Shaun y Laura May eran un matrimonio de Kent, un condado de Inglaterra muy cercano a Londres, funcional y normal a todas luces hasta el día en que Shaun apuñaló a su esposa tras pedirle que se vendase los ojos y contase hasta diez para recibir "una sorpresa".

Tal y como declaró Laura esta semana en el juicio, su marido, con el que se había casado hacía poco más de un año, jamás la había agredido ni física ni verbalmente hasta ese día. De hecho acababan de volver de unas "felices vacaciones" en Corea del Sur y, justo antes del suceso, estaban recostados en la misma cama tras haber mantenido relaciones sexuales.

Fue en ese momento, tras el coito, cuando el marido se levantó de la cama y le pidió a su esposa que se tapase los ojos, ya que le iba a dar "una sorpresa". Ella le escuchó salir del cuarto y luego volver a entrar y Shaun le pidió que contase hasta 10. Cuando notó el dolor cortante en el hombro, muy cerca del cuello, Laura pensó que "era un cachorrito que me subía por encima". Sin embargo sí que notó perfectamente el momento en el que le sacaba el cuchillo.

Por fortuna la herida no le afectó a ninguna arteria vital y Laura pudo recuperarse en el hospital. Un juez del distrito ha ordenado que se le realicen las pruebas psiquiátricas pertinentes a su marido, que ha manifestado en varias ocasiones desde su arresto su intención de suicidarse en cuanto tenga ocasión.