Había salido a pasear a su perro como otras mañanas por la zona conocida como Peña María cuando al cruzar el río Túria, a apenas unos 600 metros del municipio de Gestalgar (Valencia), vio que había humo y un pequeño incendio. "Me asusté por si se extendía al monte y fui a apagarlo", explica esta vecina, quien con una bolsa que estaba tirada por allí, cogió agua del propio río y apagó la fogata. Fue ahí cuando se percató de que debajo de un tronco sedimentario arrastrado por el río, en el lado más próximo al agua, había unos huesos . "Al principio pensé que eran huesos de cabra pero vi el cráneo y me dije; es una persona, han matado a una persona", relata la mujer, que previamente ya había alertado del fuego al ayuntamiento, pero que al darse cuenta de la gravedad del hallazgo volvió a telefonear, esta vez a la Guardia Civil.

El deteriorado estado que presentaba el cadáver hallado por esta testigo el miércoles a las 8.20 horas de la mañana en un paraje natural de Gestalgar completamente carbonizado, en el que apenas quedaban ya los restos óseos y algunos tejidos y órganos visiblemente dañados por el fuego, hacen sospechar a los investigadores de la utilización de algún tipo de acelerante, posiblemente gasolina, que el presunto autor de la muerte –se maneja ya el caso como un homicidio u asesinato– habría utilizado para eliminar posibles vestigios de su acción criminal y dificultar la identificación de la víctima, una mujer.

Aunque serán los especialistas del departamento de antropología forense los que confirmen con estudios más precisos el sexo del cadáver hallado –ya que no quedaban restos de ningún órgano reproductor que faciliten dicho reconocimiento a primera vista– la estructura morfológica de los huesos recogidos en el lugar de los hechos indican que se trata de una mujer.

Asimismo, la data de la muerte, que también deberán fijar los forenses, es a priori reciente ya que pese a la acción del fuego los pocos órganos que pudieron ser rescatados de las llamas, como hígado e intestinos, no presentaban signos de proceso de descomposición.

El cuerpo estaba colocado bajo un tronco que llevaba tiempo ya allí, y sobre él habían amontonado maderas a modo de pira funeraria para que ardiera por completo. Se sospecha que la muerte se habría producido en otro lugar y que el autor habría trasladado hasta allí el cadáver en un vehículo por cualquiera de los dos caminos que llegan a esa zona. El grupo de Homicidios de la Guardia Civil se ha hecho cargo de la investigación, con el apoyo de la Policía Judicial de Llíria, que realizó las primeras gestiones tras el hallazgo del cadáver.