Lo ha vuelto a repetir esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus nuevas directrices sobre calidad del aire: la contaminación es una de las mayores amenazas medioambientales, junto con el cambio climático, a las que se enfrenta la salud humana. Provoca unos 7 millones de muertes prematuras y la pérdida de otros tantos más millones de años de vida saludable. Un problema del que no está exenta la Unión Europea. Los últimos datos de la Agencia Europea del Medioambiente confirman que la mayoría de los Estados miembros, pese a los cierres provocados por el covid-19, superaron los límites anuales en alguno de los contaminantes medidos. Solo en las estaciones de medición desplegadas en el distrito del Eixample de Barcelona, no ha habido un solo día durante este 2021 en que no se rebasasen los límites de dióxido de nitrógeno y en 2020 solo cumplió el requisito en cinco días de confinamiento.

Con este panorama muy presente, la Comisión Europea ha lanzado una consulta pública para revisar las reglas europeas en materia de calidad del aire. "Queremos que los ciudadanos de la UE respiren aire limpio y para llegar ahí debemos abordar los contaminantes específicos que nos preocupan y, como nos dicen las directrices recién revisadas de la OMS, debemos ser incluso más estrictos con estos”, ha explicado el comisario de medioambiente, océanos y pesca, Virginijus Sinkevicius, sobre una revisión que forma parte del pacto verde europeo. El objetivo del ejercicio, al que podrán contribuir todos los interesados hasta el 16 de diciembre, es alinear los estándares de calidad del aire de la UE con las nuevas recomendaciones publicadas esta semana por la OMS y el objetivo de cero contaminación del pacto verde europeo. 

También reforzar las disposiciones existentes sobre evaluación y planes de calidad del aire para ayudar a las autoridades locales a lograr un aire más limpio que evite las 400.000 muertes prematuras que Bruselas estima se producen cada año, con un coste además multimillonario para las arcas sanitarias. Según las estimaciones, los costes sanitarios y económicos de la contaminación del aire por la pérdida de días de trabajo, la atención sanitaria, la pérdida de rendimiento de los cultivos y los daños a los edificios cuestan entre 330 y 940.000 millones de euros al año en la UE

Triple objetivo

Las nuevas directrices de la OMS recomiendan niveles de contaminación significativamente más bajos que los actuales, especialmente para los contaminantes del aire con el mayor impacto en la salud en Europa como el dióxido de nitrógeno (NO2), las partidas en suspensión (PM), el monóxido de carbono (CO), el Ozono (O3) y el dióxido de azufre (SO2). En este sentido, la iniciativa europea busca abordar tres cuestiones. En primer lugar, mejorar los estándares de calidad del aire, que siguen estando por encima de lo recomendado por los científicos, especialmente en relación con las partículas finas. 

Además, Bruselas también considera necesario mejorar el ámbito de aplicación del marco legislativo. “Hay retrasos sustanciales en la adopción de medidas adecuadas y eficaces para cumplir todas las normas de calidad del aire de la UE en todos los Estados miembros”, admite la Comisión Europea en su evaluación de Impacto en la que reconoce también que mese a la mejoría registrada en los últimos años sigue habiendo límites que se superan. “Las mejoras en el marco legislativo, incluidas las relacionadas con las sanciones y la información pública, pueden facilitar las medidas sobre la calidad del aire”, sostiene Bruselas. 

Otro foco de atención debe ser, según Bruselas, el apoyo a las autoridades locales. La directiva sobre calidad del aire ha permitido crear un sistema de evaluación pero “los criterios de seguimiento podrían aclararse más para reducir la ambigüedad y aumentar la comparación de los datos. Además, los modelos de calidad del aire han mejorado, pero aún no se utilizan en todo su potencial debido a la falta de estándares de modelado comunes ni los planes de calidad del aire han cumplido siempre con el requisito de garantizar el cumplimiento de las normas de calidad.