"La última vez que vi al feriante fue cuando mi hija estaba en el suelo, desangrándose. Él pasó sin mirar a la niña, a medio metro, pero sin mirarla en ningún momento. Entonces se agachó y cogió una cajita de muñeca que llevaba mi niña y se la llevó". Y después, la colocó en la tómbola para dejarla de nuevo a la venta.

Es el deshumanizado comportamiento del dueño del castillo hinchable que voló por los aires el pasado 4 de enero en la Feria de Navidad de Mislata, causando la muerte a dos niñas, descrito precisamente por la madre de una de ellas, Vera, de 4 años, durante su declaración ante la jueza de Instrucción número 4 de Mislata realizada la semana pasada, dentro de la ronda de comparecencias de afectados y testigos de la tragedia.

La madre de Vera, a preguntas del fiscal, realiza un relato sereno pero desgarrador en el que detalla no solo los minutos previos al instante del siniestro, sino también cómo se produjo este y qué sucedió en los momentos posteriores.

Así, la mujer explica que, cuando fue consciente de que la base del hinchable empezaba a levantarse por el fuerte viento, vio que justo en la esquina por la que se izó el castillo –la delantera derecha– había "una cuerda que estaba suelta. El extremo del hinchable sí estaba cogida, pero no estaba atada [por el otro lado] a ningún árbol ni a nada".

"Estaba colocando las zapatillas de la niña en el suelo y una señora gritó. Entonces vi que el hinchable estaba en alto"

Y lo recuerda con certeza porque, "cuando estaba dejando las zapatillas [de Vera] en el suelo, escuché el grito de otra señora y levanté la cabeza" justo para ver que "el hinchable estaba en alto", despegado del suelo por efecto del viento, momento en que, desesperada, "intenté agarrar la cuerda", pero no pudo

Un instante después, su hija Vera salió despedida por la parte frontal de la atracción, golpeándose en la caída contra la tómbola, tras lo cual quedó tendida en el suelo, a los pies de esa instalación.

La madre gritó y fue corriendo hasta el lugar donde yacía su hija. Fue entonces cuando el feriante, de quien la mujer recuerda con claridad que en los instantes previos al siniestro estaba "en la atracción denominada Látigo", pasó junto a ella y al cuerpo inerte de su hija sin hacer absolutamente nada por ayudarlas, más preocupado, según este relato, por quitar de en medio la muñeca que les había tocado un rato antes en la tómbola y ponerla de nuevo a la venta que por prestar auxilio a cualquiera de los afectados.

El chico que atendía la atracción

En este sentido, la madre de Vera también describe a preguntas del fiscal al empleado a quien busca la Policía como la persona que controlaba los tiques y los tiempos de uso del castillo y cuya existencia niega el dueño de la atracción ferial. "El chico que atendía la atracción era uno jovencito, moreno, distinto al feriante". Lo sabe con certeza porque fue ese joven quien "le dijo a la niña que se quitara las gafas" para entrar en el hinchable, pero su madre le replicó "que sin ellas la niña no veía nada".

Respecto del vendaval, la mujer detalla que «en los instantes anteriores al hecho ya había viento; no al llegar, que era brisa, pero sí cuando ya estaban allí". De hecho, grabó a Vera saltando en las camas elásticas y en ese vídeo se le escucha decirle a su marido que se está levantando viento". Tanto, que desechó que Vera entrase en el otro castillo que había en la feria, más alto que el siniestrado, al ver "que se movía mucho" precisamente por el viento. Por esa razón, al pasar por el segundo hinchable "que era más bajito" su hija pidió subirse en él.

La jueza reanuda hoy la ronda de declaraciones con las de los tres investigados –el feriante, su suegro y el ingeniero–, que comparecen por primera vez ante ella bajo sendas acusaciones de homicidio imprudente.