Este es el relato íntegro de la declaración de El Chicle sobre la muerte de Diana Quer ante la Guardia Civil cuando fue detenido el pasado fin de semana. En ella habla de un atropello accidental, única versión que ha sido avalada por el abogado y que recogía el programa 'Espejo Público'. Sin embargo, según ha trascendido, habría otra confesión ante testigos no recogida de manera formal, en la que habría admitido secuestro y muerte por estrangulamiento.

A continuación, se reproduce esa declaración oficial:

"Sali a robar gasoil. Estaba por el supermercado Eroski de A Pobra cuando dí marcha atrás rápido y fuerte y entonces noté que golpeaba algo fuerte; me bajé del coche y me encontré a una chica debajo.La toqué y estaba muerta. Se había dado con la cabeza en el bordillo y no respondía. Me asusté porque estoy en libertad condicional por un tema de droga y me habrían metido a la cárcel. La puse en el asiento del copiloto y la llevé al polígono de A Pobra, cerca de la autovía del Barbanza.Volvi a casa pero no me quedé tranquilo, así que regresé a por el cuerpo. Lo subí al coche y me bajé del coche y me encontré a una chica debajo

estoy en libertad condicional por un tema de droga

lo trasladé al puerto de Taragoña

Otra versión no formal

Al margen de la declaración oficial que 'El Chicle' realizó a la Guardia Civil, la que está recogida en el expediente judicial y que es la única reconocida por la defensa, existe otro testimonio del detenido, en el que da una versión muy distinta a ese supuesto atropello accidental.

En este relato, José Enrique Abuín explicaría cómo utilizó unas bridas para inmovilizarla tras meterla en el coche a la fuerza y cómo llevó su cuerpo hasta el pozo de la nave abandonada de Asados, en Rianxo.

Este es el relato que recoge Espejo Público:

"Estaba en el puente de A Pobra, al final del puente marítimo. Lo crucé, observé las caravanas de los feriantes y pensé en robarles el gasóil. Vi a Diana allí y sin querer le di con el coche, pero no le hice nada, solo que del golpe se le cayó el teléfono al suelo y se le rompió. Me bajé del coche para ver qué había sucedido y se puso a chillarme como una loca, diciendo que me iba a denunciar, que tenía que ir con cuidado. Le dije que subiera al coche pero se negaba; intenté calmarla pero como no lo conseguía cogí unas bridas y le até las manos.La senté en el lugar del copiloto. Para que no se moviera mucho la embridé, sujetándola por el cuello al reposacabezas del asiento. Salí disparado de allí con el coche. En el camino cogí unas bridas y le até las manos

se resistía y chillaba mucho