La mujer acusada de asesinar a su hijo de tan solo cinco años en Almàssera, un pueblo de Valencia, en mayo de 2015, admitió ayer durante el juicio celebrado ante un Jurado Popular haber drogado al pequeño con somníferos para posteriormente asfixiarlo con una almohada. La presunta infanticida confesó que le presionó la cabeza, tapándole las vías respiratorias, durante cerca de un minuto. Según su versión, posteriormente se habría intentado quitar la vida mediante la ingesta de una decena de pastillas.

Sobre los motivos que le llevaron a cometer uno de los peores delitos posibles, asesinar a tu propio vástago, la acusada, de 39 años y natural de Nicaragua, alegó que su vida en España «era un infierno» por la indiferencia de su marido, treinta años mayor que ella. «No nos hacía caso, no nos quería, ni a mí ni al niño», manifestó, tratando de justificar así su intención de acabar con el «sufrimiento» de ambos. «Quería llevármelo al cielo conmigo», añadió.

No obstante, la Fiscalía, que solicita un pena de 18 años de prisión para ella por un delito de asesinato, considera que la mujer no tenía intención alguna de quitarse la vida y era plenamente consciente de sus actos. De hecho, en el lavado gástrico no se halló restos de sustancia alguna y ante las preguntas del fiscal la madre argumentó por vez primera que había vomitado justo después de tomarse las pastillas.

Del mismo modo, sobre su clara intención de poner fin a la vida de su único hijo la acusada acabó reconociendo que habló con su hermana semanas antes de los hechos sobre su deseo de regresar a Nicaragua y que el pequeño era lo único que la retenía en Almàssera. Además confesó que buscó la palabra «cianuro» en un buscador web, otro indicador más de lo que estaba planeando.

Aunque se le estima parcialmente la circunstancia atenuante analógica de alteración psíquica, ya que presentaba síntomas ansiosos-depresivos, trastornos alimentarios y inestabilidad emocional, los forenses del Instituto de Medicina Legal consideran que la acusada era consciente de sus actos cuando en la mañana del 23 de mayo le suministró a su hijo un fármaco para dormirlo, oculto en su vaso de leche con cacao, según ella misma admitió. Una vez indefenso lo asfixió con la almohada.