Dos ingenieros informáticos se ocupan del área de informática forense de la Policía Científica en la Región, donde analizan, por requirimiento judicial, aparatos tecnológicos de sospechosos, principalmente ordenadores y móviles, aunque «también se pueden analizar drones y el GPS de un vehículo intervenido», afirma José Eduardo Soriano, uno de los ingenieros, que atiende a este periódico en las dependencias reservadas para su departamento en la Comisaría de Ceballos.

Lo que encuentran en los móviles: «Mucha pornografia infantil», admite el experto. Desentrañar estos aparatos es algo que «lleva su tiempo», pero el análisis es exhaustivo y no se les escapa nada. Es valioso para condenar incluso a asesinos.

Trabajar con la tecnología y que el teléfono ejerza de ‘chivato’ de los movimientos de su dueño «creo que es el futuro, normalmente la gente en el móvil lo tiene todo», considera Soriano. 

A su lado, junto a unos UBS, una carpeta, en papel, de un juzgado de instrucción en la que se lee que el delito que se investiga es tenencia de pornografía infantil. «El 85% de los delitos que esclarecemos tienen que ver con eso», lamenta el policía.

Soriano destaca que «se han llegado a esclarecer homicidios gracias a la aplicación de Salud del iPhone». Debido a los datos que almacenó esta app, descubiertos por los informáticos forenses, «se demostró que una persona estaba donde dijo que no estaba». Es más, «tú te conectas a una wifi y se queda registrado». Una vez que el terminal está en mano de estos profesionales, «extraemos todas las ubicaciones, todo».

El poder de los metadatos 

Que el iPhone sirva para detectar quién es el culpable tiene otra cara: también sirve para dar coartada al inocente. Con el teléfono encima, los expertos pueden determinar dónde está una persona. Y exculparla.

Volviendo al porno infantil, los informáticos forenses pueden demostrar quién grabó los vídeos, dónde está «la creación». El sospechoso «a lo mejor ha dicho en el juicio que esas fotos no las ha hecho», solo las ha compartido, pero, gracias al trabajo de los policías, «salen los metadatos». «En las ubicaciones de dónde se han hecho las fotos, sale su casa». «Tuvimos un caso de un padre que abusaba de sus hijas, las drogaba y les hacía fotos. Recuperamos los datos borrados de una tarjeta de memoria antigua, saqué las miniaturas de las fotografías», rememora Jose Eduardo Soriano.