Los vecinos de Librilla, en shock tras el crimen machista: "Ella era un trozo de pan, esto ha sido una bomba"

"Si aquí somos todos conocidos. Son de aquí del pueblo las dos familias. Familias nobles, familias buenas. Esas cosas pasan y ya está", comentaba un hombre (que prefiere no decir su nombre porque es "muy amigo de las dos familias", detalla) echando una cerveza en el bar Nerea, de Librilla, a las diez y veinte de la mañana del día después del hallazgo del cadáver de Ainhoa, la segunda víctima mortal de violencia machista de 2025 en la Región. Manuel Enrique, su novio, confesó que la había asfixiado hasta la muerte y, según él, luego se tomó una ingente cantidad de fármacos para suicidarse. Pero no se mató: lo atendieron en el Virgen de la Arrixaca y ahí mismo lo arrestó la Guardia Civil.

El pequeño pueblo de algo más de 5.000 habitantes lloraba este lunes a la joven y lidiaba con el trasiego de periodistas a las puertas del Edificio Amazonas, en la calle Totana, donde se cometió el crimen. "La chica estuvo aquí trabajando una temporada, una zagala muy buena", destaca el paisano del bar, que comenta que "al zagal (Enrique) lo conozco menos, pero también es gente muy buena", incide.

"Se cruzan los cables y pasa lo que pasa, por desgracia", opina otro jubilado sobre la muerte de la joven de 19 años cuyo cadáver fue hallado en una casa del municipio este domingo y por el que ha sido detenido como presunto autor su compañero sentimental, un joven de 27.

"Una pareja normal"

"Conozco a los padres de ella, a ella la conocía, a él… aquí nos conocemos casi todos", explica otro vecino. "Ella era una muchacha guapísima", añade su compañero de mesa, echando un cigarro. "Se llevaban bien, puede ser que se le haya ido la pinza a él por algo", aporta un tercero. "Ahí no se ha oído nunca que tuvieran problemas", subrayan, al no encontrar una razón por la cual se hubiera cometido el crimen machista.

Nerea Martínez, la dueña del bar, apunta que Ainhoa "no era una joven nada conflictiva. Si hubiese sido maleducada, peleona… nada. Ha trabajado conmigo, nunca he discutido, nada, nada". "Pero es que vaya tela", comenta aún conmocionada. "Es que yo no sé por qué se han peleado", insiste.

La hostelera precisa que "ellos (la pareja) siempre iban deprisa, a paso ligero, por la calle". De Ainhoa detalla que "sus padres son clientes míos, a veces venía toda la famila… una cosa normal. Yo estoy a cuadros, esto ha sido una bomba radical".

A la víctima la calificó de "trozo de pan" e insistió en que con su presunto agresor formaba "una pareja normal". Nadie se explica qué pudo pasar por la cabeza de Enrique y solo hay conjeturas: "Dicen que ella quería dejarlo y por eso a él se le fue la cabeza", recalca un joven.

En el establecimiento hostelero donde llegaron a trabajar juntos Ainhoa y Enrique preferían este lunes mantener la boca cerrada. "Y que no salga el nombre del bar", pide el dueño, acongojado. El dolor por lo sucedido es colectivo en un pueblo plagado de carteles morados: 'Librilla dice STOP a la violencia de género', se lee en ellos.

Ya en los calabozos

Manuel Enrique, el presunto asesino machista de Librilla, se encuentra ya en los calabozos de la Guardia Civil, confirma un portavoz del cuerpo. El sujeto fue detenido en el Virgen de Arrixaca de Murcia, donde le atendieron porque, según él mismo explicó, se había tomado una gran cantidad de pastillas para tratar de acabar con su vida.

En el hospital sí dijo que su supuesto intento de suicidio se debía a que había matado a su novia, Ainhoa. Algo que habría afirmado ante sanitarios y también ante familiares. Ante la Benemérita, de momento, no ha dado la razón por la que habría cometido el crimen.

Después de que el sospechoso hablase del asesinato, un familiar suyo acudió al piso de la calle Totana de Librilla y descubrió el cadáver de la joven de 19 años. El cuerpo estaba frío. Trató de tomarle el pulso, sin éxito. En su llamada para alertar del hallazgo, esta persona ya dijo que Enrique era el autor del crimen.

Después de ser asistido por los sanitarios, que certificaron que se halla fuera de peligro, el individuo, español y vecino de Librilla “de toda la vida”, fue trasladado al calabozo, desde donde será puesto a disposición judicial en los juzgados de Totana, seguramente este martes y como muy tarde el miércoles. De ahí, previsiblemente, a prisión provisional, comunicada y sin fianza en Sangonera.

Otros paisanos del pueblo afirmaron este lunes que no es la primera vez que Enrique trata de atentar contra su propia vida. Algunos aseguraron que el chico sufría “depresiones”. Y es que el individuo, de 27 años y en paro, fue protagonista de un episodio autolítico hace unos meses, apuntaron residente en el pueblo y corroboran fuentes de la Guardia Civil. Entonces alegó que estaba deprimido por problemas con su pareja.

“Se tomaría un montón de pastillas de las que tiene recetadas”, tiene claro una pareja, que pasea a su perro. Muchos vecinos comentan que “hace unos meses él dio un susto, a lo mejor una llamada de atención, y se tomó unas pastillas. Vino una ambulancia y todo”, recuerdan.