Seguridad

Olfato contra el delito: los perros de la Policía Nacional en Murcia realizan cien servicios al año

Nueve animales y cinco humanos integran la Unidad de Guías Caninos de Murcia, a la que se acaban de incorporar Mango, Xena y Mía, que detectan explosivos y drogas

Los perros de la Policía Nacional en Murcia realizan cien servicios al año

L. O.

Ana Lucas

Ana Lucas

Nueve perros y cinco humanos (un subinspector y cuatro agentes) integran actualmente la Unidad Especial de Guías Caninos de Murcia de la Policía Nacional, que lleva a cabo de media un centenar de servicios operativos al año, tal y como explica el jefe de la unidad, el subinspector Pedro Roca

Este grupo especializado nació en Murcia hace 17 años, cuando se detectó un repunte del trapicheo de estupefacientes (y del narcotráfico directamente) y surgió la necesidad de contar con sabuesos que fuesen más allá que un humano a la hora de descubrir los escondites de drogas y explosivos. 

La gran familia que es la Unidad Especial cuenta con nuevos miembros. «Los últimos en incorporarse se han trasladado de la Unidad de Algeciras y son Mango (especializado en búsqueda de drogas y billetes de curso legal) y Xena (detecta explosivos), con el policía Juan Luis Jiménez, que es su guía; y del último curso de especialización, recién terminado, Mía (drogas y billetes de curso legal) y Pavel, que si bien, acaba de ser adquirido por la Policía, se formará en detección de sustancias explosivas», detalla Pedro Roca.

Algunos agentes optan por llevarse a sus compañeros de cuatro patas a casa, ya que son familia

A la pregunta de cuál es el día a día de los miembros de la Unidad Canina, su máximo responsable comenta que «comienza con el aseo de los canes, por turnos, en los patios dispuestos para ello, y limpieza de los caniles; una vez acabado lo anterior, nos disponemos a preparar, siempre que no se haya asignado algún servicio, las prácticas que se van realizando con los perros de las especialidades». ¿Cómo? «Escondiendo las distintas sustancias en sitios determinados y variados», precisa.

Tamara y Mía, en el exterior de las dependencias policiales en Sangonera.

Tamara y Mía, en el exterior de las dependencias policiales en Sangonera. / JUAN CARLOS CAVAL

A continuación, «continuamos con nuestras labores de cuidado de los animales, cepillado, paseo, repaso de limpieza, si alguno necesita medicación... básicamente nos ocupamos de que al perro no le falte de nada en su día a día», recalca.

Cada guía, es responsable del adiestramiento de los canes que tiene asignados. Trabajan mano a mano con la Policía Judicial (cuyos especialistas humanos necesitan a los animales que buscan estupefacientes) y con los Tedax (que requieren los servicios de los canes especializados en detectar bombas). Los animales también llevan a cabo controles con la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) y los Grupos Operativos de Respuesta (GOR), y se les ve a pie de calle para certificar que todo está bajo control en actos con autoridades (por ejemplo, en la visita de Doña Letizia al Romea de Murcia para asistir a la gala de Cruz Roja). 

El trabajo de perros y guías es constante y difícil de cuantificar, aunque «calculando una media de entre dos y tres servicios operativos semanales, sería sobre un centenar al año, medio millar en el último lustro», afirma Roca, que apostilla que «estoy hablando de actuaciones en la vía pública: habría que sumar todas las jornadas de entrenamiento con los canes y su participación en ejercicios con otros cuerpos y con el Ejército».

Mimar, jugar y obedecer

El jefe de la unidad pone el acento en que «los perros llegan sin ningún tipo de adiestramiento y lo primero que se hace es el vínculo entre guía y perro: es decir, en exclusiva, se dedica la totalidad del tiempo a mimo del animal, dando paseos, cepillándolo, jugando... y, una vez que el perro y guía han conseguido el vínculo, es cuando se empieza a trabajar con el animal».

Juan Luis y Xena, junto a un vehículo de la Unidad de Guías Caninos, en Sangonera.

