Una enorme colección de genomas muestra cómo los cazadores-recolectores se convirtieron en algunos de los primeros agricultores del mundo hace 12.000 años. Al abandonar el nomadismo y quedarse en sus sitios a trabajar la tierra, iniciaron una de las transiciones más importantes en la historia humana.

Hace alrededor de 12.000 años, los cazadores-recolectores nómadas del Medio Oriente concretaron un cambio trascendental: decidieron dejar atrás sus vidas nómadas y errantes para afincarse en un sitio concreto y obtener los frutos de la tierra.

Nacía así la agricultura, el eje de un cambio social, económico y cultural que marcó a fuego a la humanidad para siempre, principalmente hasta la llegada de la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII y el comienzo del predominio de las ciudades. 

Según un artículo publicado en la revista Nature, dos estudios de ADN antiguo, incluyendo uno de los conjuntos más grandes de genomas humanos antiguos analizados hasta ahora, se centraron en la identidad de los cazadores-recolectores que se establecieron en la península de Anatolia, en lo que hoy es Turquía. 

La revolución de la tierra

La evidencia arqueológica y genética indica que los humanos comenzaron a dedicarse a la agricultura en el Medio Oriente. Este profundo cambio, que también se produjo posteriormente de forma independiente en otras partes del mundo, se conoce como revolución neolítica: está ligado a la domesticación de las primeras plantas y animales.

Sin embargo, las dos investigaciones, publicadas respectivamente en bioRxiv y Cell, arrojan luz sobre la forma en la cual se produjo esta crucial “revolución agrícola”: se sabe que las primeras poblaciones agrícolas europeas provienen principalmente de agricultores de la península de Anatolia, pero los científicos se preguntaron qué sucedió antes de que comenzaran a propagar la agricultura por toda Europa.

Para aclarar esta cuestión, en uno de los estudios los investigadores secuenciaron los genomas de 15 cazadores-recolectores y primeros agricultores que vivían en el suroeste de Asia y Europa, quienes dejaron su rastro a lo largo del río Danubio, una de las principales rutas de migración que eligieron los primeros agricultores para dirigirse hacia Europa.

Los restos desde los cuales se extrajo el ADN antiguo provienen de varios sitios arqueológicos, incluyendo parte de los primeros pueblos agrícolas en el oeste de Anatolia.

Expansión hacia el oeste

Al avanzar en los análisis, descubrieron que los antiguos agricultores de Anatolia descendían de una mezcla genética repetida entre distintos grupos de cazadores-recolectores de Europa y Oriente Medio, que crearon diferentes comunidades y se dividieron hace unos 25.000 años, en pleno apogeo de la Edad de Hielo.

Los resultados de los estudios sugieren que los grupos de cazadores-recolectores occidentales casi se extinguieron después de ese período, hasta que comenzaron a recuperarse lentamente a medida que el clima se calentaba.

Ya establecidas en Anatolia, las primeras poblaciones agrícolas que descendían de los antiguos grupos escindidos comenzaron a trasladarse hacia el oeste de Europa, hace unos 8.000 años. En ese contexto, se mezclaron ocasionalmente con los cazadores-recolectores locales: para los científicos, fue la expansión de las personas y de las comunidades agrícolas lo que llevó a la agricultura más hacia el oeste del viejo continente.

En el mismo sentido, en el segundo estudio se analizaron los genomas de 317 cazadores-recolectores y los primeros agricultores de toda Eurasia, concretando el análisis de genomas antiguos más grande hasta ahora de este período. Los investigadores también descubrieron una división entre los grupos de cazadores-recolectores del este y del oeste, y fijaron la llegada de los agricultores de Anatolia a Europa hace unos 8.700 años, en la zona de los Balcanes. 

Referencias

The genomic origins of the world's first farmers. Marchi, N. et al. Cell (2022). DOI:https://doi.org/10.1016/j.cell.2022.04.008

Population Genomics of Stone Age Eurasia. Morten E. Allentoft et al. BioRxiv (2022). DOI:https://doi.org/10.1101/2022.05.04.490594