Javier Muñoz hizo un relato detallado de lo ocurrido la noche del 6 de julio. Según su relato, el acusado cenó "abundantemente" y no bebió. A partir de la 1 de la madrugada acudió de fiesta a la Cuesta de Labrit (Pamplona) y empezó a beber.

"Según su amigo, bebieron dos ó tres cubatas y un chupito de tequila", expuso, para añadir que, aunque bebiera algo más, a partir de las 5.30 horas ya no tomó nada más. "Entonces se dirige solo desde el Casco Viejo a Pío XII (calle de Pamplona)", recordó para señalar que, de las imágenes que se ven de él, no parece que sea una "persona bebida". "No lo parece por su comportamiento y porque las amigas de Nagore dicen que no lo estaba", agregó.

Una vez que se encuentra con la víctima, se van los dos juntos y "se les ve andar normalmente" hasta el piso del acusado en la calle Sancho Ramírez. En un momento dado, que el fiscal sitúa antes de las 8.00 horas de la mañana del 7 de julio, "Nagore dice que no quiere seguir y se quiere ir". Entre las 8.00 horas y pasadas las 10.00 horas, la víctima, añadió, se encuentra en una situación de "absoluta indefensión".

"En esas dos horas y media hay agresiones estando viva Nagore, se le quita la cadena, se le dan golpes múltiples", afirmó, para manifestar que existió una "brutalidad" hacia la víctima, que "estuvo a merced del acusado", quien, añadió, tenía una "superioridad manifiesta" sobre ella.

"Se le quiere hacer daño porque le dice al acusado que lo va a contar o que lo va a denunciar", expuso, para indicar que si la joven hubiera estado "bien", hubiera escapado o intentado convencer al acusado de que le dejara marchar.

Según el fiscal, no hay duda de que la llamada de las 10.04 horas desde el teléfono de José Diego Yllanes la hizo Nagore Laffage. "Llama al 112 y pide auxilio, está absolutamente indefensa, aturdida, es un sollozo", apuntó, y señaló que el acusado reaccionó ante una joven "desfallecida, que no tiene capacidad de defensa, ni siquiera para hablar por teléfono". "Ahí la estrangula", manifestó.

El Ministerio Público añadió que los hechos posteriores indican que el procesado se encontraba "perfectamente". Recordó, en este sentido, que limpió el piso, escondió el cadáver debajo de una cama y lo hizo todo "lúcidamente". "No piensa en Nagore, piensa en sus padres", indicó, para añadir que recogió las prendas de la víctima en bolsas y le cortó el dedo, "no para descuartizarla, sino para que no se le identificara".

Intentó buscar un “cómplice”

Relató también que Yllanes se desplazó a la Clínica para intentar localizar a un compañero, con quien quedó sobre las 11.40 horas y quien intentó, sin éxito, convencerlo para que se entregara a la Policía.

"Un compañero que lo encuentra sobrio, agitado, sí, pero es que ha matado a una persona", expuso, para continuar que se desplazó a coger el carné de conducir, al garaje a por el coche, llamó a su padre. "El alcohol no le producía ningún efecto", reiteró. A su juicio, José Diego Yllanes se acuerda de lo que hizo aquel día, "claro que se acuerda". "No quiere decirlo y está en su derecho", agregó.