El semblante de María Teresa era un poema. Parecía barruntar que por primera vez en su vida no iba a ir a prisión como visitante. Acertó. Acostumbrada a salir intacta en todos los golpes policiales que en los últimos lustros tumbaron a su entorno más cercano, no pudo contener su preocupación ante los agentes que la detuvieron en su monstruosa mansión de Marbella. La villa Elaumar, localizada en la urbanización Valdeolletas y valorada en tres millones de euros, es una urbanización en sí misma. Una residencia más propia de una estrella mundial del pop que de una mujer sin actividad laboral conocida. Ella alega que es intermediaria comercial.

El paraíso ofrece una gran fuente, dos piscinas, una de ellas cubierta y climatizada, un exuberante jardín con árboles que ocultan una pista de tenis y un casoplón con tropecientos dormitorios que se reparten distintas ramas del árbol genealógico de la dueña, madre de cuatro hijos y jovencísima abuela. Destacan sus aposentos, una suite de puro lujo que acoge un jacuzzi elevado en mármol y rodeado por cuatro columnas y una gran cama con un espejo en el techo. La casa también tiene una habitación del pánico destinada a protegerse de visitas indeseadas, que en Marbella nunca se sabe. Los investigadores del Greco Costa del Sol (Udyco-Central) no tardaron en llevar el registro a la alcoba de la Modelo, como la han llamado alguna vez por lo en serio que esta crossfittera con entrenador personal se toma su apariencia física y su fondo de armario, prácticamente una extensión de El Corte Inglés de Puerto Banús. Entre tacones de aguja, bolsos y un vestuario más alegre que elegante, los polis sacaron petróleo blanco del ropero gracias a un error que les pereció impropio de María Teresa. Allí guardaba un ladrillo de cocaína adornado por el distribuidor con el logo de Rolls-Royce. El paquete de kilo tenía mordisqueada una de las esquinas, por lo que dedujeron que era una cata para sus potenciales clientes.

Vistas desde la mansión de la detenida.

Nacida en Bucaramanga en 1973, la Policía Nacional la considera una histórica del sector pese a que su hoja de antecedentes ha estado inmaculada durante décadas. Ni una sola mancha durante tantos años codeándose con la crema del narcotráfico habla de su talento. «Es muy lista», ratifica un investigador que estima que ella aterrizó en la Costa del Sol en los años noventa. No entró en el radar policial hasta 2005, año en el que su entonces marido, el histórico narco Michel Curtet, andaba desbocado. Propietario de Elaumar antes que ella e investigado en la macrocausa Ballena Blanca contra el blanqueo de capitales, ese año fue detenido en Portugal tras ser sorprendido en una nave de Lisboa con 6.100 kilos de nieve recién llegada de ultramar, un volumen de droga que actualmente sigue al alcance de muy pocos. La prensa gala escribió durante años sobre un alijo valorado en 214 millones de euros de la época y relacionó el titánico proyecto al supuesto vínculo familiar que su esposa tenía en el ya extinto cartel colombiano del Norte del Valle. Conocido en su país como el Rubio, a Curtet le quedaron secuelas tras saltar por una ventana de la comisaría lisboeta para intentar escapar. También le apodaban Mongolito. Cumplió la mitad de los 12 años de condena en Portugal y, disfrutando de la libertad condicional en su país, fue cazado en el restaurante que su hermana tenía en París con 19 kilos de cocaína en un maletín por el que fue condenado a otros cuatro años.

María Teresa continuó su vida. El amor terminó entre ellos, no la amistad, y Curtet, hoy septuagenario, siguió entrando y saliendo de Elaumar hasta no hace mucho, al igual que sus otros dos exmaridos. Uno de estos es Matthias, un alemán condenado en 2015 por introducir una pedrada de 200 kilos de polvo blanco en Dinamarca. Aunque la dama también salió airosa de este trance, los investigadores están convencidos de que han trabajado en equipo mucho tiempo. Ella aportaba presuntamente los contactos en Colombia, país que visitaba con frecuencia, y él los clientes en Europa. Bajo esta premisa arrancó hace dos años la operación Dríada, como la mitología griega denomina a la ninfa de los bosques, mortal pero con una vida tan larga como la de su árbol. El Greco Costa del Sol puso la lupa sobre la sospechosa cuando supo que había recibido el encargo de traer una importante cantidad de coca por vía aérea. La Modelo demostró durante las pesquisas una gran soltura en un negocio dominado por hombres que nunca le dejaban pagar la cuenta. Siempre se movía en coches de alta gama alquilados y mantenía muchas citas de trabajo en Madrid y Barcelona. Las pesquisas revelaron que incluso recibió un buen adelanto de dinero en efectivo por la operación, pero esta se truncó por diversos problemas con los clientes.

La investigación, sin embargo, ha terminado destapando una organización polaco-danesa dedicada presuntamente a transportar drogas desde España hasta otros puntos de Europa con un balance de 16 detenidos. En la provincia de Málaga, además de Marbella, los agentes practicaron arrestos en Alhaurín de la Torre, Fuengirola y Málaga capital, mientras que el resto se llevaron a cabo en distintos municipios de Murcia, Barcelona y Alicante.