A la Zamora rural no le salen las cuentas para revertir la despoblación. Los municipios de menos de 10.000 habitantes de la provincia cerraron el 2020 con 349 nacimientos y 2.039 muertes. Dicho de otro modo, en estas localidades, por cada niño que vino al mundo, otras seis personas lo abandonaron. Este ritmo provocó que los citados territorios acumularan un saldo negativo de 1.690 vecinos sin contar con el balance migratorio. Huelga decir que el conjunto de entradas y salidas no sirvió para tapar este socavón demográfico.

Estos datos corresponden al detalle publicado por el Instituto Nacional de Estadística sobre los indicadores básicos del año anterior, un estudio ya consolidado que refleja el efecto negativo de la pandemia en el saldo vegetativo de la provincia. A grandes rasgos, durante el 2020, nacieron menos niños y murieron más personas; otra losa encima de Zamora, que no necesita la ayuda de ninguna crisis sanitaria para seguir perdiendo capital humano.

Además, aunque la situación del medio rural es más grave, Zamora y Benavente tampoco están para tirar cohetes. La ciudad cerró el año con 339 nacimientos y 886 muertes, un balance negativo de 547 personas que ahonda en la realidad de un municipio que hace tiempo que dejó de ser el sostén de la población para convertirse en parte de los damnificados por la caída demográfica. La segunda localidad por número de habitantes tampoco se libra, y pierde 151 vecinos en el saldo vegetativo tras ver 104 alumbramientos y padecer 255 entierros a lo largo de 2020.

Con todo, el Instituto Nacional de Estadística estima como consolidado el dato de 792 nacimientos y 3.237 muertes durante el año pasado en Zamora. Como se puede comprobar, las cifras de la capital y de Benavente reflejan una caída más sostenida, pero también sintomática de lo que es un territorio abocado a atraer población joven si quiere cambiar su realidad.

Además, el INE publicó también este jueves las cifras sobre los nacimientos en lo que va de 2021. En este caso, se trata de una estimación, pero la tendencia no es ni mucho menos halagüeña. Según esta estadística, Zamora registró 633 alumbramientos en los diez primeros meses del curso; son 28 menos que en 2020 a estas alturas, una diferencia ya difícilmente corregible. La inercia no solo no cambia, sino que se acentúa.

Radiografía de los decesos

Un 75% de las muertes registradas en Zamora durante el año 2020 correspondió a personas mayores de 80 años. El COVID influyó de forma decisiva en la subida de la cifra de decesos, que se incrementó sustancialmente con respecto a 2019, al pasar de 2.705 a 3.237, un 16,4% más. En realidad, durante el lustro anterior, la provincia se había movido siempre entre 2.700 y 2.800 pérdidas, lo que da una idea del impacto evidente del virus.

En ese sentido, la crisis sanitaria afectó a las personas a partir de cierta edad, y es que Zamora apenas tuvo que lamentar casos de muertes en la infancia o en la juventud. Durante 2020, tan solo se produjeron cuatro fallecimientos en menores de treinta años en la provincia. Fue el caso de un niño de tres años y una niña de siete, y de dos hombres de 27 y 29 años respectivamente.

La esperanza de vida

El COVID también ha afectado a la esperanza de vida, que ha sufrido un descenso hasta situarse en los niveles que tenía en 2008 en Zamora. Actualmente, el promedio se sitúa en 82,88 años, cuando al finalizar 2019 era de 83,4. La película cambia en función del género, y es que la esperanza de vida media de los hombres se ubica ahora en 80,3, mientras que la de las mujeres llega a 85,72.