Una visita rutinaria a un vecino acabó en tragedia. Evangelista Canto Díaz, de 87 años, de Arniella, una pequeña aldea del municipio de Siero (Asturias), falleció este martes a consecuencia de las heridas que le causaron varios perros de un vecino al que le unía una buena amistad. Se trata de la peor tragedia que se recuerda en el pueblo. La noticia ha dejado completamente consternados a los residentes de esta pequeña localidad, cuyos vecinos (tan solo cinco casas) mantienen una buena relación.

El suceso se produjo hacia el mediodía. Que se sepa, no hubo testigos. El hombre fue trasladado al servicio de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), tras llamar el propietario de los perros al 112, al percatarse de que su vecino estaba tirado en el suelo y presentaba graves heridas en los brazos.

Evangelista abrió la portilla de la casa de su vecino, donde éste tiene seis perros, (cuatro sueltos y dos atados) y la tragedia se desencadenó en un instante. Fueron los ladridos de los perros los que alertaron al propietario de que algo estaba ocurriendo fuera y, lamentablemente, se encontró con el peor de los escenarios.

Los médicos constataron que el destrozo causado por los animales era de tal magnitud (particularmente en los brazos) que ni siquiera permitieron que sus hijos pudieran verlo. "Es una de las escenas más dantescas que he visto en mi vida", declaró un facultativo con años de experiencia. Los especialistas dieron por imposible instaurar cualquier tratamiento.

El herido falleció pocas horas después, sobre las nueve de la noche. "No queremos buscar culpables, fue una fatalidad", declararon a La Nueva España Evangelista y Alfonso Canto Fernández, dos de los cinco hijos del difunto.