La hoja de ruta está clara: Europa debe reducir un 55% de sus emisiones de efecto invernadero para el 2030, con el fin de alcanzar la neutralidad en el 2050. Para ello, es vital avanzar hacia una economía baja en carbono a partir de la electricidad generada por energías limpias que vaya arrinconando progresivamente a los combustibles fósiles en el terreno de la movilidad, la edificación y la gestión urbana. Pero, en el caso de la gran industria o el transporte de mercancías de larga distancia, ¿puede sostenerse solo con electricidad? La respuesta es no, y ahí es donde entra en juego el hidrógeno verde, una energía que juega clave en la descarbonización.

Se trata de una tecnología basada en la generación de hidrógeno —un combustible universal, ligero y muy reactivo— a través de un proceso químico conocido como electrólisis. Este método utiliza la corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua . Por lo tanto, si la electricidad utilizada se obtiene de fuentes renovables, se obtendrá esta energía sin emitir dióxido de carbono a la atmósfera. Además, el hidrógeno verde tampoco emite gases contaminantes durante su combustión, se almacena y traslada fácilmente usando la misma infraestructura que el gas natural y puede usarse en con fines domésticos, comerciales, industriales o de movilidad.

Gracias a esta versatilidad, puede ser una solución factible en aquellos nichos de consumo que son muy difíciles de descarbonizar, como el transporte pesado, la aviación o el transporte marítimo. Si se tiene en cuenta que la demanda de hidrógeno gris como combustible –obtenido a través de combustibles fósiles– se ha triplicado desde 1975 hasta llegar a los 70 millones de toneladas anuales en el 2018, si todo este volumen se obtuviera de manera verde se conseguiría evitar la emisión de 830 millones de toneladas anuales de CO2. El gran reto pendiente por la industria energética es abaratar el coste de su producción, algo que podría lograrse a través de las subvenciones y los fondos europeos previstos.

Referentes en Europa

La planta de Puertollano está integrada por una planta solar fotovoltaica de 100 MW, un sistema de baterías de ion-litio con una capacidad de almacenamiento de 20 MWh y uno de los mayores sistemas de producción de hidrógeno mediante electrólisis del mundo. Y todo ello a partir de fuentes 100% renovables. El hidrógeno verde producido le permitirá reducir en más de un 10 % sus necesidades de gas natural.