Un oso pardo herido vaga por los montes de Somiedo. El plantígrado, un ejemplar adulto de unos 150 kilos de peso, fue atropellado la pasada madrugada en una curva con poca visibilidad en el kilómetro 29 de la carretera AS-227, que une Pola de Somiedo y Belmonte de Miranda, a la altura del pueblo de Santiago, en La Riera. Después, herido en una pata y una zarpa y, posiblemente, con daños internos de consideración, huyó a duras penas y se escapó por la montaña somedana hasta una zona de muy difícil acceso. El operativo de rescate se pasó todo el día de ayer intentando llegar al animal, sin éxito. El oso, además de encontrarse en un lugar muy poco accesible, agreste y con mucha pendiente, se iba moviendo "como podía", lo que hizo que el operativo se tuviera que suspender por la noche. Hoy se retomará el rescate.

Por la zona de Somiedo es muy frecuente que crucen osos y otros animales por la carretera. En este caso, fue a un vecino que regresaba a su casa tras una jornada de pesca a quien se le apareció el plantígrado de improviso, en una curva en la que la visibilidad era muy escasa. El sol ya había desaparecido y el animal se camuflaba entre las sombras de la noche, intentando pasar al otro lado de la carretera. "Los animales piensan que el coche está más lejos de lo que parece, se confían y cruzan rápidamente, pensando que nada puede ocurrir", cuenta un local de Somiedo, acostumbrado a lidiar con este tipo de incidentes.

Tras el choque, por la noche y "a duras penas", el animal, malherido y "peleando por su vida", se arrastró para ponerse a salvo. Mientras tanto, la grúa se llevaba el coche del conductor, que resultó ileso, pero con la defensa de su vehículo destrozada. La Guardia Civil abrió atestado del incidente esa misma noche, y ayer comenzó el rescate, hasta ahora fallido.

El operativo llegó cuando el oso ya estaba escondido entre los matorrales, en una zona pindia y escarpada. Era casi imposible llegar hasta él. Y, además, el dolorido animal iba huyendo de los siete integrantes del equipo, entre los que se encontraban veterinarios, guardas de la Patrulla Oso y guardias civiles, cargados con cuerdas, anestesia y todo el material necesario para salvar al animal. Llevaban incluso un remolque especial para osos atado a uno de los vehículos todoterreno. Pero no pudieron ni acercarse. La orografía era complicada y el oso se escapaba.

Desde la lejanía, la valoración que pudieron hacer no era buena: el oso parecía tener importantes heridas internas y externas, que podrían hacerle perder la vida. El examen sobre el terreno era crucial, y decidieron dormir al oso para que no sufriera. Sin embargo, cayó la noche y no lo consiguieron. Pero hoy retoman la misión de rescate.

El alcalde de Somiedo, Belarmino Fernández (PSOE), lo tiene claro: que el animal no sufra. Si el oso está padeciendo mucho dolor y su salud es irrecuperable, tendrá que ser sacrificado. Pero también hay otras alternativas. El Gobierno asturiano se plantea enviar al oso al Centro de Recuperación de Animales Silvestres de Cantabria o tratarlo en clínicas veterinarias o instalaciones de la región.

De Somiedo era también la osezna "Villarina", encontrada en una cuneta por una pareja de madrileños en 2008 y que, junto a "Lara", una hembra localizada en 2011, regresó una vez curada a los montes de Cangas del Narcea. El último rescate se registró en ese mismo municipio hace menos de dos meses. El protagonista fue un esbardu huérfano, aún sin nombre, cuya madre había muerto al ser atacada por un macho. Las autoridades siguieron un protocolo similar al aplicado con "Saba", recogida herida en Santo Adriano en 2019, con tan solo cinco meses de edad y de unos cinco kilos de peso, que fue trasladada al centro cántabro. "Molinera" había sido el anterior rescate, en 2013, tras despeñarse en Leitariegos. Pero fueron "Paca" y "Tola" las que sentaron precedente en 1989, cuando fueron arrebatadas a dos cazadores furtivos.