Juan Luis y Xena, junto a un vehículo de la Unidad de Guías Caninos, en Sangonera. / JUAN CARLOS CAVAL

Se empieza, «con ejercicios de obediencia básica, fundamental para el desarrollo posterior de la especialidad a la que el perro se dedique; después, lo que es en sí el adiestramiento en búsqueda de sustancias». ¿En cuánto tiempo de media estaría un can listo desde que comienza? «Dependiendo de la especialidad y del perro, entre cuatro meses y un año», asevera el subinspector, que es guía de Max, que detecta explosivos. Esta es la disciplina «que presenta mayor dificultad, ya que el perro tiene que trabajar con total independencia del guía y muchas veces a distancia», subraya. 

Canes internacionales

La Unidad Canina de la Región de Murcia es requerida en provincias que carecen de un equipo canino: «Las salidas fuera de la Región son constantes», explica el jefe, Pedro Roca. 

«Para dos miembros de esta unidad, la más especial fuel la participación en el dispositivo de seguridad del los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París», rememora, para destacar que «estuvimos trabajando muy duro, durante unos 35 días, que estuvimos en el país vecino, codo a codo con policías del resto de países, no solo de Europa, si no también, de América, Oriente Medio, Asia o África».

«Demostramos que nuestra preparación, fue admirada». Tanto, que los franceses recurrían a la Unidad Canina de la Región «para las requisas más complicadas y en los sitios sensibles, como el Louvre, los alrededores de la Torre Eiffel o Versalles».

Aunque para trabajar en la Unidad Canina en principio valen todas las razas, «si el perro tiene predisposición para la búsqueda, con gran pulsión de caza y de presa», es cierto que la mayoría de los animales son pastores alemanes o de la raza pastor belga malinois. «Aquí, en la Policía, son el 90%», indica Roca, que precisa que hay «otras razas actualmente de servicio», como border collie, labradores o springer spaniel.  

Pedro Roca con Max cuando fueron a trabajar a París, con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos.

Pedro Roca con Max cuando fueron a trabajar a París, con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos. / La Opinión

Cuando un perro se jubila, su guía decide si se quiere quedar con él, algo difícil porque «por lo general ya tiene otros perros en casa de anteriores jubilaciones». Así que «contamos con la colaboración inestimable de asociaciones como ‘Héroes de 4 patas’ o ‘Adopta K9’, que son con las que trabajamos nosotros».

«Rellenamos una ficha de características del animal, comportamiento, carácter... y ellos tienen una base de datos de gente que está dispuesta a adoptar un perro de servicio. Les hacen un estudio de compatibilidad muy exhaustivo, a fin de que ninguno de los perros que se vayan a jubilar acabe en manos indebidas», sentencia el subinspector. Su bienestar, lo primero.

Humanos y un perro sobre una lancha en aguas de Cala Cortina, en Cartagena.

Humanos y un perro sobre una lancha en aguas de Cala Cortina, en Cartagena. / La Opinión

Las dependencias policiales en las que se encuentran los miembros de la Unidad Canina de la Región se ubican en la población de Sangonera, en una zona de campo donde los perros tienen un gran espacio al aire libre por el que correr, entrenar y vivir felices.

Comer, jugar y servir

«Nos gastamos un pastizal en salchichas», comenta Pedro Roca, en referencia a los premios con los que los animales son obsequiados cuando ‘cumplen’. Las frankfurt en particular les encantan, y es que «a los perros les gusta comer», apunta el jefe de la unidad. También se pirran por las pelotas, por los juegos, algo vital en su formación y bienestar.

"Nos gastamos un pastizal en salchichas", comenta Pedro Roca, en referencia a los premios que les dan para adiestrarlos

Los canes están bien cuidados en sus habitáculos, cuentan con una gran bañera a su disposición y con dos patios (llenos de árboles) en los que corren libremente y practicar. «Van saliendo por turnos, juegan, hacen pipí...», va desgranando el subinspector. 

La finalidad, «que estén lo más a gusto posible». Algo que consiguen: los animales están bien atendidos y los humanos que comparten trabajo con ellos van, a la hora que sea preciso, si tienen que, por ejemplo, darles un medicamento. 

Aunque en las instalaciones policiales (con ladrillos, envases y otros materiales útiles para el entreno) están bien, algunos agentes optan por llevarse a su propio domicilio a sus compañeros de cuatro patas. Son familia. Y es que «todos cuidamos de todos. Solamente entrenamos a los nuestros, pero cuidamos de todos», sentencia el jefe de la Unidad Especial.

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