Una investigación con base en Singapur concluye que la esperanza de vida humana puede llegar hasta los 150 años, duplicando los valores actuales. Utiliza una aplicación para dispositivos móviles para medir diferentes parámetros relacionados con el envejecimiento humano. Los hallazgos se basan en muestras de sangre y en datos de actividad física de cientos de miles de personas en los Estados Unidos y el Reino Unido.

De acuerdo a una nota de prensa, los especialistas emplearon sistemas de Inteligencia Artificial para determinar la capacidad de recuperación del cuerpo humano frente a una lesión o enfermedad, teniendo en cuenta la edad, las enfermedades y los estilos de vida.

Dicha capacidad disminuye con la edad: cuando envejecemos, necesitamos cada vez más tiempo para recuperarnos de cualquier dolencia o patología.

Quizás la conclusión más importante del estudio, publicado en la revista Nature Communications, es que no hay posibilidad de un avance significativo en la longevidad humana si no se desarrollan terapias y tratamientos que aborden el proceso de envejecimiento, aunque puedan prevenirse y curarse todo tipo de enfermedades.

Sin embargo, la investigación puede estimular nuevas intervenciones contra el problema del envejecimiento humano.

Poder de recuperación

Los datos, recopilados a través de la aplicación GeroSense para iPhone sobre la actividad física de los participantes y las muestras de sangre, se emplearon para medir cómo se modifica con el avance de la edad la capacidad de recuperación o resiliencia del organismo ante los eventos traumáticos, mediante un parámetro que los científicos denominaron indicador dinámico del estado del organismo (DOSI, de acuerdo a las siglas en inglés).

El análisis de esta información les permitió concluir que el límite de ese poder de recuperación frente a una enfermedad disminuye notoriamente entre los 120 y los 150 años de edad: de esta forma, la esperanza de vida promedio podría duplicarse en función de los valores actuales, que la ubican en torno a los 80 años.

Este incremento resulta lógico y hasta previsible si tenemos en cuenta que sobre comienzos del siglo XX la esperanza de vida al nacer se ubicaba en poco más de los 30 años de edad, en tanto que ya en 1950 se había duplicado y llegaba a los 70 años. Sobre 1990, la esperanza de vida promedio era de 77 años, un valor cercano al que se registra en la actualidad.

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Buscando el Santo Grial de la longevidad

La adopción de estilos de vida más saludables y los avances científicos permitirán que la esperanza de vida promedio continúe aumentando, pero el «Santo Grial» de la longevidad humana se encontrará únicamente comprendiendo en profundidad los procesos de envejecimiento: a partir de allí se logrará un incremento de la esperanza de vida máxima.

Actualmente, la cantidad de años que puede vivir una persona depende de múltiples factores ambientales, genéticos y sociodemográficos, pero las fluctuaciones de los índices fisiológicos y la capacidad de resistencia frente a las enfermedades marcan un techo común o esperanza de vida promedio.

Este indicador ha aumentado, pero no se ha logrado aún un incremento similar en cuanto a la esperanza de vida máxima: en la actualidad, solamente medio millón de personas supera los 100 años de edad en todo el planeta, sobre una población de casi 7.500 millones.

En resumen, los científicos creen que, al contar con datos más precisos sobre los cambios en la resiliencia del ser humano frente a las enfermedades y el estrés a través del avance de la edad, se podrá profundizar en cómo se desarrolla el proceso de envejecimiento.

Esta información, aportada mediante aplicaciones como la desarrollada en la nueva investigación, podrá acercarnos al logro de una vida cada vez más larga y plena.

Referencia

Longitudinal analysis of blood markers reveals progressive loss of resilience and predicts human lifespan limit. Pyrkov, T.V., Avchaciov, K., Tarkhov, A.E. et al. Nature Communications (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41467-021-23014-1

Foto: Marisa Howenstine en Unsplash.