En cuanto a los menores inimputables (todos aquellos que no hayan cumplido los 14 años), el jefe del Grume en Murcia, el inspector Juan José Vivancos, recuerda el caso de dos niños de 13 años que entraron a un local, armados con pistolas simuladas y al grito de ‘esto es un atraco’.

Lo que para ellos «una gamberrada», dado que «son personas inmaduras, no son conscientes de lo que hacen», puede convertirse en un peligro si, por ejemplo, en ese establecimiento llegar a haber un policía, que desenfunde su arma.

El Grume ha tenido inimputables que «han hecho cócteles molotov para echarlos en sus colegios». Este año, otro inimputable apuñalaba por la espalda a su profesor en clase en un centro privado de Murcia.

Desde negarlo a llorar

El jefe del Grume tiene como prioridad «la asistencia a las víctimas», de ahí que apueste por «tomarles declaración las menos veces posibles», ya que «son menores, no tienen madurez» y ha de evitarse que queden «marcadas por el sistema».

Por eso sus casos hay veces que ni los propios policías de otros unidades pueden consultar. En cuanto a la actitud de los adolescentes en dependencias policiales, «hay de todo: desde negarlo todo a llorar. Sobre todo porque les tomamos declaración con los padres: los han defraudado y los tienen delante».

Agentes trabajan en las dependencias del Grupo de Menores, en la Comisaría del Carmen de Murcia. ISRAEL SANCHEZ

Vivancos recuerda especialmente la actitud de «un crío al que detuvimos, que había abusado sexualmente de unos vecinos: vi que algo le pasaba, porque no se inmutaba». «Sus ojos eran inexpresivos, me dio miedo. Pensé que necesitaba que un especialista lo mirase, podría ser un psicópata o un futuro agresor sexual de adulto», comenta el inspector, que insiste en que «le estábamos acusando de varios abusos sexuales y mantenía la mirada fría. Me impresionó, por su edad».