Culpable de todo. Desde ayer, Jorge Ignacio Palma Jacome, que el próximo noviembre cumplirá entre rejas los 41 años, es oficialmente un asesino en serie que mató a tres mujeres y lo intentó con otras siete tras acorralarlas en la intimidad de una habitación sin testigos, para intoxicarlas primero con bebidas y, una vez sometidas, llevarlas a la muerte o a un estado cercano a ella con cocaína de altísima pureza que les introducía en sus genitales a traición.

Traducido a términos legales, el jurado, compuesto por siete mujeres y dos hombres de todas las edades, lo han considerado culpable de nueve delitos de asesinato machista, tres de ellos –los de Arliene Ramos, Lady Marcela Vargas Marta Calvo–, consumados, y seis intentados. Por el de una de las víctimas vivas no pagará porque la Fiscalía no acusaba de delito contra la integridad física en el caso de las supervivientes y esa joven, que tenía 27 años cuando fue asaltada por Jorge Palma, únicamente estaba defendida por el Ministerio Público.

En los nueve casos, el jurado ha entendido que Jorge Palma dejó sin defensa a sus víctimas, atacándolas sorpresivamente con su arma, la cocaína de elevada pureza, lo que eleva el delito de homicidio a asesinato. Es más, en cada uno de ellos dejaron patente que el acusado conocía los efectos letales de esa droga y que aún así persistió en la acción. Una y otra vez.

Además, el jurado lo considera culpable de diez delitos de abuso sexual de corte machista. En este caso, sí están todas las víctimas incluidas porque todas las acusaciones, tanto la pública como las cinco particulares, pedían su condena por el delito sexual, que cometió en el momento en que, tras engañarlas diciendo que iba a hacer ‘fiesta blanca’, les introdujo sin su consentimiento las piedras de cocaína en la vagina y en el ano.

La agravante de género, es decir, que los ataques se produjeron sobre ellas precisamente por su condición de mujer y desde una posición de dominación, buscando su humillación, fue pedida por la fiscal, Socorro Zaragozá, y por los letrados de las cinco acusaciones –Juan Carlos Navarro, Pilar Jové, Candela Estévez, Vicente Escribano, Isabel Carricondo y Laura Muñoz­– en todos los delitos de homicidio/asesinato y en los de abuso sexual.

Además, el tribunal popular considera culpable a Palma Jacome de un delito de tráfico de drogas que cometió con todas y cada una de las víctimas en el momento en que fue él quien llevó la cocaína de alta pureza y que les instó a consumir una y otra vez, llegando a ponerse agresivo con varias de ellas cuando se negaban a continuar.

Así mismo, el jurado ha estimado que Jorge Palma es culpable de un delito contra la integridad moral, que pedían tanto la madre como el padre de Marta Calvo al entender, y los jurados así lo han estimado, que con su silencio y sus mentiras sobre lo que realmente hizo con el cuerpo de la joven de Estivella, en paradero desconocido aún después de dos años y ocho meses, ha aumentado y perpetuado el dolor de sus progenitores.

El efecto dominó

Poco después de las doce del mediodía de ayer, el jurado informaba a la magistrada presidenta del tribunal de que había alcanzado un veredicto. La jueza revisó el contenido y valoró que «no había ni una sola contradicción, ni ausencia de motivación en ninguna de las respuestas», así que el veredicto fue dado por válido y convocó a todas las partes –acusaciones y defensa– a la audiencia pública para dar lectura a la decisión de los nueve miembros del tribunal popular, tomada tras cuatro días casi exactos de confinamiento en un hotel.

Inicialmente estaba prevista para las 15.30 horas, pero se retrasó primero a las 16.30 y finalmente no dio comienzo hasta pasadas las 17.15 horas por un problema logístico a la hora de imprimir las fotocopias para todas las partes.

La portavoz dio comienzo a la lectura de las conclusiones del jurado, una a una y por cada uno de los delitos. El término culpable resonó 30 veces en la sala como 30 paletadas de tierra sobre la inocencia ya extinguida de Jorge Palma, que no se inmutó. Los jurados argumentaron, caso a caso, que habían alcanzado la convicción de su culpabilidad a partir del testimonio de las víctimas en el juicio, pero también con las pruebas y periciales que han sido expuestas a lo largo de la vista oral.

