Fernando, un anciano de 82 años, paseaba como todas las mañanas por la salida de Pedreguer hacia Gata (Alicante). Sin ningún motivo, un joven de 22 años fuera de sí se abalanzó sobre él y empezó a golpearle en la cabeza con un rígido cable trenzado que llevaba enganchado en el brazo. Ahí comenzó el domingo, sobre las 8.00 horas, una salvaje agresión en cadena que no acabó en tragedia por el valor de los vecinos y de un policía local, que, pese a estar en el suelo aturdido (el atacante le había atizado con un palo en la cabeza), logró dispararle tres tiros en las piernas.

A Fernando, al que han dado unos 40 puntos de sutura en la cabeza, lo salvó que una mujer y su hija observaron atónitas la agresión desde la terraza de su casa, en el Camí de les Cometes (da al vial de la salida de Pedreguer). «Empezamos a gritarle que parara. Lo había tirado al suelo y no paraba de golpearle», recordó ayer Rosario Argudo, de 56 años.

El joven dejó a su primera víctima. Y se fue derecho a la casa. Saltó el muro y subió como un poseso las escaleras. Empezó a darle patadas a la puerta para echarla abajo. Madre e hija llamaron, aterrorizadas, a la policía local.

En ese momento, llegó el marido de Rosario, Antonio Fornés, de 61 años. Aparcó la furgoneta. Escuchó sorprendido los porrazos contra la puerta. Y vio como el joven saltaba de las escaleras y se iba a por él. Empezó a aporrearlo por todo el cuerpo (tiene heridas en la cabeza, en la espalda y en los brazos).

«Cogí lo primero que encontré, que fue un paraguas. Y salí a defender a mi marido. Casi nos mata a los dos», explicó a Levante-EMV, diario que pertenece al mismo grupo editorial que La Opinión, Rosario. El agresor se fue a por ella. La tiró al suelo. «Me puso la rodilla en el pecho y empezó a darme en la cara».

El joven se ensañó con la mujer. Le rompió los pómulos y la nariz. Le dejó la cabeza llena de cortes. A Rosario la han operado en la unidad de cirugía maxilofacial del Hospital La Fe de Valencia. No puede ver ni abrir los ojos. Los tiene totalmente hinchados. Cuando le baje la inflamación, le reconstruirán los huesos fracturados de la cara. También presenta contusiones en los brazos.

El perro de la familia, un pastor alemán, mordió en una pierna al agresor. Pero éste lo repelió con un golpetazo con el cable.

Entonces llegaron dos agentes de la Policía Local. El joven atacó con violencia a uno de los policías. Antonio había sacado una «forca» (un robusto palo de madera) para defender a su esposa. El atacante lo cogió y le atizó al agente en la cabeza. Ayer lo operaron con éxito de un edema craneal en el Hospital de Manises.

El policía quedó grogui, pero pudo sacar su arma reglamentaria y dispararle tres tiros en las piernas al agresor. «Ni así paró», recordó Rosario. «Ya habían llegado dos guardia civiles y entre los cuatro (los dos policías) les costó muchísimo reducirlo y esposarlo», indicó Almudena, la hija de Rosario y Antonio.

Esta familia sigue conmocionada. El ataque fue brutal e inexplicable. «El joven estaba trastornado, se le habían cruzado los cables», precisó Antonio. «Los guardias civiles nos dijeron que nunca habían visto nada igual».