Una verdadera trampa mortal y un engaño brutal. En eso se convirtió el cayuco que partió de Nuakchot el 24 de marzo y fue localizado el 11 de abril a unas 125 millas al Sur de El Hierro, después de 18 días de hambre, agua salada y un considerable miedo a morir por el fuerte oleaje que tuvieron que superar durante parte del viaje. En esas tres semanas y media, se estima que 30 personas fallecieron, aunque solo cuatro cadáveres permanecían en el cayuco cuando fue localizado por el pesquero Nuevo Olimar en la mañana del segundo domingo del presente mes. Los testigos manifestaron a los policías nacionales y el Juzgado de Instrucción número 4 de Arona que “las galletas y el agua que teníamos para comer, así como un poco de cuscús, se acabaron al tercer día”. De esa manera, tuvieron más de dos semanas de sufrimiento, en las que debieron ingerir agua salada.

En la trágica aventura tomaron parte personas de diversos países, como Guinea Bissau, Gambia o Mali, por ejemplo. Todas las personas consultadas coincidieron en que la plaza en el cayuco se la pagaron a un hombre que se quedó en Nuakchot y no subió al barco. Cada uno abonó una cantidad diferente por el pasaje, algunos en la moneda de Mauritania (ouguiya) y otros en otra más devaluada, el fran cfa. Varios de los testigos relataron que en el barco partieron entre 49 y 45 personas. Quienes portaban chalecos salvavidas los habían comprado por su cuenta. Otros, que no saben nadar, carecían de tal elemento de seguridad.

Casi todos los consultados por la Unidad de Control de Redes de Inmigración y Falsificación Documental (Ucrif) coincidieron en que la única comida que tuvieron fueron galletas y tres bidones de agua, que se agotaron al tercer día de empezar a navegar. Tan solo uno de los testigos aclaró que también había “un poco de cuscús”. A partir de ese momento, todos o casi todos recurrieron al agua del mar para intentar sobrevivir.

Las diferentes informaciones coinciden en que, a lo largo de las primeras jornadas, eran cinco los hombres que ejercían como capitanes en la embarcación. Estos individuos fueron los encargados de llevar el timón y de distribuir la poca comida y el agua que existía a bordo. En un momento indeterminado, uno de ellos, supuestamente el líder, murió. Y su lugar fue ocupado por otro de los patrones. Desde entonces, mientras dos de ellos pilotaban y controlaban lo que ocurría en la embarcación, la otra pareja descansaba. Otro grave problema al que debieron hacer frente fue la falta de suficiente combustible para los motores del barco.

Cuatro de los varones que prestaron declaración sobre los hechos explicaron que, a lo largo del viaje, no sufrieron amenaza alguna por parte de los capitanes. Otro de ellos sí reconoció que le habían advertido sobre su comportamiento, sin que hubiera motivo para ello, según dijo el afectado a las fuerzas de seguridad. Y señaló que el responsable de poner orden portaba una vara para intimidar.

Ninguno de quienes ejercieron de testigos conocía a los timoneles y responsables del cayuco, pero todos los identificaron en el reconocimiento fotográfico. Los detenidos por un delito de favorecer la inmigración irregular por la Ucrif de la Comisaría del Sur de Tenerife son Mademba G., Sali K., Moustapha B. y Mohamed N. Para identificarlos sin ningún género de duda se hizo una rueda de identificación en los Juzgados de Arona, a la que convocaron a numerosas personas de origen subsahariano.

Al final, el pasado sábado, los cuatro individuos mencionados ingresaron en prisión provisional, comunicada y sin fianza por orden del Juzgado de Instrucción número 4 de Arona, según manifestaron las diversas fuentes consultadas. Los cuatro arrestados son naturales de Gambia.