La Fiscalía de Sevilla ha pedido diez años de prisión para B.P.M., un joven de 19 años de edad cuando sucedieron los hechos el 5 de abril 2016, como presunto autor de un delito de agresión sexual contra una niña de cuatro años de edad, sobrina de su exnovia.

Así lo ha solicitado este miércoles la representante del Ministerio Público en sus conclusiones definitivas durante el juicio celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Sevilla y que ha quedado visto para sentencia. La fiscal ha reclamado diez años de prisión y seis de libertad vigilada para el acusado por un delito de agresión sexual; y de no quedar acreditada la agresión y atender a la versión del encausado, deben considerarse los hechos como un delito de abuso sexual.

La acusación, que ejerce el abogado Ramón Fernández-Palacios, se ha adherido a la petición de condena del Ministerio Fiscal, mientras la defensa ha pedido la libre absolución.

Según ha declarado el acusado durante su interrogatorio, el día de autos, se encontraba con su novia y la niña en la habitación de su pareja en la vivienda familiar de ésta. Entonces, su novia salió "unos diez minutos" y el acusado se quedó a solas con la pequeña.

En este momento, según ha asegurado, la niña le dijo que "si se la comía" y él, que se encontraba viendo vídeos en el móvil, "le dijo que sí, sin pensarlo". "Se acercó y me dio un bocado en mis partes por encima del pantalón", pero enseguida la "aparté".

Ese mismo día, 5 de abril de 2016, en el baño, la niña le dijo a su madre --que también vivía en la casa familiar junto a su pareja y sus padres-- que "no le iba a decir lo que la había hecho B.P.M.". Tras insistirle, la menor verbalizó que "B. le había metido" su miembro "en la boca", según han relatado la madre y la tía de la menor.

Posteriormente, la madre de la víctima se lo cuenta a su hermana y novia del acusado, quien le preguntó a la niña por los hechos y se los confirmó, incluso delante del acusado, quien no lo negó, según la exnovia del denunciado.

El acusado visitaba casi a diario a su pareja en su casa, con cuya familia mantenía una estrecha relación, llegándose a duchar allí a veces. En alguna ocasión, la niña llegó a entrar en el baño mientras B.P.M. se duchaba.

Ha confesado el acusado que la familia, los días siguientes de la presunta agresión sexual, "no paraba de preguntarme, me sentía agobiado y con miedo. No me creían. Pensé que sí les pedía perdón terminaría ahí el asunto".

El acusado y su exnovia, con la que mantuvo una relación de tres años, han confirmado que mantuvieron una conversación por WhatsApp días después y en la misma él le dijo que "lo que ellos querían escuchar y nada más, la niña tuvo la iniciativa", lo que la Fiscalía ha calificado de "increíble". "En ninguno momento le dije que sí lo hice, le dije que no hice nada", ha apostillado al respecto el acusado.

A preguntas de la fiscal, el acusado ha admitido que no era la primera vez que la niña le proponía esa acción sexual, pues un año antes entró en la ducha y entonces se lo comentó a la que fuera su novia. De otro lado y en este caso a preguntas de su defensa, B.P.M. ha señalado que la menor tenía por costumbre pellizcar sus genitales y en alguna ocasión los de su padre, quien llegó a reñirle por ello. Estas acciones han sido corroboradas por la madre, la tía y las psicólogas que han analizado a la menor.

La madre de la niña ha calificado de "contradictoria" la actitud de B. cuando le preguntó por lo que le había confesado su hija, pues "decía que era verdad pero que no lo había hecho". "Una niña de cuatro años no se va a inventar" lo que sucedió, ha resaltado la madre sobre su hija, que desde los hechos recibe tratamiento psicológico.

En su testifical, la expareja del acusado y tía de la víctima ha afirmado que en la citada conversación por WhatsApp "no lo niega" y al preguntarle si era verdad lo que contaba la niña "me dice que sí". "Me dijo que no hiciéramos nada en su contra porque no quería entrar en prisión", ha añadido.

Tras estas declaraciones, la Sala, presidida por la magistrada Inmaculada Jurado, ha oído la declaración de la menor como prueba preconstituida. En la misma, la víctima verbaliza que B. le "metió" su miembro "en la boca con la manos" y recuerda que le entró "fatiga", expresando que le da miedo que B. se enteré de que lo está contando, porque "no lo puedo contar, es un secreto".

A continuación, en la prueba pericial, han declarado tres psicólogas que han tratado a la menor en diferentes fases. En una primera entrevista la víctima no verbaliza los hechos pero sí refleja que no quiere hablar de B., le incomoda.

"No tiene muchas luces"

Las profesionales han coincidido en que no reconocieron animadversión de la familia y de la menor hacia el acusado. Aunque no detectan un comportamiento sexualizado en la menor, sí tratan este episodio porque existe riesgo de que se repita, pues en alguna ocasión, "comiendo salchicha", hacía referencia al miembro de B. Hecha la valoración psicosocial de la víctima, se concluye que existe compatibilidad con una situación de abuso sexual.

Por su parte, la psicóloga que llevó a cabo la prueba preconstituida ha descartado que la menor tenga un comportamiento sexualizado, pero sí una "excesiva" complicidad sexual con familiares, que escenifica con los pellizcos en los genitales masculinos. "Cuando una menor desarrolla su sexualidad tiende generalmente a compararse con ambos sexos, si lo hace con los varones sólo es que ha existido una situación de tensión que puede ser compatible con haber sufrido abuso sexual", ha explicado.

Además, ha señalado que cuando verbalizó los abusos la respuesta de la familia "no fue la más acertada" porque ella se siente responsable y le riñen por no haberlo contado, insistiendo que las exploraciones de los niños de los genitales son normales en ambos sexos, pero sólo a hombres, "no".

El forense propuesto por la defensa para realizar la pericial sobre el comportamiento y madurez del acusado ha llegado a concluir de forma gráfica que B.P.M. "no tiene muchas luces" para abordar situaciones como la sucedida y explicar lo que había pasado.

"No es una denuncia falaz"

Tras no hacer uso de su derecho a la última palabra el acusado, las partes han expuestos sus conclusiones e informes finales. Para la fiscal, que pide diez años de prisión para B.P.M., ha resaltado la espontaneidad de la verbalización de los hechos por parte de la menor, así como la falta de animadversión por la familia hacia el encausado, lo que demuestra, a su juicio, que "no es una invención de los padres por un motivo espurio contra B., no es una denuncia falaz".

La fiscal ha subrayado que acusa al joven por un hecho concreto en un día concreto, que revela la niña a su madre el mismo día y que el encausado no niega, sino que "pide perdón suavizando lo que ha pasado".

"Es increíble que una niña de cuatro años tenga la iniciativa para hacer una felación", ha concluido la fiscal, asegurando que existe prueba suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia del acusado y para considerar los hechos una agresión sexual, añadiendo las circunstancias de escasa edad de la víctima y la relación casi familiar entre agresor y menor.

El abogado de la acusación, Ramón Fernández-Palacios, se ha adherido a la Fiscalía, precisando que el acusado tuvo tres ocasiones para negar los hechos y no lo hizo, algo que ha rechazado su defensa en su informe final. "Nunca tuvo un comportamiento lascivo, no hubo penetración ni acceso bucal del miembro, aunque sí un incidente desagradable, pero no para pedir diez años de prisión", según el abogado defensor, para quien del delito de agresión sexual cabe la absolución de su representado.