La Guardia Civil enviará a su laboratorio central de criminalística, en Madrid, los cuatro fragmentos de hueso supuestamente hallados por una pareja en las inmediaciones de la fosa donde fueron enterradas las niñas de Alcàsser para intentar extraer ADN que permita conocer a quién pertenecen.

En todo caso, dado el evidente deterioro de esos fragmentos, su minúsculo tamaño y su origen -en principio, podrían ser falanges de una mano-, los especialistas en genética consultados por Levante-EMV dudan seriamente de que a partir de esos restos se pueda obtener alguna traza biológica con posibilidad identificativa.

De hecho, las fuentes de la Guardia Civil consultadas por este diario tildaron de "complicado" que se pueda llegar a determinar el ADN de la persona a la que pertenecieron porque se trata de huesos pequeños y muy deteriorados. Para obtener la huella genética de restos óseos es preciso disponer de huesos de gran tamaño -habitualmente, un fémur-, ya que es la única posibilidad de acceder a la médula, que es el punto donde es posible obtener ADN, incluso aunque el hueso sea antiguo y esté en mal estado de conservación.

Las fuentes consultadas lamentaron la casualidad de que se trate de restos tan poco útiles para la determinación de la identidad, lo que, casi con toda seguridad, impedirá dar una respuesta contundente al hallazgo.

De hecho, las circunstancias que rodean al hallazgo también han generado cierto estupor, ya que, de tratarse de fragmentos óseos de las niñas de Alcàsser que se hubiesen dejado los guardias civiles y la comisión judicial durante el levantamiento de los cadáveres y posterior cribado de la tierra de la fosa, realizados hace 26 años y medio -entre el 27 y 28 de enero de 1993-, es extraño que "tanto tiempo después continúen justo al lado de la fosa y que puedan ser desenterrados con un escarbado superficial con una rama", como afirma la persona que dijo haberlos hallado.

"Lo correcto", insisten las citadas fuentes, "es que se nos hubiera avisado para que se hubiesen recogido en el lugar y con las garantías debida"». Aún así, matizan "vamos a intentar conseguir ADN de esos fragmentos en cuanto el Instituto de Medicina Legal de València, que los ha estudiado, nos informe oficialmente de que son humanos, exactamente igual que hicimos con el premolar encontrado en la fosa en 2017", y que tampoco dio resultados por el deterioro de la pieza.

La fosa es hoy mucho menos profunda que hace casi tres décadas, por el efecto de la sedimentación de tierra a lo largo de los años, fenómeno que no habría afectado, según parece, a los fragmentos hallados por la pareja que subió a La Romana a pasar el día.

Casualmente, el hallazgo de estos nuevos huesos ha coincidido en el tiempo no sólo con el reciente estreno del documental de Netflix sobre el triple crimen, sino también con la muerte de Juan Ignacio Blanco, criminólogo del caso Alcàsser y que saltó a la fama por acompañar a Fernando García, padre de una de las niñas asesinadas, y reforzar sus teorías conspirativas sobre los crímenes.