Tribuna libre
Carta de un alma rota
La misiva de Mª Ángeles, madre de Alejandro, el menor de 14 años fallecido después de que le diagnosticasen gastroenteritis, cuando tenía meningitis: los médicos procesados por su muerte han sido absueltos

Pancarta con el rostro del menor que su familia colgó en el exterior de la Ciudad de la Justicia los días del juicio. / La Opinión
Mª Ángeles Parapar
Siempre nos han dicho que la Justicia, entidad abstracta, es ciega…
Sin embargo, hoy he aprendido que, paradójicamente, no hay Justicia real si los jueces y juezas que la aplican están ciegos…
Y hoy , con la sentencia de la jueza, del juzgado número 2 de Lo Penal de Murcia, puedo dar fe de que efectivamente la justicia (pero en minúscula) es ciega:
Ciega, para no ver los cientos de documentos que acreditan el auténtico calvario que padeció mi pequeño Alejandro aquella terrible noche en la que se cruzaron en su camino todos los malnacidos que en el mundo ha habido…
Ciega, para no comprender que un médico, que ha hecho un diagnóstico erróneo por una mala praxis, no puede salir absuelto como si hubiera actuado correctamente ; máxime ,si ello contribuyó a un fatal desenlace que terminó con la vida y con los sueños de un niño de 14 años…
Ciega, para no entender que una neuróloga ( casualmente “hija de y sobrina de”...) no puede ni debe negarle el ingreso en un hospital a un niño que venía en estado crítico, bajo el argumento de que “era de Cartagena y tenía que volver al Rosell, que en La Arrixaca no podía estar, que iba a contagiar a los viejos que estaban allí…”; máxime, cuando esta actitud desalmada contribuyó al fatal desenlace que rompió en mil pedazos nuestras vidas…
Con total seguridad, a su hijo, primo, sobrino, hermano, cuñado... sí los habría ingresado. Así funcionan las cosas...
Pero además de ciega, también he constatado que la justicia (en minúscula) es sorda; sorda, ante los estremecedores testimonios de unos padres desconsolados, testigos de todas las barrabasadas que se hicieron aquella noche y que veían con impotencia y perplejidad cómo se estaban haciendo las cosas mal y cómo estaban avocando a mi pequeño Alejandro a una situación irreversible, negándole el más mínimo auxilio y no proporcionándole la posibilidad de salvarse. La deshumanización personificada en seres con batas blancas...
Sorda, ante los testimonios objetivos de los peritos (neurólogos, forenses, psicólogos, pediatras...) que han ratificado el fundamento de nuestra denuncia y han manifestado su certeza de que mi pequeño Alejandro no recibió la atención médica adecuada, que fue llevado de hospital en hospital en varias ocasiones sin ningún criterio lógico ( con lo lógico que hubiera sido haberlo ingresado desde el primer momento en la UCI , a la vista de su gravedad…) y que todo esto solo lo perjudicó y evitó la posibilidad de que hubiera afrontado la enfermedad con todos los medios posibles . Sin embargo, la jueza, en su nefasta e infame sentencia, obvia ¿inexplicablemente? todos estos testimonios probatorios de la acusación… inaudito. Casi cuatro meses le ha costado a la jueza inventarse una sentencia con la que pudiera absolver a estos médicos imputados por homicidio…
Siempre es bueno llevarse bien con los médicos, ¿verdad, justicia?
También he aprendido que la justicia, en minúscula, es arbitraria, condicionada según quién sea el denunciante y según quién sea el denunciado: si la denunciante es una pobre madre que ha perdido para siempre a su hijo, no se puede equiparar a que los denunciados sean médicos, seres con bata blanca supuestamente intachables, supuestamente profesionales y supuestamente impecables… Pero ¿y si se queda todo en 'supuestamente'…? No pasa nada. Siempre vendrá un representante de la justicia en minúscula para retorcer la lógica, obviar lo que no interesa y salvarles el culo. Hoy por ti y mañana por mí…
Evidentemente, la justicia ( en minúscula) también es muy cobarde y discriminatoria: no todos somos iguales.
En fin...Esta execrable sentencia, dictada tras 10 largos años de procedimiento y de sufrimiento, y tras casi cuatro meses desde el juicio, ha vuelto a golpear mi alma rota en mil pedazos...pero siempre me quedará la Justicia en mayúscula y ,a esa, es a la que pretendo llegar .
Justicia de verdad para Alejandro.
Todo por ti, mi Pequeño.
Mª Ángeles Parapar
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