias son simplemente ridículas (por ejemplo, el terraplanismo). Pero otras (antivacunas, negacionistas del cambio climático, etc.) dificultan sobremanera la solución a retos de los cuales depende el futuro de nuestra especie.

En medio de este panorama debemos plantearnos cuán acertadas son nuestras opiniones, pero -sobretodo- cuán acertadas son nuestras decisiones.

No es una mera curiosidad académica. Interpretar lo mejor posible la realidad que nos rodea nos permite tomar buenas decisiones, algo esencial si queremos construirnos una buena vida y conseguir que la sociedad vaya mejor.

Tal vez sea hora de abordar la realidad desde un enfoque diferente.

Conocimientos para analizar la realidad

La ciencia experimental nos ha proporcionado el conocimiento más completo y fiable del que dispone la humanidad. A base de responder preguntas aplicando rigurosamente el método científico experimental, hemos conseguido proezas tales como desvelar cuál fue el origen de nuestro universo, datar con precisión cuando ocurrió, revelar la naturaleza íntima de la materia y la energía, describir lo que ocurre a velocidades próximas a la de la luz, desentrañar los misterios de la relatividad y de la mecánica cuántica, liberar la energía del átomo…

Hemos podido comprender también la esencia de la vida, descifrando el complejo funcionamiento de su maquinaria molecular y la manera en que evolucionan los organismos, escribiendo una crónica detallada de la biodiversidad durante los últimos 3.500 millones de años.

Incluso nos aproximamos a la comprensión de la base material de nuestra propia consciencia y desarrollamos inteligencia artificial sobre soportes materiales no biológicos.

La ciencia triplicó nuestra esperanza de vida y nos permitió unos estándares de bienestar material impensables durante la mayor parte de nuestra existencia como especie. Por primera vez en nuestra historia no vivimos cubiertos de parásitos, tenemos analgésicos y no estamos muchos de nosotros permanentemente hambrientos.

Mejorar nuestras opciones

Si la ciencia experimental consiguió tan gigantescos logros, también podrá explicar certeramente lo que pasa en nuestra vida cotidiana, proporcionar una visión mejor de la política o la economía y ayudarnos a acertar en nuestras previsiones.

Decía Carl Sagan que una buena manera de entendernos a nosotros mismos es realizar un experimento mental imaginando que unos extraterrestres extremadamente inteligentes, tremendamente avanzados a nivel tecnológico, que para adquirir sus conocimientos solo siguen un razonamiento científico-matemático extremadamente riguroso: nos estudian a distancia sin interferir en nada con nosotros.

De hecho, ni siquiera sabríamos que nos están estudiando. Nada saben de nosotros, ni de nuestra historia, ni de nuestras ideologías, creencias o religiones. Simplemente nos analizan sin prejuicios solo en base al método científico. ¿A que conclusiones llegarían?

Eduardo Costas, científico profesional, catedrático y académico, y Eduardo Martinez de la Fe, periodista científico con una larga trayectoria, colaboran desde hace años en diversos proyectos de divulgación científica.

Ahora asumen un nuevo reto: analizar, aplicando rigurosamente el método científico, diversos problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad, intentando sacar las consecuencias necesarias que nos ayuden a mejorar la vida.

Es un objetivo ambicioso que afrontamos con total humildad intelectual.

Certezas basadas en evidencias

El nombre elegido para esta nueva sección es Nullius in verba, que puede traducirse del latín como “no confíes en la palabra de nadie” y que tiene un gran significado en la historia de la ciencia. Es el lema de la Royal Society, la sociedad científica que cambió nuestra historia al resultar clave para el desarrollo del mundo moderno.

Resume nuestro objetivo con esta serie de artículos de entender la vida cotidiana desde una perspectiva científica. La búsqueda de la verdad debe dejar de lado las presiones políticas, sociales o religiosas y sustentarse en hechos demostrables en vez de en la palabra, la autoridad o la fama de alguien.

Trataremos desde este enfoque temas de actualidad que a todos nos preocupan (políticos, jueces, emigración, economía…). Nos ayudará a entender. Nos ayudará a acertar en nuestras decisiones en estos tiempos de gran incertidumbre.

En los albores del siglo XX, Ortega y Gasset reflejó este momento incertidumbre con una fase célebre: no sabemos lo que nos pasa y eso es lo que pasa. Nosotros añadimos: aunque seguimos sin entender muy bien lo que pasa, queremos entender por qué nos pasa. Como veremos, las herramientas científicas son tremendamente útiles para conseguirlo.

 

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