Las dos jóvenes que en la madrugada del domingo fueron agredidas en Sanxenxo están aturdidas. Ambas necesitaron acudir el lunes por segunda vez al centro de salud de Baltar al intensificarse el dolor provocado por los golpes que recibieron.

Tras haber sido víctimas de una brutal agresión en plena calle por parte de un vecino de Vilanova de 29 años, ambas tienen "miedo" y su temor principal es que el arousano que las golpeó las localice. "Él dijo que no le iba a pasar nada por golpearnos, y si nos localiza aunque sea a través de las redes sociales no sabemos qué puede hacernos. Pasamos pavor", asegura una de las víctimas, que reconoce que desde la madrugada del domingo no ha podido dormir tranquila ni una hora y que le asaltan las ganas de llorar sin motivo aparente.

"Siento mucha rabia e impotencia. No consigo asimilar que este sistema judicial permita a una persona pegarle a dos chicas sin motivo alguno y que él pueda estar durmiendo tranquilo en su casa mientras nosotras estamos pasando un infierno".

Las dos jóvenes agredidas presentaron denuncia contra el joven de Vilanova por una infracción penal en el cuartel de la Guardia Civil de Sanxenxo. Otros siete testigos también de lo ocurrido también lo hicieron.

Ambas jóvenes salían en la madrugada del domingo de un conocido local en Sanxenxo para dirigirse a la zona de ocio nocturno situada en el puerto deportivo. El presunto agresor formaba parte de otra pandilla que había coincidido en el mismo restaurante y que iba en la misma dirección.

Comentarios salidos de tono, algún insulto, constantes faltas de respeto por parte del joven vilanovés agotaron la paciencia de la primera agredida, que recomendó al que se convertiría en su agresor que en su estado "no debería seguir en la calle". Una fuerte bofetada con la mano abierta acabó con la chica en el suelo. La segunda agredida echó a correr para defender a su amiga. Pero no llegó. Él la agarró para frenarla, la zarandeó y la empujó contra el asfalto. Su parte médico refiere una contusión costal con abrasión en una mama y dolor en la cara.

De lo ocurrido hay decenas de testigos. Entre ellos la concejala del BNG, Sandra Fernández Agraso, que también se dirigía con otras 13 personas a la zona de ocio nocturno situada en el puerto, y que se encargó de alertar a la Policía Local y solicitar una ambulancia. Uno de sus amigos también resultó agredido, pero en menor medida.

Tras el altercado el presunto agresor salió corriendo y tras él parte de las amigas de las agredidas, que pudieron hacer vídeos y fotos que posteriormente permitirían la identificación del agresor. Fueron ellas quienes guiaron a la Policía Local hasta la calle Luis Rocafort, donde el joven fue identificado y trasladado por una patrulla de la Guardia Civil de Sanxenxo al cuartel para tomarle declaración.

"Una hora más tarde estaba en la calle. Al principio no sabíamos su nombre. Nos referíamos a él como el chico "del chaleco amarillo", porque era la prenda que llevaba esa noche. Y ya el mismo domingo vimos cómo ponía ese chaleco de perfil en las redes sociales", explica una de las agredidas, que entiende el gesto como "una amenaza, una bravuconería, un mensaje para que sepamos que si lo pudo hacer una vez y no pasó nada, podrá repetirlo". Fernández Agraso apunta a la sentencia de La Manada como uno de los factores que alienta la impunidad de este tipo de delitos.

Y ese es el sentimiento que comparten las dos jóvenes de Sanxenxo, que a pesar de las numerosas muestras solidarias y de apoyo que han recibido estos días, no consiguen sentirse mejor.

"Nos piden que denunciemos las agresiones, pero es necesario que aparezcamos muertas para que realmente se genere alarma". Una de las víctimas de este altercado recuerda haber escuchado como los compañeros de su agresor insistían en que "cuando bebe se pone así, hay que dejarlo", y se preguntan "cuántos golpes más tendrá que dar antes de que uno tenga consecuencias irreversibles".

Atención médica en Baltar

Mención aparte merece el trato que ambas jóvenes recibieron en el centro médico de Baltar y que la concejala nacionalista que presenció lo ocurrido tiene previsto denunciar.

"Nada más llegar nos dijeron que si no ganábamos el juicio tendríamos que asumir los gastos de la atención sanitaria y nos hicieron firmar un papel. En aquel momento, entre el dolor y la humillación que sentíamos no fuimos conscientes de lo que nos estaban diciendo".

La falta de empatía continuó en consulta. "La doctora que nos atendió le dijo a mi compañera que no entendía a qué iba porque no tenía nada, cuando tenemos fotos hechas horas después de los golpes en las que se aprecian los dedos de la mano marcados en su mejilla; a mí, en cambio, sí me reconoció la agresión nada más verme".

La atención médica que recibieron durante la jornada del lunes fue totalmente diferente. "Mi compañera tenía abrasión en la cara y yo mucho dolor costal, porque el domingo no nos dieron ningún tratamiento, ni un calmante, y la verdad que el segundo médico que nos atendió no solo entendió que sí necesitábamos medicación sino que también comprendió cómo nos sentíamos al haber pasado por una agresión".