Las personas de mediana edad y mayores que viven en vecindarios más desfavorecidos desarrollan cerebros más pequeños y muestran un deterioro más rápido en las pruebas cognitivas que las personas que viven en vecindarios más prósperos, según un nuevo estudio desarrollado en la Universidad de Wisconsin en Madison. Ese envejecimiento acelerado del cerebro puede ser un signo de las primeras etapas de la demencia.

Aunque muchas investigaciones anteriores han marcado con claridad las huellas que deja la pobreza en la salud del cerebro, afectando diversas regiones del mismo y disminuyendo habilidades y capacidades propias del ser humano, el nuevo estudio de los investigadores estadounidenses avanza con evidencias concretas en torno al impacto del barrio o vecindario en el cual se reside.

De acuerdo a una nota de prensa de la Academia Estadounidense de Neurología, los científicos descubrieron que las personas que residen en áreas con niveles más altos de pobreza y poseen menos oportunidades educativas y laborales registran un mayor encogimiento cerebral en los escáneres realizados. Las pruebas fueron efectuadas en el marco de un estudio publicado recientemente en la revista Neurology.

Datos cognitivos y sociales

Los investigadores monitorearon a lo largo de 10 años a 601 voluntarios residentes en la localidad estadounidense de Wisconsin, con una edad promedio de 59 años. Todos los participantes no presentaban ningún tipo de problema cognitivo o deficiencias en la memoria al iniciar el estudio, aunque sin embargo casi el 70% contaba antecedentes familiares de demencia.

Los participantes fueron sometidos a una resonancia magnética cerebral inicial y a exploraciones adicionales en períodos que oscilaron entre los tres y los cinco años. En cada una de estas exploraciones complementarias, los investigadores midieron el volumen de áreas del cerebro relacionadas con la demencia. Al mismos tiempo, llevaron adelante pruebas cognitivas y de memoria cada dos años.

Por otro lado, cruzaron estos datos con indicadores socioeconómicos como el nivel de ingresos, las condiciones de empleo, la calidad habitacional y los datos educativos de los voluntarios, determinando en función de la residencia de cada participante si vivía en un barrio favorecido o desfavorecido.

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Evidencias y resultados concretos

Para los especialistas, la reducción del cerebro, el deterioro cognitivo y el aceleramiento en el proceso de envejecimiento serían signos de las primeras etapas de la demencia. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los diversos tipos de demencia afectan a nivel mundial a unos 50 millones de personas. Aunque se trata de un problema en ascenso, las causas parecen ser múltiples y no existen tratamientos que logren revertirla.

En función de estos indicadores, la autora principal del estudio, Amy J. H. Kind, sostuvo que «es importante identificar posibles factores de riesgo que puedan llegar a modificarse, ya que no existen tratamientos para curar la enfermedad. Aunque ya existían evidencias convincentes sobre el impacto de las condiciones sociales, económicas, culturales y físicas en las que viven los seres humanos en la salud del cerebro, en nuestro estudio hemos obtenido datos y conclusiones de gran relevancia», indicó.

A partir de los resultados alcanzados, los científicos creen que existe una relación directa entre las condiciones del vecindario y el incremento en el riesgo de neurodegeneración y deterioro cognitivo tempranos, que a la vez pueden asociarse concretamente con el desarrollo inicial de enfermedades como el Alzheimer y otros tipos de demencia, y que incluso pueden desembocar en otras patologías mentales.

Referencia

Association of Neighborhood Context, Cognitive Decline, and Cortical Change in an Unimpaired Cohort. Jack F.V. Hunt, Nicholas M. Vogt, Erin M. Jonaitis, William R. Buckingham, Barbara B. Bendlin, Amy J.H. Kind et al. Neurology (2021).DOI:https://doi.org/10.1212/WNL.0000000000011918

Foto: Milo Miloezger en Unsplash.