Kirsten Kinch, natural de Dublín, Irlanda, ha conseguido que su historia de injusticia e impotencia traspase fronteras y se vuelva viral, aunque esto, evidentemente, no le ofrezca el más mínimo consuelo. La joven irlandesa se tomó tres días de vacaciones para volver a casa con su familia y no encontró forma alguna de llevar consigo a Nova, su perra husky siberiana. La decisión de dejarla a cargo de amigos o compañeros de trabajo no le satisfacía debido a que la perra tenía una infección en el colon, por lo que buscó una guardería canina especializada en estos casos.

Así encontró 'P&E' y en sus manos y cuidados dejó a su mascota. Kirsten asegura que allí dejó constancia tanto de forma escrita al rellenar la solicitud de inscripción como de forma verbal en repetidas ocasiones, que la perra debía ser medicada dos veces al día debido a la infección, algo que el dueño de la guardería canina no ha desmentido en ningún momento en sus declaraciones posteriores a la prensa. Declaraciones que ha tenido que hacer cuando el asunto ha saltado a los medios tras el relato indignado de Kirsten en su cuenta de Instagram.

Y es que el día 31 de diciembre, tan sólo 72 horas después de haber dejado a su perra Nova en 'P&E', Kirsten llegó al aeropuerto de Dublín y lo primero que hizo fue llamar a la guardería canina. "Hasta cuatro veces llamé de camino y no obtuve respuesta, no tenía buenas sensaciones pero aún así estaba deseando ver a mi perra así que fui directamente desde el aeropuerto hacia allí. Cuando llegué me dijeron que Nova había muerto, que la habían encontrado esa mañana ensangrentada en su jaula. Me quedé impactada y completamente devastada, lo primero que pensé fue en la medicación pero me aseguraron que se le había dado siguiendo mis indicaciones", explica en su publicación en Instagram.

"Poco podía sospechar que lo peor estaba por llegar", prosigue su relato. "Me trajeron a Nova de una forma que solo acierto a describir como aplastada dentro de una bolsa negra de plástico y envuelta por metros de cinta aislante. No entendí nada. Fue traumático y desgarrador verla así: una husky de 25 kilos hecha una bola".

Kirsten prosigue su relato contando las horas posteriores de drama y duelo, tras las cuales por fin se armó de valor y acudió a un veterinario a informarse, primeramente, de si aquella masa compacta realmente era su perra, algo que confirmó el microchip, y cómo podía obtener una autopsia para así demandar a la guardería. Porque según las explicaciones de Paddy Cullen, el dueño de la guardería, en redes sociales, medios de comunicación y los perfiles institucionales de su negocio, su decisión se basaba en que la perra debía haber muerto de parvovirus y su cadáver hubiese sido tremendamente peligroso para el resto de perros de la guardería, pudiendo contagiarles si estaban expuestos al mismo.

En la página web de P&E se puede leer un comunicado escrito por Paddy en el que asegura "cree sinceramente" que sus actos fueron motivados por su amor hacia los animales y por "proteger al resto de perros a su cuidado". Aunque si bien admite que deben una disculpa sincera y "profunda" a Kirsten debido a que ver a su perra en tal estado pudo ser traumático y "una falta de sensibilidad por nuestra parte". Reiteran que son profesionales con años de experiencia detrás y piden que cese la campaña de amenazas, insultos y violencia verbal emprendida desde un tiempo a esta parte contra él y su familia a través de Internet.