"Todo me daba vueltas, veía luces, perdí la noción del tiempo, en los destellos que me vienen a la cabeza veía a una persona encima mía, pero ni siquiera sabía que era él, era alguien brillante, …, era como si me hubieran desconectado el cerebro". Así trataba de explicar una víctima el estado en el que se encontraba cuando fue presuntamente violada por un amigo en el domicilio de éste después de que el acusado supuestamente le introdujera algún tipo de droga en la bebida tras cenar juntos e ir a tomar unas copas a dos locales de Valencia.

El acusado, que niega haber drogado y forzado de modo alguno a tener relaciones a la denunciante, se enfrenta a una de pena de seis años de prisión por un delito de abuso sexual con acceso carnal tras anular la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia, según la petición del Ministerio Fiscal. En la causa consta una grabación que realizó la víctima, en la cual el procesado le reconoce que le había puesto "alguna anfetamina" en la bebida.

Los hechos, juzgados ayer en la Audiencia Provincial de Valencia, se produjeron la noche del 5 de julio de 2019 cuando víctima y acusado, ambos adultos y casados, quedaron para cenar y hablar de cuestiones relacionadas con la natación ya que estaban preparando una travesía en aguas abiertas. Según explicó la víctima el martes en el juicio, eran simplemente amigos y nunca tuvo ningún acercamiento sexual hacia él, de hecho apuntó que "creía que era homosexual".

La versión que sostiene la defensa del acusado es que la mujer denunció los hechos para justificarse ante su marido y que esa noche ambos bebieron alcohol y acabaron teniendo sexo en el domicilio de él. Después la llevó a su casa y se despidieron dándose un beso.

Por su parte, la víctima argumenta que no le recriminó nada en un primer momento porque ni siquiera era consciente de haber sido violada. "Me sentía estúpida, ingenua, culpable, no quería verle la cara", explica. Sentimientos que suelen experimentar otras víctimas de delitos contra la libertad sexual.

Cuando le llamó para saber realmente qué había ocurrido esa noche, la víctima asegura que el que hasta entonces creía su amigo empezó a reírse de ella. "Era una risa sarcástica, nunca me había hablado de esa forma, se estaba burlando de mí", recuerda. "Me sentó mal que dijera que habíamos follado, yo no follo, yo hago el amor con mi marido", le respondió.

Tras hablar con su hermana y contarle lo ocurrido, ésta le abrió los ojos y le hizo entender que había sido violada y que seguramente la habría drogado. Fue entonces cuando decidió grabarlo y logró que éste le confesara que le había echado anfetamina en la bebida.

Desde entonces la víctima sufre secuelas, muestra rechazo a mantener relaciones sexuales y ha acabado separándose de su marido, quien la ha apoyado durante el juicio.