Las violaciones a las normas morales y a las convenciones sociales son distinguidas por los niños desde los 3 años de edad, y dejan huella en cambios fisiológicos evidentes como la dilatación de las pupilas, de acuerdo a una investigación realizada por especialistas de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos. Según se explica en un comunicado, los pequeños tienen claro que romper normas morales o violar los derechos de otros es más negativo que transgredir convenciones sociales.

Seguramente la mayoría de las personas coincidirá en que destruir una obra de arte realizada por otra persona o ejercer violencia de algún tipo es más grave que hacer trampa en un juego de mesa salteando sus reglas. En el primer caso hablamos de una regla moral que preserva los derechos de otras personas y su propia integridad, mientras que en el segundo ejemplo nos estamos refiriendo a una norma o convención social, que nos obliga a seguir ciertos parámetros comunes para todos.

Quizás pueda sorprendernos que estas nociones ya estén incorporadas en niños de 3 años de edad, según han confirmado los científicos estadounidenses. El hallazgo, que sin dudas debe poner en alerta a padres, familiares y docentes, deja en claro que la exposición a esta violación de normas y reglas básicas para la convivencia en sociedad genera incluso secuelas emocionales y físicas en los pequeños.

"Sabemos que no deberíamos golpear a la gente, y que hacerlo es peor que romper una regla en un juego. Ahora confirmamos que incluso los niños pequeños pueden hacer esta distinción a una edad muy temprana, alrededor de los 3 años", indicó Meltem Yucel, la investigadora que lideró el estudio. Vale destacar que la investigación obtuvo distintos premios y fue publicada en Frontiers in Psychology.

Los ojos son el reflejo del alma

En el estudio, los investigadores observaron dos grupos de participantes: por un lado, 66 niños de 3 y 4 años y, por otro, un conjunto de 64 estudiantes universitarios. Los voluntarios tenían que presenciar dos videos. En uno de ellos, un grupo de personas destrozaba la obra de arte de alguien que se encontraba presente en la escena. En el segundo video, un individuo violaba las reglas de un juego de mesa para obtener ventaja.

Los resultados del análisis de esta experiencia, efectuada en 2016, indicaron que todos los voluntarios visualizaron los dos materiales por igual, pero que hubo notables diferencias en cuanto a la atención prestada y a las reacciones generadas. En concreto, tanto niños como jóvenes concentraron más su atención en la persona que fue víctima de la violación moral (destrucción de su obra) que en el "jugador tramposo" que infringió las reglas o convenciones.

En el caso específico de los niños, fue posible medir una dilatación en sus pupilas durante la visualización de la agresión moral, una reacción fisiológica como respuesta a una emoción, que no se apreció con la "trampa" en el juego. Esto permite confirmar con datos concretos que los niños de 3 años ya poseen un entendimiento de las normas morales y sociales, que pueden distinguir entre las mismas y que como consecuencia sienten un impacto emocional.

«En este estudio hemos podido demostrar que incluso a una edad muy temprana, cuando los niños son capaces de distinguir entre normas, también pueden mostrar una diferencia de excitación afectiva», expresó Yucel. El equipo de especialistas ya se encuentra trabajando incluso para intentar confirmar si los mismos resultados pueden verificarse en niños de 2 años, empleando algún tipo de medida fisiológica.

Más allá de la trascendencia científica del estudio, es evidente que debe aplicarse esta información en la forma en la cual los adultos se relacionan con los niños. No cabe duda que los pequeños no miran para otro lado cuando sus padres o docentes se comportan de manera irresponsable.

Referencia

Young Children and Adults Show Differential Arousal to Moral and Conventional Transgressions. Meltem Yucel, Robert Hepach and Amrisha Vaish. Frontiers in Psychology (2020).DOI:https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.00548

Foto: Marcos Paulo Prado en Unsplash.