Los pozos de sondeo como en el que se encuentra Julen, el pequeño de dos años que cayó el domingo a una prospección de más de 100 metros de profundidad en una finca privada de Totalán, suelen estar bloqueados por una piedra, según explican empresas expertas en la realización de estas perforaciones. Estos pozos, que es muy común que los dueños de casas o parcelas en el campo soliciten para saber si tienen agua en su propiedad, suelen realizarse en un día o dos dependiendo de la profundidad.

El procedimiento para llevarlos a cabo es el siguiente: el dueño de la finca pide dos permisos. Uno a la Agencia Andaluza del Agua y otro a la Dirección General de Industria, Energía y Minas, relata Antonio Cazorla, de la empresa ACP Pozos y Sondeos. Una vez que se obtienen, el cliente señala a la empresa dónde perforar, lo cual hacen con un martillo en fondo, una pieza que se encarga de abrir el agujero. Así, con rotopercusión, el martillo va "rotando y percutiendo".

Fuera, un compresor de aire, "que va incorporando aire dentro de las barras" que también se introducen junto con el martillo, se encarga de expulsar la tierra picada hacia arriba "para que el agujero quede limpio". En cuanto al tamaño, se trata de pozos muy pequeños de entre 20 o 21 centímetros. "Se suelen hacer así porque cuando se saca el agua se mete una tubería de 16 o 18 centímetros de pvc o hierro, dependiendo del terreno", detalla Cazorla. Y una vez entubado se pone un tapón o se sella con una chapa soldada.

Pozo sin agua

Sin embargo, si en la prospección realizada no se encuentra agua, el agujero no se entuba. Por ello este profesional cree que en el caso del pozo en el que ha caído el pequeño Julen, o bien no había agua o bien había poca como para que el dueño de la finca hubiese mandado entubar el pozo.

Cuando ocurre que la perforación está seca "se busca una piedra grande, se pone encima del agujero y con la misma máquina de perforación se empuja para que quede prensada y que nadie pueda ni caerse ni quitarla", afirma. De esta forma "se evita que pase lo que ha podido pasar en este caso, que cualquier crío se pueda caer". Esta es una práctica habitual para esta empresa no porque la ley los obligue, sino "por seguridad", pero en realidad asegura que es una "responsabilidad del cliente".

También el gerente de Sondeos y Pozos Torcal, Antonio Ortega, afirma que en su empresa se sella el agujero "porque es lógico", ya que es peligroso incluso para cualquier adulto, que "puede partirse un pie" si lo introduce ahí.

En cambio, Ortega subraya que "a veces el cliente puede pedirte que no lo tapes" porque quiere esperar unas semanas y comprobar si hay más agua. Pero incluso en estos casos, incide, se pone encima una piedra grande para que el cliente pueda quitarla y comprobar el agua que hay, pero siempre "debería haber algo que lo tape para que no pueda pasar lo que ha pasado, pero que el cliente pueda ver" el pozo.

"Gran irresponsabilidad"

Para el dueño de ACP Pozos y Sondeos, una empresa que realiza unos 100 de estos pozos anualmente, hay dos opciones: o bien "que hayan quitado las piedras, lo cual me extraña mucho porque si están puestas como normalmente se hace no se puede quitar a mano", además de que «un niño de esa edad -dos años- no podría quitarla»; o bien que no se hubiera tapado el pozo, lo cual "es una irresponsabilidad muy grande".

Respecto a posibles señalizaciones, Antonio Cazorla indica que en el caso de estas perforaciones tan pequeñas no tiene por qué haberlas. "Cuando son pozos abiertos de anillo de hormigón que tienen de diámetro 1,5 o 2 metros llevan su brocal de hormigón, luego se le pone una tapadera y esta bien señalizado; pero en este caso se aconseja al cliente que tenga previsto que no hay nada en el interior y que el agujero está hecho", dice Cazorla.