Las neurociencias no han encontrado todavía una base neuronal común que explique la experiencia de la belleza, pero han determinado que el cerebro procesa de forma diferente la percepción de una cara que la de una obra de arte.

Esa enigmática experiencia ha sido estudiada históricamente, tanto desde la filosofía (estética) y desde la historia, como desde la sociología y la psicología social, sin que todavía hayamos alcanzado una definición concluyente.

El gran filósofo occidental Tomás de Aquino (1225-1274) definió la belleza como aquello que agrada a la vista. Edmund Burke (1729-1797), filósofo anglo-irlandés, definió la belleza, unos 500 años después de Aquino, como una cualidad de los cuerpos que obra maquinalmente en el espíritu humano por medio de los sentidos.

Además de definir la belleza, tanto desde la ciencia como desde la filosofía hemos intentado comprender la fascinante experiencia que nos emociona y atrae, ya sea a través de la música, la pintura o escultura, o a través del mundo de las ideas, de las formas o del movimiento.

Para penetrar en ese misterio, durante las dos últimas décadas los neurocientíficos han tratado de determinar si existe una base neuronal común de la experiencia de la belleza: aunque no la han encontrado, han averiguado algunas cosas.

¿Cuestión de corteza?

¿Cuestión de corteza? En 2011, científicos del University College de Londres, en el Reino Unido, descubrieron que la percepción de la belleza es posible gracias a la activación de una región situada en la zona delantera del encéfalo, concretamente en la corteza orbitofrontal medial, relacionada con el procesamiento cognitivo de la toma de decisiones.

Esta región del encéfalo "se enciende" cuando se experimenta algo bello, como una pintura o una pieza musical, señalaron en un artículo publicado en PLOS ONE.

Desde entonces, la evidencia empírica de una base neuronal común de diferentes formas de belleza no ha sido concluyente y esa sensación perdura todavía en el ámbito de las neurociencias.

Dos centros de belleza

Dos centros de belleza Una nueva investigación desarrollada en la Universidad de Tsinghua, China, dirigida por el profesor Hu Chuan-Peng, ha penetrado un poco más en este misterio.

Según esta investigación, en el cerebro tenemos al menos dos "centros de belleza", uno especializado en la belleza que observamos en los rostros de otras personas, y el otro especializado en la belleza que podemos apreciar en las obras de arte.

El descubrimiento, aunque relevante, no disipa el carácter enigmático que tiene para las neurociencias la experiencia de la belleza, destacan los autores de esta investigación.

El estudio se desarrolló estudiando imágenes cerebrales de 1.000 personas, recogidas en una serie de artículos previos ya publicados, con edades comprendidas entre los 18 y los 50 años.

Metanálisis

Metanálisis Ninguna de esas personas era experta en arte, pero se analizaron sus reacciones cerebrales ante pinturas, esculturas, videos de arquitectura y danza artística, así como sus respuestas neuronales a la contemplación de rostros de otras personas.

Después de revisar todos los estudios, los investigadores se centraron en los datos de 49 de ellos, que representan reacciones neuronales de 982 participantes.

Los investigadores llevaron a cabo comparaciones estadísticas de los datos registrados mediante una técnica de metanálisis llamada «estimación de probabilidad de activación» (ALE).

Esta técnica les permitió rastrear patrones de actividad cerebral en las personas que miraban algo bello, ya fueran expresiones artísticas como rostros humanos: luego combinaron datos para ver si surgían coincidencias consistentes.

Las caras, mejor

Las caras, mejor Lo primero que apreciaron es que mirar caras bellas activa varias partes del cerebro: la corteza prefrontal ventromedial (vmPFC), implicada en la toma de decisiones emocionales, la corteza cingulada anterior pregenual (funciones ejecutivas), así como el estriado ventral izquierdo, también conocido como centro universal de la motivación.

Estas regiones permanecen indiferentes cuando las personas miran obras de arte, si bien en ese momento se registra una mayor actividad neuronal en la corteza prefrontal medial anterior (aMPFC), relacionada con las respuestas emocionales.

Para los investigadores, esa diferente reacción cerebral ante una misma experiencia de belleza, puede explicarse porque la contemplación de un rostro o de una obra de arte activa de distinta forma el sistema de recompensa del cerebro.

Eso significaría, según los autores, que cuando miramos la cara de otra persona que nos parece hermosa, la percepción es tratada por nuestro cerebro como "recompensas primarias", porque pueden producir satisfacción a corto plazo.

Sin embargo, cuando contemplamos un cuadro o una obra de arte, el cerebro procesa la percepción de manera diferente, como "recompensa secundaria", porque la satisfacción experimentada es de otra naturaleza: más profunda y dilatada en el tiempo que requeire un procesamiento de alto nivel.

Belleza universal y particular

La conclusión que puede extraerse de esta investigación es que, para el cerebro, la belleza de un rostro no es lo mismo que la belleza de una pintura o una escultura.

Y no le falta razón, ambas experiencias nos fascinan, pero no es menos cierto que las experimentamos de diferente forma.

Puede por ello que la belleza tenga todavía algo más fascinante: es universal como concepto y particular como percepción, todo a la vez. Y el cerebro lo sabe, aunque hasta ahora no nos hayamos dado cuenta.

Referencia

Referencia Seeking the "Beauty Center" in the Brain: A Meta-Analysis of fMRI Studies of Beautiful Human Faces and Visual Art. Hu Chuan-Peng, et al. Cognitive, Affective, & Behavioral Neuroscience, volume 20, pages 1200?1215(2020). DOI :https://doi.org/10.3758/s13415-020-00827-z