Formas de vida con la capacidad de neutralizar el ácido presente en la atmósfera de Venus podrían estar creando “bolsas habitables” en sus nubes: el amoníaco desencadenaría reacciones químicas que favorecerían un entorno más amigable.

Cientificos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la Universidad de Cardiff y la Universidad de Cambridge proponen en un nuevo estudio una sugerente hipótesis: la vida en Venus estaría presente y habría “evolucionado” para crear un ambiente propicio, capaz de sobrellevar las condiciones extremas del planeta infernal. Los microorganismos formarían estructuras protectoras en forma de bolsas, para sobrevivir en las nubes de Venus y “viajar” por todo el planeta gracias a la acción de los vientos.

De acuerdo a una nota de prensa del MIT, la clave sería el amoníaco (NH 3): detectado tentativamente en la década de 1970 por las sondas Venera 8 y Pioneer Venus, la presencia de este gas ha sido desde entonces un misterio sin resolver. Según las teorías en vigencia, el amoníaco no debería producirse mediante ningún proceso químico conocido en Venus. ¿Es, entonces, producto de algún tipo de actividad biológica?

Bolsas habitables

Junto a la presencia de amoníaco, los científicos han observado durante mucho tiempo anomalías desconcertantes en la atmósfera de Venus, como por ejemplo firmas químicas inexplicables en un planeta con esas características. Es el caso de pequeñas concentraciones de oxígeno, partículas no esféricas que contrastan con las gotas redondas del ácido sulfúrico, niveles inesperados de vapor de agua y dióxido de azufre. En 2020, parte del equipo científico que participa en esta nueva investigación informó la detección de fosfina en las nubes de Venus, abriendo las posibilidades para la identificación de alguna forma de vida.

A partir de la hipótesis propuesta en el nuevo estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los astrónomos sostienen que todas las reacciones químicas (o por lo menos una parte importante de ellas) que no tienen explicación en Venus estarían originadas por la acción de microorganismos. Poco a poco, estas formas de vida han generado un ambiente más propicio para su desarrollo en las nubes que cubren al planeta.

Al parecer, el amoníaco desencadenaría una cascada de procesos químicos que neutralizarían las gotas circundantes de ácido sulfúrico en las nubes de Venus: gracias a esto, la vida microbiana crecería en “bolsas” no esféricas que funcionarían como estructuras protectoras contra las “agresiones” del complejo entorno planetario. 

Los investigadores piensan que esto también podría explicar la mayoría de las reacciones químicas observadas en la atmósfera de Venus. Al mismo tiempo, la presencia de amoníaco se sustentaría en un origen biológico, en lugar de una fuente no biológica como un rayo, erupciones volcánicas o incluso el impacto de un meteorito.

Mediciones in situ

La presencia de un gas como el amoníaco y el resto de las reacciones químicas identificadas son más que suficientes para pensar en la posible existencia de alguna forma de vida microbiana en Venus. Todo indica que se habría desarrollado mediante una vía química por la cual los microorganismos lograrían neutralizar el ambiente ácido de Venus, creando estructuras habitables y autosuficientes en las nubes.

Aunque hay formas de vida en la Tierra, incluso en el interior de nuestros propios estómagos, que generan amoníaco para hacer habitables entornos que de otro modo serían extremadamente ácidos, las condiciones de Venus son mucho más extremas y requerirían de un esfuerzo mayor para neutralizar la acción de los ácidos.

Sin embargo, futuras misiones espaciales a Venus podrían comprobar esta hipótesis mediante mediciones in situ: el proyecto Venus Life Finder Missions propone enviar naves espaciales en los próximos años para verificar la presencia de amoníaco y otros signos de vida. ¿Quedará entonces resuelto el misterio de la vida en Venus?

Referencia

Production of ammonia makes Venusian clouds habitable and explains observed cloud-level chemical anomalies. William Bains, Janusz J. Petkowski, Paul B. Rimmer and Sara Seager. PNAS (2021). DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2110889118