El asesino de Laura Luelmo tendrá que cumplir un mínimo de 25 años de cárcel hasta que se le pueda revisar la condena a prisión permanente que acaba de imponerle la Audiencia de Huelva, si bien será altamente improbable que vuelva a pisar la calle en varios años más, puesto que, en caso de que se le suspendiera esa pena, comenzaría a cumplir los 17 años y medio de cárcel por los delitos de detención ilegal y de agresión sexual con la agravante de género.

En este punto, la Audiencia considera que “es claro que la detención ilegal de la víctima constituyó un medio para la posterior agresión sexual”, de modo que “nos encontramos ante un concurso medial o instrumental, en el que el encierro” de la joven profesora en la casa del encausado “fue el medio utilizado para poder realizar seguidamente la agresión, y no tiene sentido ni finalidad sin ella”.

Contra la revisión de la prisión permanente, Montoya, que es el 29 condenado a este tipo de pena máxima de reclusión en todo el país, tiene en su contra que se hallaba en libertad condicional por la condena pendiente de cumplir por otros delitos cuando mató a la joven zamorana de 26 años.

El asesino raptó a Luelmo el 12 de diciembre de 2018 para violarla tras golpearle brutalmente en su domicilio de la localidad onubense de El Campillo, donde la profesora acababa de instalarse tres días antes frente a la casa de quien acabaría con su vida a golpes.

Ensañamiento y reincidencia

La sentencia de la Audiencia de Huelva, que contempla la agravante de ensañamiento y de reincidencia (por el asesinato de una anciana el 31 de diciembre de 1997) para la condena por asesinato, pone fecha a la muerte de la joven casi un día después de ser abandonada en el paraje de “Las Mimbreras”, en una zona de difícil acceso, una oquedad en la que ocultó el cuerpo, entre jaras de más de un metro de altura, según la descripción de la Guardia Civil.

Laura murió el 13 de diciembre hacia las 20.15 horas, cuando su familia había acudido ya a la Comisaría de Zamora para denunciar la desaparición. El asesino de la profesora zamorana, que ahora tiene 53 años de edad, no abandonará el presidio, como poco, hasta cumplidos los 80 años de edad, una vez que la condena sea firme, ya que puede recurrirse ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y, con posterioridad ante el Supremo.

El magistrado que presidió el juicio con jurado, Florentino Ruiz Yamuza, le ha impuesto 20 años de libertad vigilada una vez que cumpla las penas de reclusión. La Audiencia basa su sentencia en el veredicto de culpabilidad del jurado en las agravantes que se consideran tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, que dio por buenas todas las circunstancias agravantes que endurecen la condena.

El magistrado fija, por otro lado, la responsabilidad civil, en una indemnización de 400.000 euros a los padres y hermanos de la víctima que Montoya debe pagar.

Extrema violencia para lograr sumisión, cosificar y dominar

La extrema violencia que Bernardo Montoya ejerció sobre Laura Luelmo, a la que dejó “muy debilitada” antes de la agresión sexual y con heridas de extrema gravedad antes de abandonarla en el campo conforman la agravante de género que el jurado popular contempló en su veredicto de culpabilidad del imputado y que aplicó el presidente de la Audiencia de Huelva, Florentino Ruiz Yamuza, en una sentencia en la que se especifica que “Bernardo Montoya sometió a padecimientos innecesarios y un sufrimiento más intenso que se requería para causarle la muerte”. De modo que, el asesino “al agredir sexualmente” a la joven zamorana “utilizó la violencia para conseguir la sumisión total”, puntualiza el magistrado para agregar que el criminal actuó “incurriendo en una conducta particularmente degradante para la mujer, de cosificación y dominación, que se corresponde con su propio concepto de los roles de género”.

Esta argumentación justifica la aplicación de la circunstancia agravante de género que se aplica a la hora de establecer la pena de prisión por la agresión sexual que cometió. El delito de detención ilegal se considera “en concurso ideal” con el de la violación porque Montoya decide privar de libertad a su joven vecina con la finalidad de poder agredirla sexualmente “por la fuerte atracción física que sentía hacia ella” según comentó a la Guardia Civil y recoge el fallo de la Audiencia de Huelva.

La carta a una hermana en la que confiesa el crimen

A la autocofesión inicial del asesinato de Laura Luelmo que Bernardo Montoya hace ante la Guardia Civil y la titular del Juzgado de Valverde del Camino que investigó el crimen y que no se pudo grabar por un fallo técnico, se suma la realizada en la carta que el imputado remitió a su hermana cuando estaba en prisión preventiva, si bien “no es un relato completo”, recoge la sentencia, ya que omite la agresión sexual y el uso de “un instrumento contundente” para golpear a la joven hasta causarle las graves lesiones en la cabeza que le produjeron la muerte. En la misma misiva, le cuenta a la hermana su intención de imputar el crimen a otra persona, como hizo con su exnovia.

Otras pruebas de que fue él quien mató a Laura Luelmo son los restos biológicos de ella hallados “en prácticamente todo el domicilio de Montoya”, así como del ADN del asesino en prendas de la víctima y en su cuerpo, según los hechos probados que dan por ciertos el veredicto del jurado. Los informes de los médicos forenses confirman, en contra de la versión del asesino de la joven, que no tenía ninguna disfunción eréctil, es decir, que no era impotente como se declaró él mismo durante la instrucción del caso y en el juicio.

Lo ocurrido

Desaparición y agresión físicaLaura Luelmo desaparece el 12 de diciembre de 2018 al volver del supermercado, tras ser abordada a las 17.30 horas por su vecinoBernardo Montoya, al lado de su casa, donde la mete a la fuerza, cierra la puerta y comienza a propinarle fuertes puñetazos y patadas en la cabeza y rostro. Con un objeto romo le golpea en el lado izquierdo del cráneo y le fractura la mandíbula. Le ata las manos a la espalda y la amordaza con cinta adhesiva para evitar que pidiera auxilio.

Violación. El asesino aprovecha el aturdimiento de la joven para trasladarla a un dormitorio, donde la viola y donde vuelve a golpear su cabeza contra el suelo. Trata de estrangularla y le golpea el cráneo con un objeto contundente. Los forenses hallan más de 47 lesiones en el cuerpo de la joven.

Abandonada aún con vida. Montoya envolvió a la víctima, aún con vida pero inconsciente, en una manta para introducirla con su bolso y efectos personales en el maletero del coche que tenía aparcado a la puerta de la casa. Eran las 18.42 horas y el asesino recorrió las localidades de Las Minas de Río Tinto, Nerva y El Campillo para terminar en el paraje de “Las Mimbreras”, donde arrojó a Laura semidesnuda con sus pertenencias, salvo el móvil, en una zona escarpada y de difícil acceso, entre jaras altas, con intención de que no fuera hallada. Se calcula que fue entre las 19.44 y las 20.42 horas.

La muerte, un día después del secuestro. Los forenses sitúan la muerte por hemorragia y fractura craneal de Luelmo 24 horas después de haber sido abandonada en “Las Mimbreras”, a las 20.15 horas del 13 de diciembre, el mismo día en que su familia denunció la desaparición en Zamora y que se registró y precintó la casa de la joven. La Guardia Civil de El Campillo vigila ya a Montoya. Las batidas para rastrear la zona se iniciaron el día 14 de diciembre; el 17 de diciembre se halla el cadáver de Laura; y el 18 se detiene al asesino, que confiesa el crimen inicialmente.