Una zona azul solo es una zona azul cuando las rayas están pintadas de azul. Desde hace varias semanas, en la Txantrea, un barrio obrero de Pamplona, las líneas han anochecido muchos días recién pintadas de ese color por el ayuntamiento de la capital navarra y han amanecido de blanco, sobre todo, pero también de otros componentes de la escala cromática. Los vecinos están en guerra contra la decisión del consistorio de la capital navarra de convertir las calles en lugares donde para aparcar hay que pagar, y junto a formas de protesta clásicas (manifestaciones, recogida de firmas, pancartas…) también han empleado métodos más iconoclastas, gráficos y de impacto inmediato. Brochas y pintura. “Mi calle ha aparecido pintada de muchos colores”, dice Koldobi Osta, portavoz de Tx Auzo Ekimena, una plataforma vecinal creada específicamente para intentar detener la zona azul en el barrio.

Osta, trabajadora metalúrgica, insiste en que su asociación no está detrás de las pintadas. “No ha sido iniciativa nuestra –señala-. Ha sido algo completamente popular, espontáneo. El vecindario expresa su protesta como se le ocurre”.

Solo que en los últimos días, las ocurrencias de los vecinos, que a partir de ahora tendrán que pagar cerca de 50 euros al año para obtener la tarjeta de residente y poder aparcar cerca de su casa, han ido a más. O al menos, las ocurrencias de una parte minoritaria de los habitantes de la Txantrea, una zona de casas bajas, con una larga tradición de lucha callejera, en muchos casos asociada a la izquierda aberzale, a la que la banda Barricada dedicó en 1984 su canción ‘Barrio conflictivo’

Ya no es solo quedar entrada la noche para devolver las líneas de aparcamiento a su color original, para que luego el Ayuntamiento las vuelva a pintar, en una suerte de círculo vicioso. Coincidiendo con el inicio del cobro por estacionar, la protesta también se plasma ahora en parquímetros sellados con silicona, en insultos y ataques esporádicos a los encargados de controlar la zona azul. El miércoles de la semana pasada, a media tarde, uno de ellos recibió un perdigonazo en un costado.

Los “incontrolados”

“No sé adónde vamos a llegar si esta escalada continúa”, dice Javier Labairu, concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Pamplona, gobernado por Navarra Suma, una coalición formada por Unión del Pueblo Navarro, el PP y Ciudadanos. Labairu, que se reunirá con la plataforma vecinal este jueves para tratar de calmar los ánimos, dice echar en falta una condena explícita de estos episodios violentos, que ya suponen “más que un simple problema de orden público”. Osta, sin embargo, es muy clara a la hora de expresar su rechazo. “Fue un vecino incontrolado. Nosotros no lo promovemos. Nada más lejos de nuestras intenciones que atacar a alguien que es un trabajador, como lo somos nosotros”, explica la activista.

Pero más allá de esta coincidencia, los puntos en común entre la plataforma vecinal y el ayuntamiento son escasos. Osta señala que nunca ha habido en la Txantrea problemas para aparcar, y que por lo tanto la zona azul “no tiene sentido” en el barrio. Reivindica que en una semana recogieron 4.389 firmas en su contra. Y subraya que a finales de agosto, el Defensor del Pueblo navarro, emitió un informe en el que dio la razón a su plataforma, al defender que se celebrara una consulta sobre el estacionamiento regulado, que es lo que los vecinos reclaman.

Labairu, en cambio, asegura que los informes del ayuntamiento indican que en la Txantrea el porcentaje de ocupación del aparcamiento callejero ronda el 85%. Que las firmas solo fueron “unas 800 0 900”, porque el resto provenían de fuera del barrio o eran de menores de edad. Y que el Defensor del Pueblo se limitó a “sugerir” un proceso participativo. “El informe reconoció que esta es una competencia exclusiva del ayuntamiento, y al mismo tiempo solo sugirió una consulta –señala el concejal-. Yo me meto en el diccionario a buscar qué significa ‘sugerir’ y solo es insinuar levemente que hagas una cosa. No nos instó a nada”.

El precedente de Gamonal

Con muchos matices, este conflicto recuerda en parte a lo ocurrido en 2014 en Gamonal, un distrito obrero en Burgos. La decisión del ayuntamiento de construir un bulevar y un aparcamiento subterráneo desembocó en violentos disturbios durante varios días: sucursales de banco destrozadas, contenedores quemados, cristales de las marquesinas de los autobuses rotos. El consistorio se vio forzado a dar marcha atrás.  

Pero aquí, acabe como acabe esta pugna, Osta y Labairu vuelven a estar de acuerdo. Algo así no ocurrirá en la Txantrea. “No es lo mismo. No veo ninguna posible vertiente que pueda desembocar en disturbios”, señala la activista. “Los violentos son cuatro energúmenos –dice el concejal-. El barrio estará a favor o en contra de la zona azul, habrá de todo, pero no respalda la violencia”.