El doble parricidio de Paterna (Valencia), ocurrido en junio de 2017, se ha saldado finalmente con sendas penas de seis años de prisión por dos delitos de asesinato, con la agravante de parentesco, y la eximente incompleta de enajenación mental, después de que el acusado haya reconocido el relato de hechos realizado por la Fiscalía. El ahora condenado, que padece una minusvalía psíquica del 76 % y un trastorno mental moderado derivado del llamado síndrome Klinefelter, mató de un disparo «a bocajarro» a su madre tras sorprenderla en el pasillo del domicilio familiar y de cinco tiros a su padre mientras éste dormía en su habitación. El motivo, según él mismo declaró a los agentes el día de su detención, que sus progenitores se negaban a darle «dinero para porros».

La condena de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia es fruto de un acuerdo de conformidad alcanzado por el Ministerio Fiscal y la defensa del procesado, ejercida por los letrado Olegario Jesús Colomer Maset y Francisco J. Aparicio Guevara. Así, sin necesidad siquiera de constituirse el jurado, David J. B. «manifestó libremente su ratificación en su declaración de conformidad». En caso de haber sido declarado inimputable por los médicos forenses, este acuerdo no habría sido posible.

La sentencia establece que el condenado deberá cumplir los doce años de cárcel en un centro penitenciario que se estime adecuado al trastorno mental que padece. Asimismo, el doble parricida deberá indemnizar con 10.000 euros a cada uno de sus tres hermanos en concepto de responsabilidad civil.

Los hechos ocurrieron en torno a las 2.30 horas de la madrugada del 30 de junio de 2017 en el domicilio de la calle Pasaje Marroca de Paterna donde convivía el acusado con sus padres. Debido a su estado mental, sus progenitores cerraban con llave la puerta de la vivienda todas las noches, escondiendo la misma para que su hijo no pudiera salir sin que ellos lo supiesen, según aclara la sentencia y ya adelantó en su día Levante-EMV, diario que pertenece al mismo grupo editorial que La Opinión. Esa noche pretendía salir a comprar droga, pero al encontrarse con la puerta cerrada optó por descargar su furia contra sus padres.

Sin discusión previa

Así, sin que mediara discusión previa con sus progenitores, David J. B., de 37 años, cogió una escopeta repetidora del calibre 12, propiedad de su padre -quien tenía licencia para ello-, y «guiado con el ánimo de acabar con la vida de sus padres» vio a su madre que iba por el pasillo de la vivienda para dirigirse al dormitorio y efectuó un disparo contra ella «a bocajarro». La mujer, de 72 años, se puso el brazo para protegerse, de ahí que presentara dos heridas por arma de fuego, una en el tórax de grandes dimensiones y la otra en el antebrazo, así como lesiones en el rostro y extremidades por el roce de los perdigones.

De igual modo, «minutos más tarde», según detalla la sentencia, se dirigió al dormitorio donde se encontraba durmiendo su padre y, «guiado por la misma intención», le disparó cinco veces. Los agentes de la Policía Nacional localizaron al hombre, de 73 años, tendido en el cuelo junto a la cama después de caerse tras recibir los impactos. Al igual que su esposa, murió como consecuencia de la destrucción de centros vitales.