La pérdida de una oreja, heridas en la cabeza y un incontrolable pánico hacia los perros son las secuelas que está padeciendo una niña de 5 años, vecina del pueblo valdesano de Barcia, que el pasado mes de febrero sufrió el ataque de un can de raza golden retriever, propiedad de una vecina, a las puertas de su propia casa.

El suceso ocurrió el 21 de febrero, sobre las cuatro de la tarde, cuando la víctima jugaba a la entrada de su vivienda junto a sus dos hermanos y dos primas, mientras su madre y abuela hablaban con una vecina que las visitaba a menudo. Con ella, como era habitual, iba su perro, agarrado por una correa. Pero ese día la conversación se vio interrumpida por la acción del can. Según la madre de la menor, sin mostrar el menor gesto de que se dispusiese a atacar, el perro dio un tirón tirando al suelo a su dueña y se dirigió directamente a por la niña, que se encontraba a unos metros jugando con una pelota que hacía botar.

"Nadie lo vio venir, nada hacía presagiar el ataque, era un perro inquieto pero ni enseñó los dientes ni siquiera ladró o gruñó; pegó un tirón para soltarse y se lanzó sobre la niña", explica la progenitora, que asegura que el acto reflejo que tuvo la menor le salvó la vida. "Se encogió de hombros y eso la salvó, porque se le tiró al cuello", rememora. A ello se sumó la rápida actuación de su abuela, que no dudó en coger al perro por las patas de atrás para apartarlo de la cría. "Si no llega a ser por mi suegra, que reaccionó y lo cogió por las patas traseras... Yo salí a por la niña, la cogí delante de la boca del perro y salí de ahí corriendo".

Dada la gravedad de las heridas, la víctima tuvo que ser ingresada en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde pasó tres semanas. Las mordeduras del animal le habían dejado la oreja desgarrada y con los colmillos le había perforado el cráneo. "Le realizaron un escáner para comprobar que no le había tocado el cerebro a pesar de que los colmillos atravesaron el hueso y, por suerte, no lo tocó; durante dos semanas le estuvieron sedando para realizarle las curas, pero finalmente tuvo necrosis y mucha infección y le tuvieron que quitar la oreja", relata la progenitora.

Ahora la niña hace vida normal dentro de lo que cabe, aunque tiene pánico a cualquier tipo de perro y en cuanto ve uno pide que la cojan en brazos. Para recuperar su oreja aún tendrá que esperar unos años para que se la puedan reconstruir y el proceso no será sencillo, ya que tendrán que hacérselo a partir de un trozo de su propia costilla y de piel. "Ahora mismo es pequeña para darse cuenta, pero estamos trabajando con una psicóloga la autoestima porque a medida que vaya creciendo verá que le falta", lamenta su madre.

Pero no es a la única a la que ha afectado el ataque, aunque no sufrieron ningún tipo de daño, sus hermanos y primos, menores de 10 años, presentes durante el ataque, el impacto de lo ocurrido les ha generado miedo a los perros, "especialmente a los blancos", por asociación.

La familia ha puesto una denuncia sobre el hecho y están a la espera de que llegue el juicio, algo que esperan que se agilice lo máximo posible para poder ir cerrando este desagradable episodio.

En cuanto a la vecina propietaria del perro, ya procedió al sacrificio del animal, que según la madre de la afectada se produjo un día después de que la niña regresase a casa tras su ingreso hospitalario.