Los padres acusados del asesinato en Godella de sus dos hijos -Amiel, de tres años y medio, y su hermana Ixchel, de apenas seis meses-, se enfrentan a penas muy dispares, según el escrito de conclusiones provisionales del Ministerio Fiscal, dado el trastorno mental que padece la madre de los pequeños. Para Gabriel Salvador C. A. el fiscal solicita una pena de 50 años de prisión, 25 por cada delito de asesinato con la agravante de parentesco, al considerar que poco a poco fue inculcando en su pareja y madre de los niños unas creencias místico religiosas hasta que finalmente tomaron la decisión de terminar con las vidas de sus propios hijos, tras un baño purificador, bajo la descabellada idea de posteriormente hacerlos revivir.

Por el contrario, en el caso de la madre, María G. M., el fiscal aprecia una eximente completa de anomalía psíquica por la que se le absolvería del doble crimen y se acordaría una medida de internamiento en un centro de tratamiento médico adecuado a su trastorno por un plazo máximo de 25 años. El brutal asesinato de los dos menores conmocionó a toda la sociedad a mediados de marzo de 2019 cuando la Guardia Civil halló sus cadáveres, tras horas de angustiosa búsqueda, enterrados en dos fosas próximas a la casa de campo de Godella en la que la pareja vivía tras ocuparla ilegalmente dos años antes. Entre las 22.00 horas y las cuatro de la madrugada del 13 de marzo ambos progenitores bañaron en la piscina de la casa a los pequeños con el propósito de purificarlos y posteriormente les propinaron "multitud de violentos golpes, principalmente en la zona de la cabeza, bien con un objeto contundente o con fuertes golpes contra el suelo", hasta acabar con sus vidas por sendos traumatismos craneoencefálicos.

Según el relato de hechos de la Fiscalía, ambos acusados tomaron la determinación de terminar con la vida de sus hijos, "actuando de común acuerdo, haciendo y dejando hacer el uno al otro", movidos por sus creencias en la purificación de las almas mediante baños de agua y la regresión después de la muerte. Asimismo, la pareja creía que una secta les perseguía y asediaba, que abusaba sexualmente de su hijo de tres años y que tenía la intención de secuestrarlos. Hasta tal punto llegaba su convencimiento de la realidad de estas ideas, que durante las noches estaban en vigilia para evitar ser atacados por miembros de esta supuesta secta, en la que también creían que estaban metidos amigos y familiares de la acusada.

Ideas que le metió en la cabeza

El fiscal remarca en su escrito que fue el propio Gabriel C. A., quien no padece ningún tipo de trastorno de la personalidad y es perfectamente imputable según los informes del departamento de psiquiatría del Instituto de Medicina Legal de València, el que profesaba inicialmente dichas creencias místico religiosas, como el renacimiento de las almas tras la muerte del cuerpo, y que poco a poco fueron asumidas por la madre de los niños, que sí padece una enfermedad mental, tras la "constante reiteración" de su pareja en las mismas.

En el momento de los hechos la acusada padecía una esquizofrenia de tipo paranoide, en fase de brote agudo, por lo que tenía anuladas sus facultades, como ya adelantó en exclusiva Levante-EMV. De ahí que se le considere inimputable penalmente y se pida su absolución. Dichas ideas delirantes sobre la existencia de una secta que quería secuestrar a sus hijos y que la única forma de protegerlos era matar sus cuerpos fue "potenciada por las creencias extrañas del coacusado", según detallan los forenses en su informe psiquiátrico. Ambos acusados se encuentran en prisión provisional desde su detención.

La versión que sostiene el padre es que él se encontraba durmiendo y no se enteró de nada. Sin embargo, su relato resulta poco creíble para la Fiscalía, más teniendo en cuenta que habitualmente hacían vigilias por la noche por si secuestraban a los niños, que la perra que dormía con ellos en la casa no ladrara y que su mujer pudiera cometer los dos crímenes sin que él le ayudara o al menos se percatara de la ausencia de ella y de los menores.

CLAVES

Ofrenda al dios Maya

Las anotaciones donde figura el nombre de la hija y hablan del asesinato:

Uno de los indicios que incriminan como responsable al padre son las anotaciones encontradas en un cuaderno rojo, con su letra según demuestran las pruebas caligráficas, en las que hace referencias a la forma en la que posteriormente morirían los niños como una ofrenda o invocación a un dios maya, en las que incluso aparece el nombre de la hija pequeña. Además, el acusado se creía Cristo reencarnado y ejercía un papel dominante en la relación.

Los servicios sociales

La abuela materna advirtió del peligro que corrían los menores con ellos:

Los Servicios Sociales pudieron prevenir la tragedia. De hecho la abuela materna ya había advertido del peligro que corrían los pequeños al cuidado de sus padres. Tres días antes del doble crimen acudió a la casa con la intención de llevárselos ante el temor que tenía.