El Seprona de la Guardia Civil investiga la muerte a tiros de una perra de raza Husky en Rojales, Alicante. «Luna», que así se llamaba el can, se escapó el pasado martes a primera hora de la mañana de la casa de la huerta en la que vivía con su dueño, Trino, voluntario del albergue municipal de Animales de Torrevieja. No era la primera vez que la perra, de dos años de edad, paseaba por las inmediaciones de la vivienda, pero su escapada del martes iba a ser la última.

Su propietario salió a buscar a su mascota y pocas horas después la encontraba agonizando en una vereda. «Me marché a abrir la oficina que tengo en Rojales y me fui después a buscarla ya que las otras veces que se había ido había vuelto y esta vez no, cogí el coche y di varias vueltas por los caminos cercanos a mi cas y la encontré en una vereda a unos 200 metros de mi vivienda».

El animal estaba tumbado «y pensé que estaba cansada, pero al acercarme vi que tenía sangre y la lengua blanca, aunque pensé que podía ser la mordedura de otro animal». Al llevarla a casa el can seguía perdiendo sangre y estaba en shock. «Nunca la había visto tan abatida», cuenta Trino, muy afectado por la pérdida de su mascota.

Inmediatamente llevó a «Luna» a una clínica veterinaria de Guardamar donde no se podía creer lo que le dijeron. «Tenía un disparo de un balín». La bala le perforó el intestino, le rozó el bazo y se quedó en el hígado. Le operaron y le hicieron una transfusión de su sangre tras perder un litro, pero esa noche murió.

Su dueño, Trino Rodríguez, interpuso ayer una denuncia en el cuartel de la Guardia Civil de Almoradí para que se pueda localizar al responsable de este atroz hecho. «Ha sido un palo, era muy cariñosa con todo el mundo, muy buena y, sobre todo, era mi mejor amiga», dice muy abatido. «Luna» llevaba con él poco más de un año, tras haberla adoptado en el albergue de animales de Torrevieja, de donde es voluntario. «Para mí es un asesinato», zanja.