La falta de apoyo de una madre condicionada por su compañero sentimental y la supuesta dejadez administrativa, ya que nadie se preocupó de indagar sobre los motivos por los que una menor presuntamente violada por su padrastro no acudió para ser explorada por los médicos, permitió que la causa por las agresiones sexuales continuadas a esta niña desde los nueve años quedara archivada en un cajón.

Tuvo que ser la propia víctima, siendo ya mayor de edad, quien volvió a denunciar ante la Guardia Civil de Valencia a la pareja de su madre y refrendó, diez años después de la primera denuncia, la pesadilla vivida.

Su presunto violador, de 54 años y nacionalidad argelina, se enfrenta ahora a una pena de quince años de prisión por un delito continuado de agresión sexual a menor de edad. En el juicio celebrado ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial el acusado negó todos los cargos, aunque incurrió en contradicciones con las declaraciones que efectuó hace una década antes de que se archivara el caso.

Así, en su día para tratar de justificar los supuestos tocamientos alegó que acarició a la menor en la espalda para consolarla cuando su madre estaba ingresada en el hospital, pero ayer negó cualquier tipo de contacto físico con esta. Asimismo, respecto a los motivos por los que la niña se fue a vivir con sus abuelos alegó que discutía mucho con su madre y con él, cuando en 2007 dijo que la relación era buena y jamás discutían.

«No soy un monstruo», remarcó el acusado en varias ocasiones cuando la fiscalía relató los episodios en los que violó analmente a su hijastra mientras estaba lavándose los dientes o estaba tumbada viendo la televisión, que ayer relató nuevamente la joven.

Los abusos comenzaron en 2005 con apenas nueve años y se agravaron, pasando a agresiones sexuales plenas. En mayo de 2007 se destapó el caso a través de un familiar de una amiga de la víctima, que entonces tenía doce años. Su madre denunció los abusos pero se negó a aceptar las evidencias -entre ellas una lesión anal- y permitió que el juzgado archivara el caso. «Mi madre no quería creerme porque decía que eso iba a destrozar su matrimonio», asegura la joven. Temiendo que pudiera ocurrirle lo mismo a su hermana pequeña, hija biológica del acusado, en 2017 denunció las violaciones. Tras fallecer su madre, las dos hermanas viven juntas y lejos de su agresor al obtener la custodia la mayor.