La segunda sesión del juicio contra la conocida como banda del Badoo fue determinante. Una veintena de agentes de la Benemérita presentaron este miércoles toda la carga probatoria que recabaron en su contra y que les limita toda opción de defensa. La pulsera antimaltrato que llevaba Mohamed Achraf y que le geolocalizó en todo momento; los objetos robados a las víctimas que Hedangeline Candy Arrieta guardaba como trofeos y los tatuajes de José Antonio Meléndez que inmortalizaron las cámaras del cajero donde sacó dinero con la tarjeta de la víctima fueron las bazas principales presentadas ante la Audiencia de Zaragoza. Los magistrados tienen en su mano una petición de condena de hasta 18 años de prisión que solicita el abogado de la víctima, José Cabrejas.

La investigación la inició la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza, si bien, tras la denuncia de desaparición del informático de Getxo que apareció muerto previa intervención de este grupo criminal, entró en escena la Unidad Central Operativo (UCO) del instituto armado. Uno de los mandos y encargados de las pesquisas reconoció ante los magistrados que al poco tiempo de desplazarse a Aragón, su grupo comprobó que la forma de operar utilizada en el asesinato era la misma que la utilizada en los dos asaltos cometidos anteriormente en el entorno de Pedrola. Había un mismo modus operandi. La venta, a través de una página de compraventa, del Mercedes Benz 220 en el que se había desplazado la víctima mortal del caso, José Antonio Delgado, permitió dirigir las pesquisas contra Mohamed Achraf y Hedangeline Candy Arrieta, domiciliados en una nave de reparación de vehículos en Pedrola.

El vehículo fue localizado en Zaragoza por la Ertzaintza y rápidamente dieron con un matrimonio que había respondido al anuncio y que estaban interesados en el turismo. Quedaron en el Mercadona de Utebo y las cámaras de seguridad les grabaron. Con la fotografía de Mohamed Achraf fueron a los compradores del coche, quienes les identificaron "sin género de dudas".

Como si fuesen las piezas de un puzle. La UCO fue a la zona en la que se habían producido los hechos que estaban investigando, las localidades zaragozanas de Gallur, Luceni y Pedrola, preguntando a los agentes si podían reconocerle. Hubo suerte. Uno de los guardias civiles del puesto de este último municipio les dijo que sí y que llevaba un brazalete antimaltrato porque tenía vigente dos órdenes de alejamiento por violencia machista diferentes. Consiguieron geolocalizarle minuto a minuto pudiendo reconstruir los hechos que habían denunciado los dos hombres que consiguieron salir vivos del particular embrujo de Dulce Ángel, uno de los nombres con los que se mostraba en Badoo la encausada.

"Reconstruimos los hechos denunciados minuto a minuto gracias a la pulsera antimaltrato"

Además, en el registro practicado en el taller de los acusados, los agentes localizaron los restos de un Renault Clío rojo desguazado cuyo número de bastidor correspondía con al vehículo de la primera víctima, así como un Mercedes gris similar al que aseguró haber visto en el entorno de donde había quedado con la mujer. En el interior de este último vehículo, el agente explicó que fue localizada la llave del Clío desguazado, así como documentación a nombre de Florin, cuyo teléfono móvil también fue hallado en una zona del taller habilitada como vivienda.

Este investigador también relató que el análisis de la IP del perfil de Badoo utilizado para atraer a la primera víctima hasta Gallur evidencia que fue creado en el referido taller de Pedrola un día antes por el acusado marroquí y que fue cerrado poco después de ocurridos los hechos. La UCO averiguó una prueba inculpatoria que les relacionaba nuevamente, la encausada ligaba con las víctimas con la red Wifi del taller.

Imagen de Candy tomada por la Guardia Civil en los seguimientos.

Los investigadores quisieron asegurarse aún más si cabe y antes de practicar las detenciones, la Guardia Civil vigiló de forma encubierta durante varios días a la venezolana en las inmediaciones de la nave de Pedrola, que era su base de operaciones. Sospechan que la mujer, que entraba y salía del complejo con absoluta normalidad incluso después de que encontraran el cadáver de su última víctima, estaba buscando a su próxima presa, pero para entonces la Guardia Civil ya la había encontrado a ella.

No había dudas de quiénes eran Hendangelin Candy Arrieta y Mohamed Achraf, defendidos por los abogados Carmen Sánchez Herrero y Luis Ángel Marcén, pero los agentes querían saber la identidad de la persona que fue a sacar dinero de un cajero de Caja Rural de Aragón con la tarjeta de crédito de la primera víctima. El sospechoso hizo todo lo posible para que no se le viera la cara, tanto por la ropa que llevaba como por sus movimientos, pero, tal y como declararon los investigadores, no se percató que iba con unos pantalones cortos que dejaban ver los tatuajes que tenía en los gemelos. A ello se sumó, según la Guardia Civil, las zapatillas de deporte que vestía, "que eran muy características y que las llevaba en el momento en el que fue detenido en la cárcel de Castellón, centro penitenciario donde reingresó".

Añadieron otra evidencia en su contra: había una foto de los tres, Hendangelin Candy Arrieta, Mohamed Achraf y José Antonio Meléndez, en Facebook y coincidía la publicación con las fechas del primer asalto que es el que se está juzgado estos días en la Audiencia de Zaragoza. La semana que viene será el crimen ante un jurado popular y el de la tercera víctima, un vecino de Tudela, será en junio.

Zapatillas y tatuajes con los que se pudo reconocer al tercero de los encausados.

Tras la comparecencia de los distintos investigadores de la Guardia Civil que intervinieron en el caso, el tribunal suspendió la sesión hasta el jueves, cuando se pondrá fin a este primer juicio a la banda tras la intervención de los peritos judiciales y los informes de las acusaciones y defensas.