En los delitos contra la vida, casi todas las votaciones fueron 8 a 1 y, algunas, 7 a 2, hasta llegar a Marta Calvo, en la que concluyeron que hubo asesinato machista, abuso sexual machista, tráfico de drogas en su modalidad de favorecimiento del consumo y contra la integridad moral de sus padres por no revelar donde está su cuerpo por absoluta unanimidad. Nueve de nueve. Sin fisuras.

Un perfecto efecto dominó. Conforme la portavoz avanzaba caso a caso, se confirmó lo que las acusaciones reclamaban desde el inicio, que todas las víctimas lo habían sido de un mismo autor y con único patrón de comportamiento. O todas o ninguna. Porque ninguno de los ataques, letales o no, se entendía en toda su amplitud sin tener en cuenta todos los demás.

Y ese camino se comenzó a recorrer el día en que la abogada de la madre de Marta, Pilar Jové, planteó la unificación de todos los casos en un solo procedimiento, con el apoyo de la fiscal Socorro Zaragozá y del juez de Instrucción número 20 de València, que ya investigaba el asesinato de Lady Marcela y accedió a asumir todos los demás, y el visto bueno de las demás acusaciones particulares.

¿Una condena histórica?

Tras la lectura del veredicto, que apenas se prolongó por espacio de unos 20 minutos y que desbordó las emociones contenidas no solo de Marisol Burón, madre de Marta, sino también las de otros familiares de víctimas presentes en la sala, la magistrada dio un receso de 15 minutos y despidió afectuosamente a los nueve miembros del jurado, a quienes se refirió como «un lujo» y agradeció «su civismo, su profesionalidad y su paciencia».

Esa pausa desencadenó los esperados abrazos de Marisol con su abogada, primero, y con la fiscal, después, para acabar mostrando su agradecimiento de ese mismo modo y deshecha en lágrimas al resto de los letrados que han defendido a su hija y a las nueve chicas que la precedieron en los asaltos del asesino en serie Jorge Ignacio Palma Jacome.

Al término del receso, que el acusado aprovechó para bucear con ansia en el objeto del veredicto que casi le había arrancado minutos antes de las manos a la letrada María Herrera, su defensora en esta causa, la magistrada celebró la vista para que las partes solicitasen las penas.

Todas las acusaciones mantuvieron sus solicitudes de pena, desde la fiscal, al último letrado. Así, Navarro reiteró que solicita, al margen de las penas por los delitos de abuso sexual con agravante de género y el de tráfico de drogas, dos condenas de prisión permanente revisable por los asesinatos agravados por la discriminación de género de Arliene y de Lady Marcela, además de las indemnizaciones a sus cinco representadas, que suman casi medio millón de euros.

También Jové, que ayer actuaba en su nombre y en el de Candela Estévez, reiteró la solicitud de prisión permanente revisable para Palma por el asesinato en los mismos términos que las otras dos mujeres de Marta Calvo.

La pena, la más grave que contempla el ordenamiento jurídico español y que algunos juristas asimilan parcialmente a la cadena perpetua –inexistente en España–, solo se aplica en muy pocas ocasiones, pero en este caso se cumplen dos de ellas.

Por una parte, cuando el autor comete más de dos asesinatos consumados –Palma ya es oficialmente culpable de tres– y por otra, cuando ese asesinato se perpetra después de haber cometido un delito contra la libertad sexual de la víctima, como es el caso.

Si la magistrada acepta esta segunda tesis y le impone las tres condenas a prisión permanente, será la primera ocasión en la historia judicial española en que se produzca, salvo que decida imponer solo una pena –por la comisión de más de dos asesinatos– y no las tres, sino considera, como dice el Código Penal en su artículo 140, que el asesinato sea subsiguiente al delito sexual, esto es, posterior y consecuencia de este.

En todo caso, y aunque la magistrada ha mostrado su interés en "tener lista la sentencia antes del 31 de julio", dada la complejidad de la causa y del propio objeto del veredicto que elaboró ella, es más que probable que el fallo no pueda conocerse "hasta el 1 de septiembre, porque en agosto, aunque esté de vacaciones, yo voy a seguir poniendo esa sentencia", advirtió.

La jueza cerró estas seis se semanas de juicio dando también las gracias a todos los letrados, de quienes destacó su "profesionalidad y alto grado de responsabilidad". "Ha sido un placer", sentenció.