Los delitos sexuales suponen semanalmente un alto porcentaje de los juicios que se celebran en la Audiencia Provincial de València, pero que el objetivo de las presuntas violaciones por las que fue juzgada este martes una pareja sea dejar embarazada a su víctima para arrebatarle posteriormente el bebé -ya que la procesada supuestamente no podía tener hijos- es algo que va más allá de lo visto hasta la fecha. Según relató este martes la agredida, quien también sufrió golpes, quemaduras con un cigarrillo y amenazas de muerte, los acusados le ofrecieron 100.000 euros para que se quedara embarazada y les entregara al recién nacido. Cuando se negó comenzaron las agresiones.

El Ministerio Fiscal solicita 21 años de prisión para el hombre por dos delitos de violación, dos de lesiones y un delito contra la integridad moral. Asimismo, para la mujer, quien también participó presuntamente en las agresiones sexuales, pide 19 años de cárcel. Los procesados acogieron en su casa de València a la mujer, de 36 años y nacionalidad rumana, con la presunta intención de que se quedara embarazada para posteriormente quitarle el bebé. "Estaba muerta de miedo, bloqueada, no sabía cómo salir de allí", argumentó la víctima, quien relató dos agresiones físicas en las que el acusado le golpeó con un bate de béisbol y le clavó un cuchillo en la pierna.

Ambos acusados negaron los hechos en el juicio celebrado este martes en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de València y calificaron de "surrealista" que quisieran dejarla embarazada para quedarse con el recién nacido. No obstante, ambos admitieron haber tenido relaciones sexuales con la víctima, aunque esgrimen que eran consentidas y que ella tenía plena libertad para salir e ir donde quisiera.

Las argumentaciones por las que en julio de 2017 la pareja acogió en su domicilio de València a la denunciante de 36 años y nacionalidad rumana no han quedado del todo claras tras la primera sesión del juicio. Gheorgue L. M., de 39 años, alega que la llevó a su casa porque alguien quería violarla. "Por echarle un cable a una paisana", argumenta. "Era como una inquilina pero sin pagarme nada", añadió, hecho que todavía hace más creíble las deshonestas intenciones de la pareja con la mujer.

El mismo día que la llevó a casa ambos tuvieron sexo, hecho reconocido tanto por el procesado como por la víctima, quien admite que en esa primera ocasión fueron relaciones consentidas. El acusado reconoció que durante el tiempo que convivió con ellos mantuvo relaciones sexuales con la víctima, pero con el consentimiento de su mujer, quien también participaba. "Pero ellas solo besitos, sin juguetes ni nada", apuntó el procesado riéndose pese a la gravedad de los hechos que se le imputan.

La víctima, quien declaró detrás de un biombo, afirma que se fue a vivir con ellos para trabajar como asistenta del hogar y que después de unas semanas le ofrecieron 100.000 euros por quedarse embarazada y darles el bebé. Ella se negó y la actitud con ella cambió, siendo el acusado especialmente violento desde que ella salió en defensa de su compañera y también procesada -que se enfrenta a 19 años de cárcel- tras un episodio de violencia machista.

Así, la víctima afirma que la tenían controlada y amenazada de muerte. De hecho, tal era el temor que tenía que pese a que la Policía Local y la Guardia Civil acudió tras ser alertados por los vecinos después de sendos episodios violentos, la mujer no se atrevió a decirles lo que estaba pasando.

Por su parte, la acusada, adicta a la cocaína, trató de tapar a su expareja asegurando que jamás vio que golpeara a la víctima ni a ella, pero dejó entrever con sus declaraciones exculpatorias que estaba muy condicionada por él. "Me molestaba que se acostara con ella pero en aquel momento prefería no decir nada porque le tenía un respeto importante", confiesa la procesada, de 45 años y nacionalidad española, quien insistió en que ella sí podía tener hijos.

Los hechos se destaparon el 29 de julio de 2017 tras una última agresión en la que el acusado presuntamente le propinó golpes en la cabeza y la amenazó con un cuchillo. La víctima logró telefonear a su madre y le contó lo que estaba ocurriendo.

Los policías que acudieron al domicilio, tras ser alertados por la madre de la víctima, declararon que la agredida estaba muy alterada y parecía estar bajo los efectos de algún tipo de fármaco. Los agentes no encontraron ningún test de embarazo en el inmueble, aunque sí escucharon al acusado comentarle a su pareja que ya no iban a poder tener un hijo con la víctima porque la tendrían que tirar de la casa.