En una nueva protesta contra el Gobierno de Emmanuel Macron, los sindicatos franceses exigieron una subida del salario mínimo del 20% y una indexación de los sueldos con la inflación en una jornada de paros que afectó a servicios como la educación o los transportes, pero con un impacto limitado.

Todavía en plena crisis de carburante en las gasolineras por los paros en las refinerías y con el Ejecutivo preparado para aprobar los presupuestos de 2023 por la vía rápida, ante la falta de mayoría absoluta, miles de franceses volvieron a mostrar su descontento en las calles.

Dos días después de que los partidos de izquierda desafiasen a Macron con una manifestación en París, este martes fue el turno de algunos sindicatos, que convocaron una "jornada de movilización interprofesional", eludiendo hablar de huelga general.

Desde la plaza de Italia, en el sur de París, algunos miles de sindicalistas y estudiantes se manifestaron para exigir al Gobierno un aumento del salario mínimo de cerca de un 20%.

También la implantación de un sistema que permita a todos los asalariados una subida de sus emolumentos de acuerdo con la inflación interanual, que es actualmente del 5,6% en Francia, la más baja de la zona euro.

"Lo que tiene que hacer el Gobierno, que finge estar interesado, es aumentar el salario mínimo hasta los 2.000 euros brutos", abogó el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, en la cabecera de la manifestación y rodeado de una nube de periodistas.

La central sindical que lidera Martínez, hijo de padres españoles que huyeron del régimen de Francisco Franco (1939-1975), está en la boca de todo el mundo por ser promotora de la huelga en las refinerías y depósitos que da problemas a millones de automovilistas para aprovisionarse en carburante.

"Que la patronal negocie y que negocie a la altura de las reivindicaciones, porque en el caso de TotalEnergies, el 100% de lo que ofrece (5 % de mejor salarial) se lo come todo la inflación", criticó Martínez, cuyo sindicato demanda un 10% de aumento para obreros y técnicos.

Agnès, antigua sanitaria jubilada de 68 años, criticó que el Gobierno haya obligado a algunos trabajadores de las refinerías a regresar a sus puestos, evocando razones de orden público. "No se les puede obligar, es algo muy grave", se quejó a EFE la mujer, en alusión al derecho de huelga de los trabajadores.

Para la jubilada, su pensión no deja de disminuir en relación a la inflación. "Los salarios están bloqueados y los productos suben".

Contrariamente a la manifestación de los partidos de izquierda del domingo, la protesta de este martes degeneró en enfrentamientos con la policía y en destrozos de material urbano causados por algunos radicales identificados como miembros de los conocidos 'black-bloc'.

Los trenes, más impactados

En espera de datos definitivos, los paros afectaron a la enseñanza, sobre todo a la secundaria (con cerca de un 10% de los profesores en huelga); a la mitad de los trenes regionales; y a al menos un tercio de los autobuses y cercanías de París.

La huelga también tuvo seguimiento en 11 de las 19 las centrales nucleares francesas, informó la CGT. No obstante, el gestor del transporte de la electricidad en Francia (RTE) aclaró que, en el corto plazo, no hay riesgo de abastecimiento de energía por esta protesta.

En una intervención parlamentaria en pleno debate de los Presupuestos de 2023, la primera ministra, Élisabeth Borne, aludió a la crisis de los carburantes e hizo hincapié en que la situación ha mejorado, ya que de cerca de un 30% de las gasolineras desabastecidas el lunes se pasó hoy a menos del 25%.

Borne también aludió al probable recurso al artículo de la Constitución 49.3 que permite aprobar por la vía rápida determinadas leyes, como los Presupuestos, al no disponer de mayoría absoluta en el Parlamento.

"El bloqueo no viene de nuestra parte", aclaró la jefa de Gobierno, quien dijo haber tenido en cuenta algunas aportaciones de la oposición en el debate presupuestario.