La Guardia Civil ha llevado a cabo una nueva intervención en el marco del tráfico de estupefacientes en la Región de Murcia. Este viernes por la mañana tenía lugar la explotación de la operación, con tres entradas y registros, con orden judicial, en Las Torres de Cotillas, donde los investigadores han descubierto gran cantidad de marihuana: fuentes cercanas al caso indicaron que se encontraron unas 300 plantas. A estas se suman las casi 200 decomisadas esta misma semana en otra localidad murciana, en concreto en Cabezo de Torres, también por el Instituto Armado. 

La operación en la Vega Media arrancaba ayer de madrugada y continuaba por la mañana. El registro, en un edificio de la calle Yecla, se llevó a cabo en presencia de un hombre de origen extranjero que asistió al mismo esposado, en calidad de detenido. Horas después, los investigadores procedían al arresto de otro varón, que llegó en patinete al lugar y presuntamente también se dedicaba al trapicheo de estupefacientes. En total, fueron cuatro los capturados en la operación de ayer. Testigos presenciales explicaron que, cuando uno de los sospechosos era trasladado desde la casa de la calle Yecla a un vehículo policial, vecinos congregados en las inmediaciones llegaron a aplaudirle.

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Golpe al tráfico de 'maría' con casi 500 plantas decomisadas en la Región Israel Sánchez

En el operativo participaban numerosos agentes de la Quinta Zona de la Guardia Civil, así como de la Policía Local de Las Torres de Cotillas, que sobre las cinco de la mañana comenzaron la coordinación para explotar la operación. La presencia policial llamó la atención de vecinos y curiosos, especialmente al ir algunos de los uniformados con un pasamontañas y fuertemente armados.

Luces de invernadero

Además de las plantas, que fueron sacadas en grandes cajas de cartón y metidas en un furgón, los investigadores hallaron numerosos útiles para el cultivo de ‘maría’. En uno de los pisos de la calle Yecla, un primero, se veían, de día, las luces amarillas que hacían vislumbrar que allí había un invernadero de ‘maría’. 

Las plantas se trasladarán a un almacén, donde se guardarán hasta que lo determine la autoridad judicial. El protocolo manda que se conserven siempre unas muestras y, cuando concluya el proceso, siempre que el juez lo estime, se podrá proceder a destruir la marihuana. 

Artilugio supuestamente empleado para para pesar la droga. I. Sánchez

Los sospechosos fueron trasladados a dependencias de la Benemérita, donde aguardarán en los calabozos hasta ser puestos a disposición judicial como presuntos autores de un delito contra la salud pública. Cuando estaban siendo trasladados desde el lugar del registro hasta los vehículos policiales, la madre de uno de ellos observaba por las rejas de una de las ventanas de su casa.

Trapicheo en patinete

Los agentes también decomisaron electrodomésticos, como una televisión, y vehículos, como una bicicleta y un patinete. Vecinos de la zona afirmaron que los sospechosos se desplazaban en ellos para trapichear con los estupefacientes de un sitio a otro de la localidad de Las Torres, allí donde lo precisase el cliente.

Esta misma semana, el Instituto Armado llevaba a cabo una operación similar, en este caso en la población de Cabezo de Torres, donde se detuvo primero a dos personas de nacionalidad española, un hombre y una mujer de alrededor de 50 años, que presuntamente se dedicaban al cultivo y comercio de marihuana.

En una casa se hallaron 175 plantas, además de dos kilos de ‘hierba’ ya envasada. Después se procedió al arresto de otras dos personas más. El presunto cabecilla de la red es un hombre con un amplio historial delictivo, viejo conocido de la Benemérita y muy violento, apuntan fuentes cercanas a la investigación. 

Las penas por cultivo de marihuana en España son tan bajas que para los traficantes suponen «un castigo casi simbólico», lamentan agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad consultados por este diario.

Lo que ocurre es que la ‘maría’ se considera una droga blanda, que no perjudica gravemente la salud. Por tanto, quien trafica con esta sustancia se enfrenta, con el Código Penal en la mano, a una pena de uno a tres años de prisión. No obstante, puede ser aún menos tiempo: si las partes pactan y se alcanza una conformidad, algo habitual en este tipo de delitos, la pena se reduce a unos meses y el condenado ni llega a pisar la cárcel, en especial si es su primera condena.