“No quiero hurgar demasiado en este asunto”, decía el fiscal cuando tuvo delante a la madre del joven que mató a cuchilladas a su padre en un portal en Murcia en verano de 2020. El chico, que es inimputable debido a su enfermedad mental, está acusado de un delito de asesinato y dos de amenazas. Por el primero, las partes han acordado que pase máximo 18 años internado; por cada uno de los segundos, un año más. En total, dos décadas encerrado en un psiquiátrico. Es el acuerdo al que han llegado, pese al cual arrancaba este martes la vista oral, en el salón de actos del complejo judicial.

La mujer, acusación particular en el caso, relató ante el tribunal que “en 2015, tras tantos y tantos fracasos terapéuticos, él decide que va a dejar la medicación. También quiere vivir su vida, hasta ese momento vivía con nosotros en la casa familiar”.

“Empieza a producirse una situación de desapego, cada vez más importante y con menos confianza hacia nosotros”, explicó la mujer, “nos exigía soluciones, respuestas, que le facilitáramos situaciones de confort en las viviendas en las que vivía”.

“Yo llegaba a casa y veía una silla rota, veía cosas rotas… eso hasta entonces no se había producido”

“Empieza a estar más agresivo, irritable por todo, los niveles de angustia y agobio van en aumento y llega un instante en que se produce el primer ataque a su padre con un bate de aluminio”, manifestó la mujer, para comentar que “él estaba entonces con un tratamiento psicológico” que quizás no era el idóneo. “Lo cuestionaba todo, ese cuestionamiento era sistemático”.

“La actitud de mi hijo se fue tornando hacia una situación de agresividad verbal, no solamente por el hecho de que generara insultos y amenazas, sino también por el tono de voz, exigente y apremiante”, precisó la viuda del doctor. “Yo pensaba que eran llamadas de atención agónicas: el componente paranoide le hacía temer a los demás”.

“Yo llegaba a casa y veía una silla rota, veía cosas rotas… eso hasta entonces no se había producido”, especificó la mujer, que rememoró un episodio que aconteció solo dos días antes del crimen. “Oímos los pasos en la terraza, porque las dos casas se comunicaban, llamó al timbre de casa con mucha insistencia, entró con bastante ímpetu y nos dijo que ya estaba bien, que a partir de ese momento íbamos a hacer todo lo que nos dijera y nada más”.

“Su padre salió en ese momento, fui a coger un vaso de agua para llevárselo y él me dijo que no, que me dejara de historias y me sentara inmediatamente con él. Empezó a hablarnos de su exigencia y de todo lo que teníamos que hacer. Dijo que su padre se había salvado de morir una semana antes, porque, cuando estaba decidido todo, recibió una llamada que le había dado un poco de emotividad para seguir adelante. Que nos cerrásemos con un cerrojo, que nuestra suerte ya estaba echada”. 

El día que el doctor, hermano del entonces consejero de Salud de la Región, encontró la muerte no eran ni las ocho de la mañana cuando su esposa llamaba al 112 para alertar de que el hombre yacía muerto, cosido a puñaladas, en el portal del inmueble, en la calle Infanta Cristina de la capital murciana. Al lugar se movilizaba una ambulancia, cuyos sanitarios solo podían certificar el deceso.

Al sospechoso se le detuvo poco después en Hellín. Él mismo llamó a Emergencias para decir que creía que había matado a su progenitor, pero que no estaba seguro, explicaron entonces fuentes policiales. La llamada se produjo desde la zona del pantano del Talave, en la provincia de Albacete, donde el chico había conducido en su propio coche tras perpetrar el crimen. "Dejé la bolsa en el suelo, me dirigí hace ellos y obedecí a sus órdenes de detención", contó este martes, sobre el momento de su arresto.

"Mamá, si me vuelves a decir algo sobre la medicación, me voy a Murcia y te corto el cuello", apuntó la mujer que llegó a decirle su hijo en una ocasión. "No aceptaba el diagnóstico que tenía porque él es muy inteligente: ha tenido varios diagnósticos. Él tenía expectativas, quería tener una vida como los demás".

"La historia ha sido cruel en este aspecto, porque los fármacos han sido muchos y en muchas cantidades: durante años, era un paciente modélico, pero él se cansó de sufrir todos los efectos secundarios de las medicaciones que les estaban dando. Se convirtió en un paciente experto, conocía los efectos de todos, y se quitó todos los fármacos".

"Perdí el sentido de la realidad"

Preguntado por el día de los hechos, el joven, muy sereno, dijo que "por aquel entonces, yo amenazaba mucho a los vecinos y a mis propios padres. Decía: 'te corto el cuello'. El ruido de los vecinos me ponía en estado de alerta, no era normal". "Me vi contra la espada y la pared y, al verme acorralado, ya perdí el sentido de la realidad", manifestó.

"No vi otra salida más que matar a mi padre. Yo sabía que eso era un mal para todos, que iría a la cárcel. Estaba en un estado de tal agresividad que creía que incluso iba a agredir a alguien". "¿A cualquiera que pasara por la calle?", le preguntó el fiscal. "Correcto", remarcó el joven.