Encaramos la recta final de una legislatura vertiginosa. Un tiempo que comenzó con la determinación de abordar un proyecto diferente, ilusionante, una revolución silenciosa que requería y requiere de la implicación de todos, ciudadanos y gobernantes en la tarea de culminar la aspiración colectiva de una Extremadura mejor para todos.

No ha sido un tiempo fácil. La pandemia de la COVID-19, primero y la invasión y la guerra de Putin en Ucrania, después, han puestos bocabajo los esquemas de la sociedad actual y nos han colocado frente a un nuevo y complicado escenario.

En un momento de profundos cambios, Europa y el mundo acusan las graves consecuencias de la crisis energética que esta guerra ha generado. Un conflicto que nos ha puesto frente a una realidad incontestable, nuestra falta de soberanía. No sólo energética, sino también agraria, alimentaria, industrial.

Pero esta circunstancia, lejos de amilanarnos, debe servirnos para agrandar y aprovechar nuestras fortalezas en un momento en el que la globalización está siendo corregida por procesos de relocalización de la cadena de valor, procesos que buscan la seguridad y la estabilidad en un tiempo de zozobras.

Ante lo que está sucediendo y, como consecuencia de la dificultad que en el centro y el norte de Europa se da para poder acceder a la energía, muchos procesos productivos industriales están mirando al sur y esa va a ser una de nuestras grandes oportunidades de futuro.

Las industrias miran hoy hacia territorios que disponen de suelo y que tienen posibilidad de acceso a las energías renovables con unos costes asumibles que les permitan ser competitivas y Extremadura, una región en la que se concitan todas esas condiciones, es ya un actor principal en la recuperación de la soberanía industrial y energética

El sol para la producción de fotovoltaica, el agua embalsada y la creación por primera vez de apeaderos ferroviarios que permiten mover nuestros productos a todos los puertos de la península, favorecerán la instalación de empresas. Esta conjunción de elementos, junto a un escenario de paz social, con acuerdos entre la administración y los sindicatos, y normativas que reducen los tiempos y la burocracia a la hora de poner en marcha las empresa, convierten a nuestra región en una de las más competitivas para atraer tejido empresarial.

Nuestra región está a la vanguardia de leyes que favorecen la instalación y el desarrollo empresarial, como La Ley para una Administración más Ágil (LAMA), la Ley para la Ordenación Territorial y Urbanística (LOTUS) o la Ley para la Simplificación y Racionalización Administrativa.

Junto a estos cambios legislativos, que facilitan la instalación de proyectos y negocios, se ha desarrollado un Plan de Formación Profesional enormemente competitivo, que está siendo una de nuestras mejores palancas de futuro.

Además, disponemos de una planificación eléctrica con 10.000 megavatios de fotovoltaica y eólica y 12.000 para termo solar y biomasa. Actualmente el 26% de la producción de energía fotovoltaica se produce en Extremadura, lo que hace que la región sea tremendamente atractiva como destino inversor para el sector industrial.

Producimos transformadores, torretas eléctricas y galvanizado y estoy convencido de que pronto empezaremos a producir placas fotovoltaicas para así poder cerrar el círculo y que las industrias puedan completar la cadena de valor en nuestra región.

A día de hoy, además converge una disponibilidad de recursos que nunca habíamos tenido, como el mecanismo de recuperación y resiliencia, la finalización de un programa operativo y el inicio de otro, además de 592 millones de euros más para invertir necesariamente en iniciativa verde y digital, nos colocan en una posición de ventaja para aprovechar este gran momento de oportunidad.

Extremadura, en cifras.

Las empresas se fijan en la región

Por todo ello, las empresas se fijan en Extremadura porque saben que les puede ir muy bien y si les va bien a las empresas, nos irá bien a todos.

El asentamiento de nuevos proyectos industriales favorecerá la modernización de nuestro territorio y la creación de miles de puestos de trabajo, generando rentas y salarios medios y altos, que nos ayudarán a superar la brecha social y territorial.

Este momento coincide además con una buena evolución de los datos de nuestro comercio exterior, así como un incremento en el volumen de las exportaciones absolutamente desconocido en la historia de la región.

El incremento pone de manifiesto lo que representan hoy las empresas extremeñas en nuestra economía, puesto que no solo son el motor, sino también las que están demostrando mayor capacidad de arriesgar y de buscar nuevos proyectos y destinos.

Esto ha contribuido a posicionar a centenares de empresas extremeñas en diferentes países diversificando la economía, vendiendo lo que aquí se produce y llevando la marca Extremadura a muchos lugares del mundo.

Con todos estos ingredientes, podremos abordar la lucha contra la pobreza con empleos dignos, salarios decentes y viviendas adecuadas, una lucha tiene que partir de la prosperidad compartida y de una gestión basada en el crecimiento y la generación de riqueza con criterios de reparto y distribución justos.

Extremadura es hoy por hoy una tierra de inmensas oportunidades, que permitirán a las nuevas generaciones desarrollar proyectos de vida a través del empleo digno y el acceso la vivienda. Esa es el mejor camino para caminar con determinación hacia el futuro.